El 8 de mayo de 2024, las Hermanas Pobres de Santa Clara de Belorado (Burgos) y Orduña (Álava) hicieron pública una decisión inédita: romper con la Iglesia Católica y declarar que la Sede de San Pedro estaba "vacante y usurpada" desde la muerte de Pío XII en 1958. La abadesa, sor Isabel de la Trinidad, firmó en nombre de todas el llamado Manifiesto Católico, un documento de casi un centenar de puntos que detalla los motivos doctrinales de su separación y que las situó de lleno en el sedevacantismo, una corriente que niega la legitimidad de los papas posteriores a aquel pontífice.
En Onda Cero, hemos entrevistado a su portavoz, Francisco Canals, para entender bien este 'divorcio' con la Santa Sede y conocer la situación actual que atraviesan:
Audio de la entrevista a su portavoz
El núcleo del conflicto
En su manifiesto, las religiosas califican al Concilio Vaticano II (1962–1965) como el "mayor latrocinio de la historia" y lo acusan de implantar una "nueva fe" opuesta a la doctrina católica tradicional. A su juicio, las reformas conciliares introdujeron herejías como la "falsa libertad religiosa" y el "falso ecumenismo", alterando la esencia de la Iglesia fundada por Jesucristo y debilitando sus notas fundamentales de unidad, santidad, catolicidad y apostolicidad.
Entre las acusaciones más graves figura la supuesta "supresión del sacerdocio" y del "sacrificio perpetuo" de la misa tradicional, mediante cambios en las formas sacramentales, la liturgia y la doctrina sobre el orden sagrado. Según las monjas, las reformas litúrgicas y sacramentales aprobadas a partir de 1968 invalidaron las ordenaciones y la sucesión apostólica, dejando a la "iglesia conciliar" sin sacerdotes verdaderos.
La reacción de la Iglesia fue inmediata, las monjas quedaron excomulgadas automáticamente. Aunque según nos cuenta en Onda Cero su portavoz, Francisco Canals, esta mala relación viene de mucho antes: "Las diferencias se remontan a 2011. Ellas ya eran monjas muy activas, usaban Skype, internet y participaban en cursos de formación. Es decir, eran muy inquietas intelectualmente, y eso no le gustaba a la Iglesia, porque siempre ha querido monjas sumisas, medievales y que digan que sí a todo".
Para ellas, su salida de la Iglesia es un acto de fidelidad a Cristo y a la "verdadera Iglesia Católica" anterior a 1958.
"Siguen siendo monjas"
Según Canals, a pesar de esta ruptura, "ellas siguen siendo monjas profundamente religiosas. Rezan, visten el hábito. No ha cambiado su forma de vida. La única diferencia es que no reconocen al Papa ni a la Santa Sede. Consideran que es una multinacional de influencias".
Su nuevo líder
El manifiesto reconoce como último papa legítimo a Pío XII y rechaza a todos sus sucesores (Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo I, Juan Pablo II, Benedicto XVI, Franciso y León XIV), a quienes tacha de "usurpadores" y "herejes". En su lugar, las clarisas se someten a la autoridad de Pablo de Rojas Sánchez-Franco, excomulgado por Roma y líder de la Pía Unión Sancti Pauli Apostoli, un grupo sin reconocimiento canónico.
De la clausura a los tribunales
La ruptura no se limitó a lo doctrinal. Tras negarse a reconocer la autoridad del arzobispo de Burgos, Mario Iceta, las monjas fueron declaradas excomulgadas y expulsadas de la vida consagrada. El Arzobispado inició una batalla judicial para recuperar el monasterio de Belorado, que este mismo agosto de 2025 se saldó con una sentencia de desahucio contra las ocho religiosas que aún permanecen allí.
A pesar de tener tantos frentes en contra, ellas están tranquilas, y aunque la fecha límite para desalojar el convento sea el 12 de septiembre, su portavoz nos cuenta que "están tranquilas, porque confían en la justicia divina y aseguran que Dios aún no les ha hablado pero lo hará". De hecho, él nos confirmó que tienen pensado presentar un recurso, y que por lo tanto, "tenemos monjas para rato".


