Tras acudir a su centro de atención primaria le negaron, sin prueba alguna, que estuviera contagiada. Insistió con el teléfono habilitado por la Junta de Andalucía pero nunca pudo hablar con alguien que no fuera un contestador. Semanas después ha comprobado que los síntomas que tenía era lo que sospechaba aunque para conocer que ha sido una de las contagiadas en Granada ha tenido que pagar las pruebas con su propio bolsillo.