Nada está escrito. Todo puede pasar. Se lo decía el viernes. Pues bien. Así ha sido.
No tenemos ni idea de qué puede pasar en España en los próximos meses y la incertidumbre siempre es mala consejera, por ejemplo, para la economía.
Estas elecciones solo han concitado unanimidad generalizada en una cosa: en pedir dimisiones.
Los que exigen la de Feijóo por haber fallado en el objetivo a pesar de haber ganado los comicios.
Los que reclaman la de Abascal porque Vox se ha estampado.
Los que claman por la del superviviente Sánchez por volver a coquetear con los que España les importa un bledo, y es textual.
La de Yolanda Díaz porque aunando 17 partidos y ha sacado menos escaños que Podemos en solitario.
Pero nada. Alejen toda esperanza. En España dimitir no se estila.
Y todo esto en el escaparate europeo. Que para eso somos presidentes de turno de la Unión Europea.