En declaraciones a los medios alemanes tras una reunión del gobierno bávaro en Múnich, Herrmann explicó que presumiblemente el agresor, un alemán de 27 años, tiene problemas psiquiátricos y de drogadicción.
El hombre, detenido en el lugar de los hechos tras el ataque, ha confesado ante la policía.
Las fuerzas de seguridad siguen investigando la posibilidad de que haya una "motivación política" en lo sucedido después de que varios testigos indicaran que el joven gritó "Alá es grande" en la estación de tren.
Según el ministro de Interior, citado por el diario "Süddeutsche Zeitung", el detenido no era totalmente desconocido para la policía; hace dos o tres días había llamado la atención de las fuerzas de seguridad en otro estado federado por su "extraño" comportamiento, aunque no se adoptaron medidas.
La edición digital del semanario "Der Spiegel", citando fuentes de la investigación, señala que el joven fue identificado con estupefacientes este domingo en un desfile de música tecno, en el que había consumido "gran cantidad de drogas".
Según la primera reconstrucción policial de los hechos ofrecida por el portavoz de la Oficina de lo Criminal (LKA) de Baviera, Karl-Heinz Segerer, a la cadena de noticias "N24", el agresor, natural del estado federado de Hesse (oeste de Alemania) llegó a la estación de Grafing poco antes de las 04.50 hora local (02.50 GMT).
Entonces entró en un tren de cercanías y atacó por la espalda y con un cuchillo de unos 10 centímetros de hoja a la primera de sus víctimas, un hombre de 56 años (no de 50 como informó erróneamente la policía en un primer momento) que acabó muriendo en el hospital.
A continuación volvió a salir a los andenes y allí acuchilló a su segunda víctima, que resultó herida grave, y después, ya en la plaza situada frente a la estación, atacó a dos ciclistas, ingresados con heridas leves.
Los tres heridos, que según el comunicado de la fiscalía tienen 58, 43 y 55 años, iban a desplazarse a Múnich para ir a trabajar y se encuentran ahora en distintos centros hospitalarios de la zona.
Varios agentes de policía que se encontraban en las cercanías de la estación se acercaron de inmediato al lugar de los hechos y detuvieron al atacante en los andenes sin que éste opusiera resistencia.
En los andenes quedaron rastros de sangre y huellas de pies descalzos, pertenecientes presumiblemente al agresor.
Segerer recalcó que el agresor actuó en solitario y que "se descarta totalmente cualquier peligro para la población".