Nos hemos vuelto muy humanos hablando de lo mundano y de su valor, así que vamos a escuchar a las personas y a darles un momento de verdad en el que valoremos eso que nos hace humanos en el mundo.
Lo cotidiano que tiene un abrazo, contemplar la belleza de un amanecer, saborear un café o confirmar lo bien que sienta un montadito de lomo a tiempo. Disfrutar lo sencillo de vivir. Conociendo, también, la amargura de la vida. Hemos vivido el dolor de perder, de caer, pero también el valor de levantarnos. Así es el mundo que nos ha tocado vivir y podemos elegir si lo afrontamos con serenidad o con angustia.
Términos como 'Eco-ansiedad', 'desesperanza' o 'depresión' se asientan en las nuevas generaciones
Se han preguntado alguna vez ¿con cuál de estas sensaciones vivimos en este tiempo? Teniendo en cuenta que hay quien diagnostica que la educación de nuestros niños está basada en el miedo, y parece que términos como eco-ansiedad, desesperanza o depresión se están asentando en las nuevas generaciones, podríamos determinar que miramos el futuro de manera inquieta.
"Todo peta, explota, sin remedio", afirma el nieto de Gregorio Luri, filósofo y maestro de escuela que ve y siente ese miedo en las aulas. Se dedica a observarnos desde distintas perspectivas y le ha dado una vuelta, dos o trescientas para escribir 'En busca del tiempo en que vivimos. Fragmentos del hombre moderno' en el que reivindica lo que nos hace humanos para evitar que se pierda nuestra capacidad de asombro.
"Vivan la risa, el matrimonio y la cerveza"
"Madrugas y ves a la gente que va a las cinco de la mañana a trabajar porque hay que hacerlo y porque tienen que poner en casa un plato de comida para sus hijos. A mí me parece admirable y tendemos a despreciar esa bondad y sabiduría cotidiana. Así que, viva la risa, el matrimonio y la cerveza, una utopía cotidiana que está al alcance de nosotros", explica el profesor en 'Por fin no es lunes'.
En un mundo en el que ya no nos sorprende nada y en el que se ha llegado a instaurar el miedo a nosotros mismos, Luri reinvindica el optimismo hacia el futuro: "El ser humano es futurizador y si el futuro se vuelve negro, es el ser humano quien acaba con heridas. En este sentido, claro que hay problemas en el mundo, pero ¿quién está en mejores condiciones para resolverlo: el que actúa con serenidad o el que actúa con aspavientos?".
La diferencia entre lo posible y lo real
Según el profesor, actualmente nos encontramos en una situación en la que hay una pérdida de autoridad, de aquellas figuras que funcionaban en el pasado y que te orientaban hacia el futuro. Por este motivo, afirma que vivimos en una "inflación del presente" que hace que en el fondo, como no sabemos cuál es la "diferencia entre lo posible y lo real, vivimos con una perplejidad enorme porque lo posible siempre se incrementa en detrimento de lo real".
Por eso, cada vez más, los jóvenes miran con más miedo al futuro y creen que son unos malos gestores de sus propios intereses: "Todos hemos tenido en nuestro pasado momentos en los que te sientes orgulloso. Si resulta que con todos esos hemos estado a la altura, ¿por qué no intentamos construir una imagen posible de lo que podemos llegar a ser?. No se trata de construir una imagen hipotética de nosotros mismos, sino de estar a la altura de lo más noble de lo que ya hemos sido".