OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "Los Gobiernos de Sánchez y Torra empatan en su intento de presentar las averías graves como logros"

El que quiera engañarse a sí mismo, en su derecho está. Pero engañar de un gobernante lo que se espera es que no intente engañar a los demás.

Carlos Alsina

Madrid | 06.11.2019 08:13

Ayer empataron el gobierno de Sánchez y el gobierno de Torra en su intento, pueril, de presentar como un logro lo que es una avería grave. El de Sánchez explicando que cien mil parados más en octubre son, en realidad, la prueba de la enorme confianza que tenemos los ciudadanos en la marcha de la economía, ahí te lo dejo, y el de Torra colgándose la medalla de lo bien que organizó la seguridad del acto de la Princesa de Girona porque todos los invitados que desearon entrar al Palacio de Congresos pudieron hacerlo… siempre que no eligieran ir caminando por su cuenta, claro. Dice el consejero que hay que ver hay que ver esta gente.

Tú vives, por ejemplo, en Barcelona, eres concejal de Barcelona, estás a unas manzanas del Palacio de Congresos y dices: me acerco paseando ¿y qué te ocurre? Que la culpa de que un grupo de autoritarios no te deje pasar es tuya.Pudiendo haberte subido al autobús.

Claro que la vicepresidenta del gobierno, Carmen Calvo, tampoco ha encontrado nada anómalo en la jornada del lunes en Barcelona. Fue todo muy normal. Se refiere, claro, para los que ya estaban dentro del edificio, incluidos los reyes, la princesa y la infanta. Y por supuesto, ella.

'Yo estuve allí'. Sí claro. Porque no intentó llegar caminando. También se exhibió Sánchez hace un año llegando con absoluta normalidad (él paseando) al edificio de la Lonja para celebrar Consejo de Ministros y la normalidad consistía en que le habían montado un cordón de seguridad alrededor del edificio que el manifestante más próximo estaba en Badalona.

De normal, nada. Nada de lo que está pasando estos días en Barcelona puede considerarse normal salvo que la normalidad sea la coerción y la falta de libertad.

El testimonio más crudo que se escuchó ayer en este programa fue el de Josep Bou, el concejal de Barcelona que sufrió la ira, la mala educación, los empujones y los insultos de los agitadores que el lunes bloqueaban los accesos al Palacio de Congresos. Recordemos.

No son gente de paz. Nada tiene de pacífico impedir que una persona llegue a su destino interponiéndose, empujando, amenazando. 'No vas a salir de aquí'. Nos dijo el señor Bou ayer que él está convencido de que todos estos escraches y sabotajes está dirigidos desde arriba. Y arriba están Torra y Puigdemont, el muñeco y su creador.

Quién mueve a los montapollos y quién decide donde toca liarla. Ésa es la pregunta a la que el gobierno central, que tiene abiertas (según él mismo ha dicho) investigaciones de la policía y del servicio de inteligencia, ha prometido responder un día de estos. Quién maneja el cotarro saboteador.

De momento en lo que están los abogados del Estado es en dotar al Ejecutivo de instrumentos de intervención rápida para neutralizar la cosa ésta del Tsunami Democrátric, la amenaza fantasma. Ya hemos contado aquí alguna vez que si te pones de nombre tsunamo es porque aspiras a hacer lo que hacen todos los tsunamis: destruir, arrasar, devastar. Los tsunamis no se sientan a dialogar con los casas y las familias que se van a llevar por delante. Simplemente, las destruyen.

La semana pasada, cuandoestuvimos en la Moncloa para charlar con Sánchez, éste se había reservado un anuncio para hacer en este programa.

La verdad es que cuando le preguntamos al presidente cuál era el objetivo último de esta medida, si poder cerrar páginas web independentistas o aplicaciones de móvil, no pudo o no quiso concretar. Ahora el BOE ha publicado el texto del decreto y ahí se lee que el Ministerio de Economía tendrá capacidad para apagar servidores, webs y aplicaciones cuando entienda que son un riesgo para la seguridad del país o el orden público. Es decir, y traduciendo, que se busca neutralizar el aparato de transmisión de instrucciones que están utilizando los montapollos indepes, además de los aparatos de propaganda que maneja el de Waterloo para construir su República Libre de Freedonia, la mascarada para justificar que lleva dos años tumbado en el sofá.

El decreto del gobierno tiene el aspecto polémico de que permitirá apagar servidores y webs sin esperar a las alegaciones del afectado y sin necesidad de permiso judicial. Es decir, que está pensado para combatir los abusos de poder del independentismo y su guerra sucia contra el Estado, pero abre camino a que el gobierno de turno pueda ampararse en la seguridad nacional para controlar internet. Con la regunta consiguiente y pertinente: quién controla al controlador.

Lo del paro es un fenómeno curioso que se ha producido en la campaña. Los cien mil parados más de octubre (y los ciento y pico mil cotizantes nuevos) que según el ministro Ábalos son la prueba de que estamos todos cada vez más esperanzados con la situación del país.

Es curioso porque siendo tan esperanzador el dato, el candidato Sánchez ni siquiera lo mencionó en sus mítines de ayer. Ni salieron los ministros a jalearlo. Ni habló nadie más que Ábalos porque no le quedaba otra, teniendo apalabradas entrevistas para valorar el debate del día anterior.

Que suba en cien mil personas el paro en un solo mes es imposible tomárselo como un buen dato, ni siquiera añadiendo que la afiliación ha subido más. Primero, porque la tendencia positiva que menciona el gobierno no es tal: en octubre del año pasado hubo más afiliados que en este y menos paro. Y segundo, porque el hecho de que haya más personas que se apuntan al paro que contratos nuevos para absorberlas es una avería del mercado laboral que sigue sin estar resuelta. Y tercero, porque de esas nuevas afiliaciones un número muy alto son profesores contratados en octubre a los que se volverá a despedir en junio. Este tipo de contratación temporal y precaria que el partido que gobierna había prometido erradicar y que es a la que ahora recurre para presumir de que la afiliación va viento en popa. Afiliados en octubre los que fueron (y serán) enviados al paro en junio.

Son tres meses ya seguidos de subida del desempleo. Y nada indica que la tendencia, preocupante, vaya a cambiar.