Monólogo de Alsina: "Todos al pilón"
Carlos Alsina reflexiona en su monólogo sobre la situación en Madrid y sobre si finalmente se aplicarán las medidas de la orden ministerial del Gobierno.
Si es usted madrileño y a estas alturas no está turulato perdido será porque ha desconectado del serial ‘ni contigo ni sin ti’ que protagonizan la señora Díaz Ayuso y el señor Sánchez. Con el resto de personajes secundarios: el ministro Illa, el consejero Escudero, Pablo Casado, Fernando Simón, Ignacio Aguado. Si Madrid fuera de verdad el poblachón manchego que dice el tópico (topicazo), todas estas personas tan ilustres habrían amanecido en el pilón, que a donde van a parar en los pueblos los malos artistas.
A estas horas ya sabrá usted que el martes el gobierno madrileño, por boca de su número dos, señor Aguado, anunció satisfecho que había alcanzado un acuerdo con el ministro Illa para establecer de una vez qué medidas hay que tomar para frenar la expansión de la epidemia. Sabrá que al día siguiente este mismo gobierno madrileño negó que hubiera llegado a acuerdo alguno. Sabrá que reunidos todos los gobiernos autonómicos, y sometido a votación el plan pactado primero, y despactado después, con el gobierno de Madrid, el ministro dio por bendecido su plan y firmó una orden ministerial para que cada comunidad autónoma se dé por enterada de lo que tiene que hacer. Sabrá, en fin, que el gobierno de Madrid, esta vez por boca de su consejero Escudero, dijo que semejante orden era inválida (alegal la llamó la presidenta madrileña) y que, por ello, no era obligatorio cumplirla. Pero que luego apareció la propia presidenta, y su jefe en el partido, señor Casado, para aclarar que sí, que sí la cumplirían.
Pero que, a la vez, las recurrirán.
Total, que si usted lo que se está preguntando, sufrido madrileño, sufrido leganense, sufrido mostoleño, a partir de qué hora, y de qué día, no puede usted salir de su ciudad salvo que tenga una causa justificada, la respuesta es que no hay respuesta. Todavía. El gobierno de Madrid no concreta porque, aun diciendo que va a cumplir la orden, acudirá esta misma mañana a recurrirla en la Audiencia Nacional solicitando que su aplicación se suspenda. Más madera para el desconcertante serial. Y naturalmente, si el gobierno madrileño anuncia, con entusiasmo, que acude al juzgado a intentar tumbar la orden, el vicepresidente de ese gobierno, Aguado, declara que esto de meter a los tribunales en el lío no le parece razonable.
El gobierno que vicepresido hace justo lo que yo creo que no debe hacerse, pero nadie lo interprete como incoherencia mía o como discrepancia con la jefa Ayuso. Nada hay más coherente que predicar lo contario a lo que se firma.
Hacer pronósticos en Madrid tal como están las cosas es imposible, pero mucha sorpresa sería a estas alturas que el puente del doce de octubre los madrileños pudieran abandonar su ciudad. Ésta era una de las preocupaciones no publicitadas de otros gobiernos autonómicos: el éxodo madrileño a finales de la semana que viene.
Induce a la melancolía recordar ahora aquel formidable debate entre políticos y juristas que tuvimos en el mes de mayo: si para limitar los movimientos entre provincias existía algún instrumento legal distinto a la declaración del estado de alarma. Eran aquellos días en que Sánchez reclamaba apoyo para prorrogarlo cada quince días y acusaba a quien no lo hiciera de poner en peligro vidas. Los días del no hay plan B.
Pues con esto de ahora, el confinamiento perimetral que deciden, y aplican, los gobiernos autonómicos. Este pasaje de Sánchez en el Senado allá por el mes de mayo lo compartió ayer en Twitter el portavoz del PP, alcalde Almeida. Él lo compartió para poner en evidencia a Sánchez, pero al hacerlo está confirmando también que los gobiernos autonómicos siempre tuvieron en su mano cerrar ciudades (Torra fue el primero en hacerlo, en Igualada). Es decir, que no se requería reforma legal alguna para que esos gobiernos pudieran limitar los movimientos de sus ciudadanos en la calle.
¿Ha elegido el ministerio los criterios para confinar municipios al revés? Es decir, ¿primer miró en qué parámetros pinchaba Madrid, eligió aquellos que sólo incumplía esta región y fijó esos, y no otros, como norma de obligado cumplimiento? Pues todo indica que sí. Porque Fernando Simón, el portavoz sanitario del gobierno, cantó ayer la gallina sin pretenderlo.
Los criterios se eligen para una comunidad en situación extrema. Éste es el calificativo que ahora elige Sanidad: extrema. Es verdad que el número de positivos en las pruebas de pcr ha descendido un poco, que bajó ligerísimamente el porcentaje de camas de hospital ocupadas, pero sigue habiendo un número de nuevos contagios, y una presión en las UCIs, que al ministerio le parece insostenible.
Claro que no es el único al que se le transparenta todo según habla. Pablo Casado se esforzó en explicar ayer por qué su partido estuvo reclamando que el gobierno asumiera el liderazgo y fijara criterios comunes para toda España y cuando lo hace, los gobiernos autonómicos del PP dicen que está fatal.
Quién se quema y quién se deja de quemar. Eso es lo que está en la cabeza de los popes que dirigen los partidos y del equipo de estrategas del gobierno central. Y así nos va, obsesionados todos con quién sale reforzado y quién abrasado del descogorcio general.
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