Urduja, su nombre local, se ha convertido en una borrasca con vientos sostenidos de 55 kilómetros por hora y ráfagas de hasta 90 kilómetros por hora que se mueve en dirección sursuroeste a 15 kilómetros por hora, informa hoy el servicio meteorológico filipino (PAGASA).
No obstante, las copiosas precipitaciones que la acompañan aún son una amenaza para la población en forma de inundaciones y corrimientos de tierra, por lo que la alerta hoy está dirigida para Quezon, Batangas, Mindoro, Marinduque, Romblon y al norte de la isla de Palawan, la más occidental de Filipinas y antesala del mar Meridional de China.
Las víctimas mortales son un niño que perdió la vida en una riada, un adulto que murió en una avalancha de tierra y un pescador que falleció en un "accidente", según el Consejo Nacional de Gestión y Reducción del Peligro de Desastre (NDRRMC, sigla en inglés).
Los desaparecidos son tres pescadores y tres personas sepultadas por un corrimiento de tierra.
De las 221.953 personas afectadas, 87.719 se encuentran acogidas en 264 centros de evacuados, mientras que 198 son atendidas fuera de estos centros, según datos del NDRRMC.
Al menos dos puentes y 19 tramos de carreteras han quedado intransitables y 15.534 personas se encuentran varadas en distintos puertos por la cancelación de los viajes marítimos.
Se han cancelado también 57 vuelos nacionales desde el día 13 a causa de Kai-Tak, de ellos al menos 21 este domingo.
Entre 15 y 20 tifones visitan todos los años el archipiélago filipino durante la temporada lluviosa que, por lo general, empieza en mayo o junio y concluye en noviembre o diciembre.
El tifón Haiyan, uno de los más poderos en el registro de Filipinas, visitó el país en noviembre de 2013 con rachas de viento de hasta 315 kilómetros por hora y dejó 6.300 muertos, más de mil desaparecidos y 14 millones de damnificados.