JULIA EN LA ONDA

Territorio Negro: El juicio del crimen de la Guardia Urbana

El juicio por el asesinato de Pedro Rodríguez, agente de la Guardia Urbana de Barcelona muerto en mayo de 2017, entra esta semana en su recta final. En las sesiones está previsto que declaren en la Audiencia de Barcelona las dos personas que se sientan en el banquillo: Rosa Peral y Albert López. Para ellos, el fiscal y la acusación particular solicitan 25 años de prisión.

ondacero.es

Madrid | 10.03.2020 17:28

En este juicio, que comenzó en la primera semana de febrero, se enfrentan tres versiones: la de las acusaciones, que sostienen que los dos acusados se pusieron de acuerdo para matar a Pedro; la de Rosa, que acusa a Albert del crimen; y la de Albert, que responsabiliza a Rosa del asesinato y mantiene que él solo ayudó a la mujer a deshacerse del cadáver y a borrar pruebas.

Lo que se está juzgando desde el pasado 31 de enero es lo ocurrido en la noche del 1 de mayo de 2017 en la casa de Rosa Peral y lo que pasó en las horas posteriores. Esa noche, Pedro Rodríguez fue asesinado en el domicilio de Cubelles que compartía con su pareja, Rosa, y las dos hijas de esta, dos niñas menores de edad. No se sabe a ciencia cierta ni a qué hora ni cómo murió el agente de la Guardia Urbana, aunque todas las partes reconocen que esa noche en el lugar del crimen estuvieron los dos procesados. El cuerpo de Pedro fue encontrado el 4 de mayo, completamente calcinado, en el maletero de su propio coche, que estaba estacionado en un camino forestal cercano al pantano de Foix.

Todos eran agentes de la Guardia Urbana de Barcelona. Rosa y Albert habían trabajado juntos durante un tiempo, formando patrulla, en la unidad de seguridad ciudadana. Además, mantenían relaciones sexuales al menos desde 2013, cuando Rosa aún estaba casada con Rubén, un mosso d’esquadra, padre de sus dos hijas. La guardia y el mosso se separaron en 2016, tras descubrir Rubén una nueva infidelidad de Rosa con Albert y rehacer él su vida con otra mujer. Por esas fechas, más o menos, Rosa había comenzado a salir con la víctima, Pedro, aunque seguía manteniendo una relación intermitente con Albert. Además, durante la primera parte del juicio, en la que declararon los testigos, se puso de manifiesto que Rosa mantuvo más relaciones con otros hombres. Aunque hay que dejarlo claro: ninguna de esas relaciones ni sus protagonistas tienen nada que ver con el crimen de Pedro, que al fin y al cabo es lo que se juzga.

La primera parte del juicio estuvo dedicada a los testigos. A los juzgados, les fue regular, tirando a mal. Por la Audiencia de Barcelona han pasado casi sesenta testigos: amigos, vecinos y familiares de los procesados, reclusas del mismo centro penitenciario en el que está Rosa Peral, mossos que participaron en la investigación, compañeros de la Guardia Urbana… Y la mayor parte de los testimonios han servido para apuntalar la versión de la fiscalía y las acusaciones, que sostienen que el asesinato de Pedro fue un plan trazado y ejecutado por Rosa y Albert. Y, desde luego, han echado por tierra la tesis de que la mujer tenía miedo a Albert tras el crimen. Además, varios testimonios han dejado claro que los dos acusados elaboraron distintas coartadas después de que Pedro muriese y antes de ser detenidos por los Mossos.

Las personas que han declarado a su favor, especialmente a favor de Rosa, se han metido en problemas. El fiscal anunció, por ejemplo, que podía acusar al padre de Rosa de falso testimonio por decir en el juicio que se equivocó al contar a los mossos que vio a Pedro el 2 de mayo, cuando ya estaba calcinado en el interior de su coche. Dos agentes contaron que el padre de la mujer les reconoció que había mentido porque se lo había pedido su hija. El fiscal también anunció que iba a actuar contra un vecino de Rosa, que reconoció en el juicio haber mantenido un único encuentro sexual con la guardia. La lectura de varios mensajes entre ellos hizo evidente que la relación era más estrecha y más frecuente. Uno de los cruces de What´s up es del 3 de mayo, dos días después del crimen. El vecino, tras interrogar a Rosa sobre el ruido de una motosierra que había oído en la noche del 1 de mayo, le manda una fotografía con contenido sexual explícito a Rosa y se emplazan para repetir un nuevo encuentro.

Los dos acusados, especialmente Rosa, intentaron tener todo atado y bien atado tras el crimen. Quizás, por el hecho de ser policías, tomaron toda clase de precauciones, pero no parece que las cosas les saliesen demasiado bien. Al contrario. Les salieron muy mal y, precisamente por su condición de policías, se les supone una mayor conciencia forense, algo que, desde luego, no tuvieron. Siguiendo con los testigos metidos en problemas, un cabo de la Guardia Urbana que declaró en el juicio también puede pasar un mal rato. El fiscal llegó a decir que le iba a acusar de encubrir el asesinato de Pedro, tras escuchar una conversación entre el cabo y Rosa, que el fiscal definió como farsa. La charla se produjo el día 12 de mayo, 24 horas antes de la detención de la mujer y en ella, los dos hacen alusión, entre risas, a los supuestos problemas de memoria del padre de Rosa para justificar que había declarado que vio a Pedro el día 2. Además, Rosa envió al cabo varios mensajes señalando a Albert como sospechoso, armando así, según el fiscal, una coartada.

Da la impresión de que todo lo que hicieron Rosa y Albert tras el crimen solo sirvió para apuntalar las sospechas sobre ellos. Exacto. Desde el mismo instante del crimen, los dos empiezan a fabricar coartadas que se han ido cayendo. Darío, un amigo de la víctima, contó ante el tribunal que a las 23.08 de la noche del asesinato, Rosa le mandó un mensaje en el que le contaba que Pedro se había ido de casa y que estaba muy enfadado con Rubén, el ex marido de Rosa, al que pensaba ir a ver con un bate de béisbol. Los dos procesados quisieron cargarle el muerto al mosso y de hecho, desplazaron el teléfono de Pedro hasta las inmediaciones del domicilio de Rubén la noche del asesinato. El problema es que fueron tan torpes que también llevaron los suyos, según demostraron los investigadores.

Recordemos que los mossos tardaron menos de diez días en detener a las dos personas que hoy se sientan en el banquillo, así que muy cuidadosos no fueron. Varios de los agentes que investigaron el crimen dijeron en el juicio que fue precisamente el comportamiento de Albert y Rosa tras la desaparición de Pedro lo que les delató. Se supone que Pedro se había marchado de casa y desde esa primera noche, según revelaron los posicionamientos de sus teléfonos, Albert y Rosa pasaron varias noches juntos –antes de que apareciera el cadáver-, cuando todos estaban de acuerdo en que Pedro y Albert no podían ni verse. Las acusaciones sostienen que lo hicieron así porque sabían que Pedro no iba a volver y no había riesgo alguno de tener un encuentro violento o desagradable. Antes del juicio, los mossos encontraron un dato que ha complicado aún más las cosas a la pareja que se sienta en el banquillo: una llamada perdida realizada por Albert a Rosa desde una tarjeta de móvil prepago comprada el 20 de abril que solo se activó la noche del crimen.

Para la Fiscalía y también para los mossos, esa llamada fue la señal para comenzar a ejecutar el plan que acabaría con Pedro Rodríguez asesinado. Rosa y Albert hablaron a las 22.04 de la noche del 1 de mayo con ese teléfono que consideraban seguro. El hallazgo complica la defensa de Albert, que sostiene que llegó a casa de Rosa mucho tiempo después, a eso de las tres de la mañana, cuando Pedro ya estaba muerto y él se limitó a ayudar a limpiar la escena del crimen y a deshacerse del cuerpo del agente. No sabemos qué explicación darán en los próximos días a ese cruce de llamadas. Según la investigación, los dos se deshicieron de un sofá manchado de sangre y pintaron una pared en la que también salpicó sangre.

La relación entre Rosa y Albert ha sido descrita por varios testigos durante el juicio. Uno de los testimonios que da una mejor idea del carácter y de la forma de desenvolverse por la vida de Rosa lo dio una de sus mejores amigas. Contó en el juicio que el 8 de abril, tres semanas antes del crimen, estaban ella y Rosa sentadas en una cafetería de Barcelona y que por allí apareció Albert de uniforme y le dio una cajita que contenía un solitario: “Para que te lo pienses”, le dijo al entregarle el anillo de compromiso. Rosa se lo puso en una mano y en la otra llevaba uno semejante, el que le había regalado Pedro. La misma testigo dijo que unos días más tarde, Rosa le confesó que había decidido quedarse con Pedro porque “viste y folla mejor” y que había devuelto el anillo a Albert, algo que no era cierto, según se demostró en el juicio, con una foto hecha el 25 de abril en la que luce el anillo que le dio Albert.

Parece poco probable, según los testigos y los peritos, que Rosa estuviese aterrorizada o, simplemente, tuviese algún miedo de Albert, tras el crimen. Los expertos que analizaron las llamadas y los mensajes que se cruzaron entre los dos procesados tras el asesinato y que ambos intentaron borrar de sus teléfonos, han dejado clara la intensa relación que mantuvieron después de la muerte de Pedro. Se llamaban unas treinta veces al día, hasta que los dos se dieron cuenta de que la investigación se estaba enfocando hacia ellos y cortaron repentinamente estos contactos. Según los peritos, en los mensajes de Rosa no había asomo de miedo, sino que le daba las gracias y lo invitaba a su casa una y otra vez.

Los teléfonos han sido, una vez más, claves en esta investigación. Una parte importante de las pruebas contra los acusados procede de ellos. Así es, aunque Rosa y Albert intentaron emplearlos a su favor, como cuando colocaron el de Pedro en las inmediaciones de casa de Rubén. O como cuando, con Pedro ya muerto, simularon que él enviaba mensajes desde su teléfono a su ex pareja y a su tía. Sin embargo, los peritos aseguraron que el léxico y el tono de estos mensajes no son los que habitualmente empleaba Pedro. Aparte de los contactos entre los dos acusados, ha habido una parte del análisis de sus teléfonos del que los investigadores han sacado petróleo: las galerías de fotos. Pese a que intentaron borrar todas, el trabajo de los forenses informáticos permitió recuperar muchas de ellas: Rosa con los dos anillos de compromiso, el sofá blanco que desapreció de casa de la mujer tras el crimen, coincidiendo con varias llamadas a una planta de recogida y tratamiento de residuos. Y hasta una imagen de una mano ensangrentada correspondiente al día 2 de mayo, cuando se supone que se deshicieron del cuerpo.

Una de las claves del juicio es conocer el estado en el que se encontraba la pareja formada por Pedro y por Rosa. La defensa de Rosa está empeñada en demostrar que ella y la víctima estaban viviendo un momento especialmente dulce en su relación para desacreditar la teoría de las acusaciones, que sostienen que Pedro era un estorbo para que Albert y Rosa prosiguiesen su relación y ese fue el móvil del crimen. La principal herramienta para comprobar en qué momento estaban de su relación está, una vez más, en los teléfonos móviles. Una perito que analizó los mensajes entre la víctima y la procesada definió la relación entre ambos como: “tormentosa, desequilibrada y muy polarizada”. Según esta perito, en las conversaciones se alternaban momentos de mucho amor, casi empalagosos, con reproches y celos. Pero sí destacó esta perito que en las charlas había peleas y muchas broncas. La defensa de Rosa, por su parte, se agarra a las conversaciones bizcochonas, en las que la pareja se plantea, por ejemplo, tener un bebé, para demostrar lo enamorados que estaban.

Los teléfonos también han servido para saber qué clase de relación mantenían los dos acusados en el momento en el que ocurrieron los hechos. Ahora, en los más de dos meses de juicio, hemos visto a Albert y a Rosa tan separados como permite el ancho del banquillo. Pero en abril de 2017, antes del crimen, la mujer trataba a toda costa de recuperar la confianza de Albert, enviándole mensajes dulces y cariñosos y quitándole importancia a su relación con Pedro, lo que choca con los mensajes de los que hablábamos antes de contenido romántico. Los mossos han contado en el juicio que antes de ser detenida, Rosa borró todos los mensajes cariñoso con Albert y dejó solo los que éste le mandó con cierto tono agresivo.