El sexto hombre

Las malas costumbres

No te recité el manual del buen baloncesto cuando España arrolló a Serbia. No pretendas que eche mano del manual del ataque frontal tras la derrota ante Francia. Recurro al corazón y la razón para escribir estas líneas en un día en el que hay que saber relativizar la tristeza de quienes seguimos, tú que me lees incluido, a esta generación de jugadores desde hace ya unos cuantos años. Gratitud eterna por hacernos soñar con la posibilidad de alcanzar los imposibles. Grandes siempre en la victoria, el paso del tiempo demostrará que también lo son en la derrota.

ondacero.es

Eurobasket | 21.09.2013 19:10

Sergio Rodríguez trata de zafarse de la marca contra Francia
Sergio Rodríguez trata de zafarse de la marca contra Francia | EFE

Una anécdota para ejemplificar lo que ha significado, y significa, esta selección. Confesión de una estrella de la NBA a la delegación española. No son palabras surgidas de la boca de un don nadie. Quien ha dado las gracias a España, incluso después de haber sido el artífice de la victoria gala, es un campeón de la NBA con San Antonio Spurs. Una estrella. Tony Parker da las gracias a España porque merced a su dominio continental en los últimos años, una generación extraordinaria de jugadores galos han seguido unidos buscando desbancar a nuestra selección del trono. Si esta España no hubiera existido, Tony Parker y compañía hacia tiempo que habrían desistido.

Si un profesional de la talla de Parker se confiesa de tal manera ante la delegación española desplazada en Eslovenia, ¿qué podemos decir los demás? Que el mensaje de gratitud no suene a que se ha llegado al final del camino. Un derrota que servirá, estoy seguro de ello, para espolear el espíritu competitivo de unos jugadores que han logrado todo aquello que siempre soñamos y que nunca imaginamos que fuera a ser real. Hace quince años que no se pierden una semifinal en un Europeo. 15 años. A semejante dato suma los logros en los Juegos Olímpicos y el título Mundial en Saitama. 

Año 2013: España pierde en la prórroga después de disponer del tiro para el triunfo. Año 2005: España es apeada de la final por una canasta sobre la bocina de un alemán de cuyo nombre no quiero acordarme. Año 2010: España es eliminada por un triple desde nueve metros de un serbio cuyo nombre tampoco quiero recordar. Tres eliminaciones que bien pudieron ser triunfos, medallas y multitud de halagos. Siempre hemos sido capaces de competir. 

Ante Croacia queda el más difícil todavía. Refrendar todo lo conseguido con una medalla de bronce. Sabe a poco dirás, pues tenemos selección para alcanzar el oro, la mejor selección del campeonato en un torneo en el que las bajas nos abrían las puertas de la Historia. Todo ello puede ser cierto, pero no más cierto que pensar que Francia tiene un combinado creado para el título, al igual que Lituania o Grecia, que quedó fuera de los cruces definitivos, o Eslovenia. Y te recuerdo, por mucho que haya quienes quieran echar “mierda” sobre el seleccionador o sobre quien quieran, que estuvimos a unas pulgadas de alcanzar una nueva final. 

Las mismas pulgadas que nos permitieron disputar una final de un Mundial. Hace siete años toda España gritó descosida por el pánico cuando Nocioni se elevó desde la esquina para ganar el partido. Esa misma esquina que en esta ocasión nos ha sido esquiva con el triple de José Manuel Calderón. Entonces el aro repelió el lanzamiento, los jugadores corrieron poseídos por la inmensa alegría del vencedor mientras la selección argentina, otra generación espléndida de jugadores, se quedaba con la miel en los labios. Ídolos aquellos días para todos. Distanciados de la gloria hoy por la misma regla de tres.

Si España consigue levantarse tras la caída, superar el mazazo que supone perder cuando lo tienes todo de cara, y vence a Croacia en la lucha por el tercer y cuarto puesto tendremos que ponernos en pie como hemos hecho hasta ahora. Y aplaudir. Dentro de unos años, y no pienses que muchos, recordaremos estos momentos y querremos tener la posibilidad de lanzar nuestras iras sobre alguien por haber perdido una semifinal. Ojalá en el futuro podamos seguir con nuestras malas costumbres. Hasta entonces, solo queda dar las gracias.