El capitán del Costa Concordia asegura que "salvó cientos de vidas" y que no abandonó el crucero: "me caí en una de las balsas salvavidas". En dicha balsa viajaban también el segundo y tercer oficial del barco.
Ante este argumento, un tanto dispar del capitán, preguntamos si conocéis alguna excusa peregrina o increíble de algún compañero de trabajo o amigo para justificar algo mal hecho.
Antonio nos cuenta que con 15 años se fue con sus amigos de fiesta y uno de ellos bebió más de la cuenta. Intentaron reanimarle un poco, pero se armó de valor y fue hacia su casa. Cuando su madre le vió y le preguntóde donde venía, la excusa fue: " nos han cogido unos gitanos, nos han robado y a mi me han obligado a beberme una botella de vino entera". Excusa válida porque su madre se lo creyó.
Otro oyente nos habla de su experiencia, donde en cierta ocasión esperando a un cliente, que venía a hacer un pago atrasado, recibió un correo que decía: "no he podido ir porque he tenido un transtorno psicomotriz con una crisis de ausencia, no sé lo que ha pasado y no sé donde está el dinero".
El padre de Antonio era un experto en excusas, pero la mejor fue en un viaje, en el cual se paró con una frenada de 5 metros en medio de un campo con el coche: "me he parado a beber un poquito porque tenía sed". El milagro de no tener un accidente al haberse dormido al volante ya era una excusa propicia.
Iñaki nos cuenta que una compañera de la gestoría se cogía distintas bajas por distintos motivos. Un dia el jefe salío con cara de asombro al hablar con ella. Le preguntaron qué habia pasado y el jefe contestó: "me ha dicho que no hacía nada porque se le había olvidado escribir".