OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "La noria sigue donde estaba y Pedro y Pablo continúan, tan ricamente, perdiendo el tiempo"

A una semana de que la ex ministra Batet, en su condición actual de presidenta del Congreso, inicie la sesión de investidura del candidato Sánchez.

Carlos Alsina

Madrid | 15.07.2019 08:13 (Publicado 15.07.2019 07:50)

A siete días vista, no sólo no ha conseguido el aspirante amarrar un solo voto nuevo, sino que ha conseguido que su famoso socio preferente (mejor llamarlo ya socio en potencia) ha metido distancia y se va alejando, como los trenes que uno pierde.

Aquí dijo una mañana Manolo Monereo, viejo comunista diputado de Podemos y buen conocedor del personaje Iglesias, que si éste se había propuesto sacarle ministerios Sánchez a cambio de enchufarle la manguera del oxígeno para que siga gobernando llegaría hasta el final en su plan de compartir el gobierno. Eran los días posteriores a las elecciones generales, cuando la opinión mayoritaria era que Pablo entregaría sus cuarenta y dos síes a Pedro porque no podía arriesgarse a seguir perdiendo votos por impedir, otra vez, que Sánchez fuera investido.

Dos meses y tres semanas después de aquello, Iglesias no sólo no se ha movido sino que ha blindado su posición tocando la campana de los inscritos y las inscritas. Es decir, haciendo lo que mejor sabe hacer Iglesias, que es convocar una consulta para ganarla. Lo mismo le vale para bendecir un chalet que para consagrar unas carteras.

El viernes pasado, ignorando el espantajo que sacó Sánchez del almacén de botes de humo de la Moncloa —eso de reformar la Constitución para que nadie pueda volver a regatearle una investidura— Iglesias pisó el acelerador y convocó su consulta. Sin esperar a una nueva llamada, una nueva reunión o una nueva oferta. Consulta ya pero con plazo largo para votar. Tienen los militantes de Podemos tiempo hasta el jueves. Que en realidad significa Iglesias le ha dado de plazo a Sánchez hasta el jueves para que cambie el paso y se rinda a aceptar un gobierno a pachas. O me dejas gobernar a mí un poquito o te quedas en funciones hasta quién sabe cuándo.

Así que la pregunta es por dónde saldrá hoy el candidato Sánchez. Qué entretenimiento nuevo, qué estribillo nuevo, qué argumentario nuevo se le habrá ocurrido. Echarla la culpa a un artículo de la Constitución que él sostiene que no funciona (que no funciona para que salga ya lo suyo, se entiende) salta a la vista que no ha colado. Un ratito de tertulias la semana pasada y a otra cosa porque tomarse en serio a este Sánchez de la lista más votada produce incluso embarazo. A una semana de la sesión de investidura, ¿qué nos reserva el presidente en funciones para hoy?

La presidenta del PSOE aún confía en que a medida que se acerque la fecha las posiciones cambien. Se refiere, claro, a las posiciones de Pablo Iglesias, porque a su secretario general no le ha a pedir que se mueva.

El PSOE alterna todos los estribillos que se le han ido ocurriendo para, ya que no gana la investidura, ganarle al menos a Pablo la batalla de la persuasión pública. El mensaje que martillea la Moncloa es que no hay nadie en el partido que esté por el gobierno de coalición con Podemos. Qué extraña unanimidad, ¿verdad?, en un partido que aplaudió a Sánchez cuando dijo, en campaña, que él no tenía problema alguno en meter a Podemos en el gobierno. O que le dijo a Évole aquello de que, o se aliaban a Podemos o no había manera de gobernar.

Abel Caballero, alcalde influyente, hace suya la canción de que pactar con Podemos es restar.

En realidad, un gobierno de coalición con Podemos le garantiza a Sánchez 165 síes y la abstención de los 19 de Esquerra-Bildu, o sea, que la investidura la tendría hecha. Lo que pasa es que habría sido posible gracias a Oriol Junqueras y Arnaldo Otegi, y eso pesa.

La vicepresidenta Carmen En Funciones Calvo dio un paso más en la historia ésta de que sólo se comparte el gobierno con quien te da mayoría absoluta y proclamó ayer que coalición significa que te de la cifra.

En fin, uno entiende que en tiempos de pugna por echarle la culpa al prójimo acabe valiendo casi todo, pero un gobierno de coalición que no sume mayoría absoluta sigue siendo de coalición, y hay unos cuantos ejemplos en Europa.

Miquel Iceta, por completar el paisaje, arremete contra Podemos (su socio en el ayuntamiento de Ada Colau) porque dice que no se puede consultar a las bases sobre un acuerdo que no existe.

Consultan cosas del tipo 'ya te veré María José'. En Podemos se ha desmarcado de la consulta Teresa Rodríguez, que desde el minuto uno se ha declarado en contra del gobierno de coalición que abandera su rival Iglesias. Ella prefiere hacer oposición porque teme que, entrando en el gobierno, Podemos acabe siendo deglutido por el PSOE.

El reloj sigue corriendo, el calendario sigue avanzando, la noria sigue donde estaba y entre Pedro y Pablo, Pablo y Pedro siguen, tan ricamente, perdiendo el tiempo.

Entre definición y definición de lo que es, o deja de ser, un gobierno de coalición, la vicepresidenta en funciones ha encontrado tiempo para distinguir entre mujeres que tienen derecho —dice ella— a considerar el feminismo como algo suyo y mujeres que no lo tienen. Las que no se ubiquen en la izquierda, por ejemplo, no lo tienen. Han llegado tarde.

No, bonita. No hay que ser un lince para saber que la señora Calvo estaba pensando en Ciudadanos cuando decía esto. El feminismo liberal. Y cabe pensar que en su cabeza estaba viendo a Inés Arrimadas, que es quien dijo aquello de que el feminismo no tiene propietarias. 'No, bonita', es revelador el tonito. Entre la condescendencia y el desdén. La suficiencia.