Cuarto día de movilizaciones agrarias con tractores entrando en grandes ciudades o dificultando la circulación. Más allá del debate, que desde luego existe, entre el derecho a la huelga legítimo y el derecho de los demás a seguir con su actividad, causa ternura ver los bandazos con los que el gobierno se mueve en este asunto.
En sólo 24 horas, por ejemplo, la vicepresidenta Montero ha pasado de calificar a los agricultores como ultraderechistas que buscaban tumbar a Pedro Sánchez a decir que comprende las movilizaciones y que al campo hay que cuidarlo. Es el ejemplo gráfico de que este es un problema que está sobrepasando al Ejecutivo, que no sabe cómo afrontarlo. Y eso que se autoelogian como expertos en buscar soluciones para la convivencia de los españoles.
