En España hay 18.000 niños viviendo en centros de acogida y, a su vez, hay miles de familias esperando en listas para avanzar en los procesos de adopción de menores, muchas de las cuales nunca llegarán a poder adoptar. Por ello, es importante visibilizar el acogimiento familiar como una opción para ofrecer una segunda familia a todos los menores que viven en estos centros.
Tres hermanos de acogida en una nueva familia
Paola Perea, de 19 años, es estudiante de ADE y Derecho y vive ahora en una residencia de estudiantes, pero fue una niña de acogida junto a sus dos hermanos. Cuando tenía apenas 8 años, ingresó en un centro de menores con sus hermanos pequeños de 4 y 5 años.
Una familia decidió acogerles a los tres juntos, algo que es "muy difícil y muy valiente" por su parte, valora Paola. Desde entonces, viven los tres juntos con su familia de acogida que, aunque en un principio pensaban acoger únicamente a un menor, decidieron no separar a los hermanos y acoger a todos.
Sobre su adaptación a su nueva familia, Paola recuerda que fue fácil y que fue una experiencia de agradecimiento, pues era consciente de que le podrían haber separado de sus hermanos. Durante todo este tiempo han mantenido la relación con su madre biológica, algo que Paola considera que es "muy importante", pero también complicado.
"Mi madre se va, pero seguro que vuelve a por mí"
Irati Vidán llegó a un piso de acogida con 9 años. "Cuando llegué, me abrieron la puerta y me encontré a tres mujeres mayores y dos personas más jóvenes", recuerda Irati mientras cuenta que fue su madre quien la llevó al piso y, por ello, pensaba que en algún momento volvería a por ella.
Aquella primera noche, le pidió a su compañera de habitación que no bajase la persiana para "hacer como que no había pasado el día y pensar que seguía estando con mi madre". Entonces, Irati no entendía nada de lo que estaba ocurriendo. Apenas iba al colegio, no estaba bien atendida por su madre, pero ella lo había normalizado.
"Te entran dudas de si estás ahí porque has hecho algo, si es porque te ha tocado o porque realmente hay una explicación", cuenta Irati, quien aconseja que es mejor explicar las situaciones a los menores y no sobreprotegerlos ocultándoles información. En esos centros le repetían la frase de "estás aquí porque tus padres te quieren, pero no te saben querer bien", pero esta frase, lejos de ser aclaratoria, le causaba gran confusión.
Tras esa experiencia Irati creó la asociación Haziak en Navarra, que ofrece apoyo a las personas extuteladas en su proceso de integración a la vida adulta. Haziak en euskera significa 'semilla' y a la vez 'crecer'.
Volver al infierno cada fin de semana
Por su parte, Raúl Serrano llegó a un centro de menores a los tres años con su hermana pequeña, con una discapacidad. Lo que más recuerda es "esa sensación de soledad; de estar rodeada de muchísima gente, pero el silencio atronador de las noches", explica.
Vivir en un centro de menores se convirtió en su normalidad. De lunes a viernes vivía en ese centro, y de viernes a domingo con sus padres. Cuando creció, se encontró con muchas otras realidades que no concordaban con la suya. "Cuando tienes 15 años te empiezas a preguntar qué va a pasar contigo a los 18, empiezas a preguntarte por qué estás ahí, cuál es la causa, si tus padres te quieren o no", cuenta Raúl.
La situación de su hogar era muy compleja. Su padre vivía en relación de poligamia con dos mujeres. Había violencia machista, pero entre ellas también ejercían la violencia vicaria hacia él y su hermana. "Era un sinvivir. Yo no entendía nunca cómo no había un seguimiento de esa realidad, cómo nadie iba a ver eso", dice todavía sin entender cómo le permitían salir los fines de semana a estar en esa realidad.
Jóvenes demonizados por la sociedad
En muchas ocasiones la sociedad demoniza a los jóvenes menores que están en centros de acogida, pero casi nunca se explica su situación personal ni el contexto en el que viven.
"Dentro de los centros, la mezcla de perfiles nos pone en riesgo de protección", denuncia Irati sobre la criminalización que sufren estos menores. Con esto, es necesario resaltar que es difícil que haya acogimientos familiares si se demoniza a los menores que están en esos centros.
Raúl coincide en que "los menores que están en esos centros son los dañados" y son niños que "tienen una necesidad vital porque los centros no pueden suplir a una familia". Estos centros, de momento, no permiten la crianza, "un espacio donde crecer incondicionalmente, sin tiranteces y con un trasvase de valores", detalla Raúl sobre la importancia de los cuidados, el cariño y los valores para construir el sujeto del individuo.
Criterios de actuación para que un menor sea tutelado
Ana Cristina Gómez, subdirectora general de Protección a la Infancia de la Comunidad de Madrid, explica que las actuaciones de protección de los menores comienzan realizando un seguimiento muy estrecho de la familia antes de tomar la decisión de separación familiar.
"En ese ejercicio se valora que exista un incumplimiento o un inadecuado ejercicio de los deberes de protección que ejerce una familia", cuenta. Además, es importante analizar cada caso concreto y tener en cuenta el interés superior de cada menor poniendo en la balanza "si va a ser más beneficioso para el menor tomar una medida de protección".
Con todo, es preciso trabajar desde la separación familiar ofreciendo la adopción, la medida de protección más estable, el acogimiento familiar o el residencial, pero "siempre priorizando que tengan la oportunidad de convivir con familias".
Desde las instituciones fomentan las 'familias extensas', que es el acogimiento más frecuente. Se trata de que los niños tengan una vinculación con sus familias; abuelos, primos, tíos, etc. "Siempre tratamos de garantizar que puedan permanecer en su entorno", explica Ana Cristina.