Dura derrota del Manchester City en Oporto ante el Chelsea, en el que hubiera sido su histórico primer título de la Liga de Campeones y un enorme espaldarazo a la trayectoria de Pep Guardiola como entrenador.
Pero contra todo pronóstico el rocoso Chelsea de Thomas Tuchel hizo un partido muy inteligente y ganó con todo merecimiento la preciada orejona. Fue una final intensa , táctica, equilibrada y poco brillante, pero lo importante , llegados a ese Punto era ganarla. Y ganó el conjunto londinense.
A Guardiola se le fichó entre otras cosas para ganar la Champions, como se ficha a Pochettino en el PSG o a Flick en el Bayern o a Zidane en el Madrid. Pero solo gana uno. Y cada año compiten Díez grandes europeos a por el título continental y sólo gana uno, por tanto fracasan nueve , por lo menos.
A mi la palabra fracaso siempre he dicho que no me gusta en el argot deportivo. Para fracasar hay que no intentarlo, hay que poner poco o ningún interés. Cuando luchas y lo intentas y es más, llegas casi hasta el final, no puede ser nunca fracaso.
Ser subcampeón de la Champions no está al alcance de muchos, de ahí el gesto de Pep Guardiola besando la medalla del llamado perdedor honrando lo que otros muchos deportistas inconscientemente desprecian en esos duros momentos arrancándose la medalla del cuello como si fuera un deshonor.
A Guardiola le están esperando permanentemente, por su vinculaciones anteriores con el Barcelona los enemigos del barcelonismo , por su ideas políticas o simplemente por su forma de ser. Ese es su principal pecado. Fue perder la final y arremeter contra él desde muchos sectores. Y no digo que no se pueda discrepar con su decisión de no poner pivote en la final, que pareció un error, sino tratar de menospreciar una trayectoria que tiene de todo lo más brillante posible.
Guardiola ha ganado ya tres Premier y más de 30 títulos con apenas 50 años, es una bendición para el fútbol y todo, todo lo que ustedes quieran menos un fracasado, y menos siendo subcampeón de la Champions.