EN MÁS DE UNO

VÍDEO del monólogo de Carlos Alsina en Más de uno 03/07/2018

En una hora estará aquí José María Aznar. Ha despertado gran expectación la presencia en este programa del ex presidente del gobierno y ex presidente del PP y ex presidente de honor.

Carlos Alsina | @carlos__alsina

Madrid | 03.07.2018 08:19

El afiliado Aznar. Que tiene dicho que él no se va a pronunciar ni por uno ni por otro candidato a la presidencia del partido. No está en eso. Como no está el noventa por ciento de los militantes del partido, que han pasado de apuntarse a la votación de pasado mañana.

Sabremos, a las nueve, en qué está Aznar.

La Razón cuenta hoy en qué está Rajoy. En rechazar la presidencia de honor del partido, una vez que se haya elegido nuevo líder, para no parecerse en eso tampoco a su antecesor. Y en qué está Cospedal: en señalar a Pablo Casado como el candidato del aznarismo a ver si así consigue frenarle.

Mientras el PP resuelve lo suyo, Pedro Sánchez sigue tomando decisiones.

Junqueras camino de Manresa. Por decisión, política, del presidente del gobierno.

Hoy serán trasladados a cárceles catalanas los seis primeros reclusos procesados por rebelión que están en prisión preventiva por decisión del juez Llarena. Sacarles de prisión sólo está en manos del juez. Cambiarles de cárcel es lo más que puede hacer el gobierno. No está obligado a hacerlo. La pregunta, que sólo es posible plantearse en términos teóricos, es qué habría hecho hoy Sánchez si en su mano estuviera no sólo el traslado sino la excarcelación. O planteado de otro modo, cuál es la posición del presidente respecto del procedimiento penal que está vivo en el Tribunal Supremo. A qué se refería cuando dijo aquello de que hay que reescribir el delito de rebelión para adaptarlo a estos tiempos nuestros.

Es sabido que el PSC de Iceta y la ministra Batet (los encargados de desinflamar la cuestión catalana) están en contra del encarcelamiento preventivo. En esto no hay duda: si de ellos dependiera, ni Junqueras ni los Jordis habrían pisado nunca la cárcel.

No hay irregularidad alguna en el traslado de los reclusos y no tiene por qué considerarse una concesión. Pero es inevitable que el asunto se analice como lo que es: una decisión política. Tomada por el presidente del gobierno. Con intención de que tenga algún efecto.

¿Qué efecto desinflamatorio es ése? Qué indicios tiene Sánchez de que cambiando de prisión a Junqueras y Rull va a cambiar la actitud de los dirigentes independentistas que están fuera. Rufián no va a dejar de llamarle carcelero y secuestrador porque traslade a su líder a Manresa. Sánchez sabrá si la próxima vez se anima a replicarle en el Congreso o vuelve a guardar un embarazoso silencio. ¿Torra va a aflojar con la matraca del referéndum o vendrá a la Moncloa el lunes a piñón fijo?

Hace dos años, el nuevo gobierno de Rajoy creyó que exhibiendo su voluntad de desinflamar y haciéndole caricias a Junqueras lograría abortar la hoja de ruta que conducía a la autodeterminación por las bravas. La operación diálogo, que acabó en fiasco. Ahora la duda es si no le acabará pasando a Sánchez lo mismo. Que de tanto exhibir su afán pordesinflamar acaben siendo QuimDeMont y su mentor berlinés quienes le hagan creer que lo tiene todo controlado antes de clavársela montándole otro primero de octubre.

Lo relevante, más allá de la sanción penal que acabe teniendo lo que sucedió, lo relevante ahora es si el intento de tumbar la Constitución en Cataluña (el golpe a la legalidad democrática) quedó sofocado en octubre y sofocado del todo. Si Rajoy se ha ido del gobierno habiendo dejado abortada la arremetida o sólo está sólo en modo pausa. Listos sus promotores para darle a la tecla y ponerlo en marcha de nuevo. A través de los testaferros que han sentado en los sillones de la Generalitat, Torra, Artadi, Aragonés. Los nuevos a las órdenes de los de antes. Los nuevos a las órdenes de los expatriados y los presos.

Sánchez intentando parchear el siniestro total que para su crédito como regenerador de los medios públicos ha supuesto el compadreo con Pablo Iglesias para colocar a alguien de la cuerda al frente de Radio Televisión Española.

Después de que Pablo hiciera saber, por todos los medios a su alcance, que era él quien escogía al presidente de la corporación, o presidente, porque así lo había acordado con Pedro; después de que Pablo pregonara el nombre de su apadrinado, Andrés Gil, dando a entender que el PSOE ya se lo había bendecido, es ahora cuando el PSOE ha puesto como requisito que el aspirante sea ya de plantilla de la empresa pública. No se le solivianten los sindicatos antes incluso de empezar a pilotar aquello.

Con el nuevo candidato, el actual director de Radio 3 Tomás Fernando Flores, el gobierno neutraliza el posible rechazo interno. Pablo Iglesias traga con que el presidente no lo escoja él y, de hecho, menciona como hecho relevante que con éste, a diferencia de Gil y Pardo de Vera, con éste no ha sido él quien ha hablado.

Ya dice Pablo que el que ha estado de diez ha sido Andrés Gil renunciando a ser candidato: enorme sacrificio de quien saber que lo suyo no va a prosperar y prefiere borrarse él antes de que lo borren como si fuera un tuit.

En la primera votación, ayer, la lista pastelera de consejeros que han montado a seis manos PSOE, Podemos y el PNV no prosperó. Se quedó muy lejos de los dos tercios de la cámara que representan eso que se llama el consenso. Fracasado el primer intento, ahora viene el segundo, en el que consenso se le llama a tener mayoría absoluta. Lo que para otras cosas se llama el rodillo. ¿Qué necesitan Pedro y Pablo para que su lista-desembarco salga adelante? Pues que se la apoye Esquerra Republicana. Que al partido que en Cataluña se reparte los medios públicos con el PDeCAT como si fueran cromos le apetezca sumarse también a esta operación, o dicho de otra forma, que el precio que le ponga a su apoyo sea asumible para quien tendrá que pagarlo. Que es Sánchez.

Ya explicó ayer Tardá, para que nadie se despiste, que su modelo de neutralidad es TV3.

Esquerra en esto es como Pablo Iglesias. Tiene muy claro que controlar la televisión y la radio públicas vale más que una consejería o un ministerio. Esto de Pablo que recordábamos ayer.

Dame los telediarios. A Iglesias le ha tocado ceder en el nombre del presidente, pero ya dará la batalla para colocar director de informativos. Y ha colocado a dos personas muy afines en la lista del nuevo consejo. Fíjate: tanto criticar al presidente que puso Rajoy, José Antonio Sánchez, por admitir que era votante del PP, y ahora tenemos una consejera, Rosa María Artal, que no es que haya sido votante, es que ha ido en una lista de Podemos. Y a otra consejera, Fallarás, conocida por sus ataques a los medios de comunicación privados como cómplices de lo que ella considera una infamia: la exaltación de la transición. Que para ella es el fruto de un pacto con los criminales.

Ahora les toca, a algunos (y algunas) que han predicado mucho estos últimos años ser ellos quienes toman las decisiones. Ahora serán ellos quienes sean fiscalizados para ver hasta qué punto cumplen con las obligaciones que tienen con todos los ciudadanos: esa radio televisión pública modélica que ellos dicen saber cómo hacer.