El proceso de restauración y recuperación de la portada gótica del santuario de Nuestra Señora de Gracia, en la localidad pacense de Oliva de la Frontera, ha sido dado por culminado con la bendición de la misma en un acto celebrado este pasado viernes.
La intervención, promovida y dirigida por el Centro de Conservación y Restauración de Bienes Culturales, ha permitido consolidar y detener el "avanzado estado de deterioro" que presentaba la portada, afectada por humedades, sales y el denominado "mal de la piedra", así como por la utilización de morteros inadecuados en actuaciones antiguas, según ha precisado la Junta de Extremadura en nota de prensa.
En dicho acto ha estado presente la consejera de Cultura, Turismo, Jóvenes y Deportes, Victoria Bazaga, quien ha subrayado que la restauración de este pórtico "refuerza la identidad y sentimiento de pertenencia de todo un pueblo en torno a su santuario", al tiempo que ha ha apuntado a la importancia de que "cada pueblo pueda reconocerse en su historia y mostrarla con orgullo" a los visitantes.
Asimismo, Bazaga ha remarcado el compromiso de la Junta de Extremadura con la conservación del patrimonio histórico-artístico "como motor de cohesión social y generador de oportunidades en el medio rural".
Por otra parte, la consejera ha puesto en valor el trabajo del equipo de restauradores y de los profesionales del Centro de Conservación y Restauración de Bienes Culturales, cuyo "rigor científico y sensibilidad artística", ha remarcado, permiten hoy "contemplar de nuevo la portada como la concibieron sus promotores hace cinco siglos, pero preparada para resistir los desafíos del futuro".
La portada, realizada en granito y fechada entre finales del siglo XV y comienzos del XVI, se atribuye al entorno de don Pedro Suárez de Figueroa, cuyo escudo heráldico, con las cinco hojas de higuera de la familia, preside el conjunto.
Se trata de un ejemplo de portada flamígera, con arcos apuntados y conopiales decorados con bolas isabelinas y enmarcados por un alfiz de moldura entorchada, de clara influencia portuguesa dentro del estilo manuelino renacentista.
Este acceso al templo se ubica en uno de los frentes principales del santuario, considerado entre los más antiguos de la Península Ibérica, en uso ininterrumpido desde época tardoantigua.
Antes de la intervención, el pórtico presentaba pérdida de relieve y zonas muy descompuestas, agravadas por la mala calidad de parte de la piedra, la acción de las aguas subterráneas y de las humedades por capilaridad, así como por la presencia de sales higroscópicas y juntas ejecutadas con morteros de cemento, nocivos para el granito.
Los estudios previos y los mapas de alteraciones elaborados por el equipo técnico permitieron diseñar un tratamiento específico para cada patología, garantizando la estabilidad y la lectura histórica de la portada.

