Jefe del equipo médico que atendió a Teresa Romero | Un año después de ser dada de alta

José Ramón Arribas: “Los pacientes que han sobrevivido en nuestros hospitales en África mueren”

José Ramón Arribas es jefe de la unidad de enfermedades infecciosas de La Paz. Hace algo más de un año en su camino se cruzó un virus mortal identificado en el Congo en 1976. Un virus que tomó su nombre del río que cruzaba la aldea donde fue descubierto: el río ébola. Ésta no era la primera epidemia de ébola, aunque si la más dura y mortífera. Las últimas cifras de la Organización Mundial de la Salud hablan de 28.571 infectados y 11.299 fallecidos. Pero este brote, que comenzó el 6 de diciembre de 2013 con la muerte de un niño de dos años al sur de Guinea, ofrece dos peculiaridades más: la opinión general de la OMS actuó tarde y el hecho de que por primera vez el virus saltó fronteras y llegó a Occidente. Quizá por eso, esta vez, nos ha importado más.

Belén Gómez del Pino | @belengpino

Madrid | 05.11.2015 14:22

Hace una semana nació el que hasta ahora es el último paciente infectado por ébola. Un bebé sietemesino, nacido al suroeste de Guinea, en una aldea de la región de Forecariah. Su madre murió poco después de dar a luz. También sus dos hermanos, de 4 y 10 años, son casos positivos, confirmados la semana anterior. Los tres pequeños están siendo tratados en un centro especializado de ébola en Conakry, la capital de Guinea. Este país es el único que mantiene casos activos de ébola. Su vecino Sierra Leona, acumula ya dos periodos casi completos de cuarentena del virus, 42 días, lo que significa que este sábado podría ser declarado por la OMS país libre de ébola.

Es una situación que adquirió España el 2 de diciembre de 2014, justo la cuarentena tras el alta del único paciente contagiado de ébola en nuestro país, la auxiliar de enfermería Teresa Romero, infectada mientras atendía a uno de los misioneros españoles repatriados desde África, el doctor Manuel García Viejo. El contagio de Teresa, el primero por ébola en el mundo occidental, supuso una de las peores crisis sanitarias en España. El responsable del equipo médico encargado entonces de sus cuidados, el doctor José Ramón Arribas, recuerda en una entrevista con Onda Cero, que aquel mes de convalecencia fue “muy complicado. No sabíamos qué había ocurrido y nos preocupaba la seguridad de los compañeros. Más de 170 profesionales sanitarios se expusieron más de 800 veces a pacientes con ébola. Tuvimos sólo un contagio y eso era incompatible con un error catastrófico, que tuviéramos un problema en nuestros protocolos, pero eso no lo sabíamos en aquel momento”.

“Aquellos días se produjeron actitudes irracionales”

Tampoco ayudó la histeria colectiva que durante unos días se desató en España. Algunos miembros del equipo médico vivieron situaciones de rechazo en sus entornos más próximos. Son, dice Arribas, “actitudes que irracionales ue la gente toma en situaciones de pánico. Nuestra paciente estuvo varios días por la calle; las enfermeras de Dallas, una de ellas voló y el virus ébola no se contagia fácilmente, hay que estar muy cerca del enfermo y además cuando está teniendo vómitos o diarrea. Hubo actitudes muy desproporcionadas, profesionales que sufrieron claramente estigma, rechazo de vecinos, de compañeros”.

Un año después, Teresa Romero sigue supervisada con controles periódicos. El equipo médico asegura estar tranquilo “porque la evolución es muy muy satisfactoria pero siempre hay un pequeño grado de incertidumbre y es muy bueno que la tengamos controlada”. José Ramón Arribas se refiere a los dos casos conocidos en los que el virus ébola ha rebrotado, sin explicación, en dos pacientes ya curados: un médico norteamericano que tuvo una recaída en un ojo y, el más reciente, el caso de la enfermera británica que sufre meningitis por ébola diez meses después de su alta médica. “Esto no estaba escrito en los libros de medicina y hace que aumente nuestro nivel de prudencia porque habrá otras cosas que tampoco sabemos. Ahora mismo hay más de 20.000 supervivientes en África y se está haciendo un seguimiento para ver cómo son de frecuentes estas complicaciones.Sabemos que este es un virus que no se integra dentro del código genético de las células pero que puede resistir en algunos reservorios que llamamos inmunoprivilegiados porque de alguna manera ahí no deben llegar muy bien los anticuerpos. Estamos hablando del globo ocular, del sistema nervioso central, semen, leche materna y de la placenta”.

“Tratar el virus fuera de África nos ha permitido aprender mucho de la enfermedad”

El salto del virus a Occidente ha permitido también un conocimiento más intenso de la enfermedad. Los científicos saben ahora que el virus no ha mutado, “se ha seguido muy estrechamente, se ha hecho secuenciación durante toda la epidemia y la tasa de mutación ha sido la esperable en una epidemia que ha tenido tantas oportunidades de reproducción, un 3% de variación y no tenemos datos científicos que sugieran que el virus ha cambiado para hacerse más o menos agresivo y tampoco ha cambiado sus vías de transmisión”. También sabemos, es un dato objetivo, que la mortalidad de los pacientes tratados en los países desarrollados ha sido de un 19% frente al 50% que se da en África. Esto demuestra, a juicio del doctor Arribas “que hablamos de una enfermedad que es tratable, sobre todo dando máxima importancia al tratamiento de soporte”. Eso es, precisamente, lo que tienen en común los 27 pacientes tratados en esta parte del mundo, “han recibido un muy buen tratamiento de soporte: buena reposición de líquidos, de electrolitos, de sales y muy buen control, lo que hacemos en los hospitales cuando llega algún paciente con estos problemas”. Y quizá ahí está la clave de la supervivencia porque “este tipo de pacientes que han sobrevivido en nuestros hospitales, normalmente en África fallecen. Nosotros hemos tenido pacientes con una cantidad de virus en la sangre que cuando se ve en África, esos pacientes fallecen”.

Por eso es imposible calibrar la utilidad de los fármacos experimentales que se utilizaron con los pacientes. “Cada paciente ha recibido un tratamiento o dos o tres, es imposible saberlo. La manera que tenemos en medicina de saberlo es con los ensayos clínicos. Hay ensayos clínicos del famoso Zmaap en África, ensayos de suero de convaleciente pero el problema, que es un problema afortunado, es que se han acabado los pacientes, no hay suficientes pacientes como para que tengamos una idea de si estos fármacos funcionan o no, nos hemos quedado a las puertas de saberlo”.

Caso aparte son las vacunas. Su desarrollo ha vivido una aceleración durante este año. España ha contribuido al desarrollo de una de ellas, la VSV ébola, que utiliza como vector un virus porcino inocuo para el ser humano pero modificado con un gen para que sintetice una proteína de ébola. Se obtiene entonces un virus que es 99% porcino pero con una proteína de ébola y que es inoculado al ser humano para que produzca anticuerpos contra ambos virus. España ha participado con 40 voluntarios que están ahora mismo en fase de estudio, para comprobar cuántos anticuerpos han producido. Pero, recuerda José Ramón Arribas, “esta vacuna se ha ensayado ya en más de 10.000 voluntarios sanos. También se ha ensayado en Guinea y este verano se publicaron los resultados de eficacia que eran muy prometedores. Nadie de los vacunados tuvo la enfermedad después de que hubiera hecho efecto la vacuna”.

“Estamos mejor preparados que hace un año para hacer frente al ébola”

Es una respuesta rotunda del doctor Arribas. Disponemos en toda España de siete unidades capaces de albergar unidades de aislamiento de alto nivel como la que él dirige en el hospital Carlos III, dependiente de La Paz. Hace unos días la vicepresidenta del Gobierno y los ministros de Defensa y Sanidad inauguraron la instalada en el Hospital General de la Defensa. Son instalaciones dotadas de tecnologías de última generación para la atención de enfermedades infecciosas de alto riesgo, habitaciones de presión negativa, esclusas ampliadas para facilitar los movimientos... También se ha mejorado la formación del personal, que periódicamente realiza entrenamientos con los equipos de protección individual. Sin embargo, matiza Arribas, “lo que hace falta, y eso está en reflexión, es que haya un dispositivo de personal formado en epidemias que se pueda desplazar inmediatamente a zonas de crisis sanitarias como ha ocurrido con esto. No es una cuestión de saber si va a haber otra epidemia, sino saber cuándo va a ser y hay que estar preparado. La OMS tiene que estar preparada”.

Y es que la Organización Mundial de la Saludha sido profundamente criticada por su manejo de la crisis internacional de ébola. Se ha reprochado su tardanza en declarar la epidemia, en lanzar la alerta internacional. Las organizaciones no gubernamentales que trabajan sobre el terreno alertaron mucho antes que la OMS de que esta epidemia no era como las anteriores. Reconociendo esta verdad, el doctor Arribas sí rompe una lanza en favor del organismo internacional. “En la epidemia de gripe de 2009 se les acusó de lo contrario. Encontrar el momento justo y preciso es complicado, pero se ha reprochado la tardanza advertir que esto era algo sin precedentes. Luego se ha mejorado y la próxima estaremos mejor preparados. Pero, y es fundamental, tiene que haber más conciencia a nivel planetario de que estos problemas no son sólo una amenaza para la salud, sino de seguridad para todo el mundo”.

La actual epidemia de ébola, que deja un rastro de más de 11.000 muertos, está a punto de ser totalmente controlada en África. Cuando lo sea, el virus volverá a la selva tropical, a su medio natural, donde encuentra sus reservorios en los murciélagos de la fruta y probablemente en los simios. Dicen algunos expertos que si el hombre deja de invadir la naturaleza estas amenazas nunca llegarían a la especie humana. Como dijo el poeta norteamericano Robert Frost, “en la naturaleza no existen ni premios ni castigos. Sólo existen consecuencias”.