La cafetería de Pepe, El Bariloche, abre a las 7 de la mañana. Sin embargo, hay mucho trabajo previo, el que no se ve, pero que es necesario para que podamos disfrutar de los pinchos recién hechos y todo lo demás. Pepe empieza su jornada a las 3.45h y no para hasta las 16 o 16.30h. El momento más relajado es cuando está solo y puede ir a su ritmo. Cuando llega la clientela (muy fiel a primera hora y cada vez menos gente de doblete) todo puede pasar. Para él el peor momento de todos es en torno a las 15h, cuando el cansancio ya se nota.
Madrugar tanto cuesta un tiempo. Hay que adaptar el cuerpo, sobre todo cuando se trata de bajar de las 6 de la mañana. Pese a ello, nunca en su vida se ha quedado dormido. Ahora ya está hecho y no lo cambiaría porque le costaría más trasnochar que madrugar aunque la vida social se resiente porque a las 18h se va a la cama y a las 20h ya está a oscuras totalmente. Para él dormir la mañana es despertarse a las 5 de la madrugada, algo que hace los domingos. Sabe que es un trabajo muy duro y entiende que los jóvenes no se vean muy tentados. Reconoce que si le surge algún imprevisto le cuesta mucho encontrar personal aunque no madrugue ni mucho menos tanto como él (hasta las 8h no tiene ayuda detrás de la barra).
Pepe tiene dos secretos. Tomarse tres cafés seguidos cuando desayuna a las 4.30h y estar acompañado por la radio. Y es afortunado porque ve despertar todos los días a Gijón y, asegura, los amaneceres son espectaculares. Incluso hay un grupo en redes sociales que puso en marcha, aunque ha dejado de subir fotos porque le quitaba mucho tiempo.