Desde la llegada del técnico serbio, el Oviedo transmite una imagen de conjunto sólido, estructurado y ambicioso. El discurso de Paunovic, centrado en fases de trabajo y crecimiento progresivo, ha calado tanto en el vestuario como en el entorno del club. "Dividimos la temporada en fases, y en los tres primeros partidos conseguimos los objetivos", afirmó tras el duelo en Córdoba. No se trata solo de resultados, sino de mentalidad. "Siempre miro hacia arriba. Matemáticamente todavía es posible pelear por el ascenso directo", dijo, lanzando un mensaje claro de ambición y confianza.
El técnico no oculta los contratiempos: las lesiones han condicionado el rendimiento de algunos jugadores clave. Sin embargo, insiste en que el equipo "ha recuperado la confianza" y que "toca seguir ejecutando". Su lenguaje habla de planificación, de método, de evolución. Y lo cierto es que el Oviedo ha crecido desde su llegada: en intensidad, en competitividad y en solidez mental.
Las próximas tres jornadas serán un auténtico termómetro: Levante (en casa), Huesca y Racing (fuera). Tres rivales directos, tres pruebas de fuego que definirán el alcance real del sueño carbayón. El descanso programado para hoy será clave para recuperar energía antes de una semana que puede marcar un antes y un después.
Si algo ha demostrado este Oviedo de Paunovic es que cree en su trabajo y compite como bloque. En una categoría tan igualada como la Segunda División, esa combinación puede ser diferencial.