OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "Podemos conjuga el verbo dimitir menos que cualquier otro partido"

Esté tranquila España que Montoro, a diferencia de Cristiano, no se va a ir nunca.Cómo se va a ir este hombre, con la cantidad de trabajo que aún tiene.

ondacero.es

Madrid |

Cómo se va a ir, si nadie más que él puede asumir tanta responsabilidad. Hágasele un monumento por suscripción popular. Abandone la oposición toda esperanza de que diga algo distinto en su comparecencia parlamentaria de hoy. San Cristóbal concernido. Se sintió aludido, menos mal, por la sentencia del Constitucional que declaró contraria a la Carta Magna su amnistía fiscal de 2012. Concernido sí, lo bastante para descartar bajo cualquier circunstancia la posibilidad de asumir el revés, pagar con su cabeza y dejar paso a otro.

Tenía unas responsabilidades: aumentar la recaudación sin vulnerar la Constitución. Y fueron incumplidas. Pero Montoro no se despeina y sigue predicando sobre las responsabilidades ajenas. Ya conocemos su repertorio: las subidas de impuestos y la amnistía fiscal fueron sapos que él se tuvo que tragar con enorme disgusto. Porque a él lo que le gusta es bajar los impuestos. Bueno, no. Lo que le gusta es tener margen para bajarlos y así utilizar ese margen para sus negociaciones parlamentarias. ¿Cómo es eso que dijo ayer sobre la zanahoria?

El desahogado ministro es transparente cuando se desinhibe. Él siempre está en lo que está. El cálculo político. Lo que le conviene a él hacer o decir en cada momento. Por ejemplo, sobre contribuyentes en conflicto con la Agencia Tributaria que depende de él. Bueno, sobre contribuyentes en general no, sobre un contribuyente. Futbolista y del Madrid.

El ministro látigo de morosos y tertulianos con sociedades reclamando mesura, ponderación, rigor —lo que hay que oir— y calificando de incidencia la denuncia que la Agencia Tributaria ha trasladado a la fiscalía por cuatro posibles delitos fiscales. Está de enhorabuena España porque Montoro no se marchará nunca. Es un trabajador incansable. ¿Empezará o no el próximo lunes la comisión Bárcenas del Congreso?

Vamos a verlo. La Razón informa hoy de que el PP va a recurrir al Constitucional para que la congele. Quietos paraos. Alegando que una comisión parlamentaria tiene que tener acotado su ámbito de investigación, no puede haber barra libre. Los magistrados del Constitucional deben de estar encantados con la idea de verse metidos en el barro de la polémica partidista. Y los grupos de la oposición deben de saber ya a estas alturas que amagar con el Constitucional es una forma nada sutil de meterles presión a ver si aflojan.

Si esperan, en todo caso, que Bárcenas dispare contra Rajoy que se vayan olvidando. Entre el ex tesorero y sus antiguos superiores en el partido se respira un revelador clima de camaradería. El desfile de los secretarios generales (predecesores de Rajoy) en el juicio Gurtel ha dejado la sala perfumada de aroma a pacto. No nos hagamos daño.

Javier Arenas evitó ayer reprocharle nada al ex tesorero. Nunca supo de donaciones de constuctores a cambio de obra pública, nunca supo de contabilidades paralelas, nunca nada de sobres o sobresueldos. Y sobre todo, que el jefe de Bárcenas era Alvaro Lapuerta, ningún otro cargo orgánico por encima de él. Y menos que ninguno, Mariano Rajoy, al que tanto Correa como Bárcenas han querido dejar al margen. Sí, oiga, sí, se reunieron Rajoy y Arenas con Bárcenas cuando pactaron su salida, pero no fue para hablar de qué vamos a hacer ahora, no me la líes, no cantes, depende de cómo me tratéis, no me dejéis tirado, nada de eso. Fue una especie de fiesta íntima de despedida. Con Mariano, Javier, Luis sé fuerte y Rosalía.

¿Dónde se situará Rajoy el día que él declare? O dónde se ha situado ya, porque lo tendrá decidido. ¿Con los dirigentes de su partido que han tachado a Bárcenas de corrupto —-ese tío me da asco, que dijo Maroto, es un profesional de la estafa, que dijo Casado, es un sinvergüenza, que dijo Cospedal—, o con la vieja guardia que está tratando a Bárcenas con exquisitez profiláctica. La vieja guardia de la que Rajoy es el último que queda en pie.

¿Dónde se situará Rajoy el día que declare? En el “esa persona de la que usted me habla no era de fiar” o en el “Luis sé fuerte y no nos hagamos daño, ex compañero?” En un mes salimos de dudas.

Pues no. Ayer no escuchamos a Podemos elogiar el trabajo valiente y honrado de los jueces que combaten los abusos del poder político. Ayer no hubo elogios a los profesionales de la justicia que se dejan la piel limpiando España. Ayer no aplaudió Podemos a este juez de Madrid que ha admitido a trámite una querella del PP y ha citado como imputados a dos de los concejales de Carmena.

Produce una enorme pereza ver a estos nuevos políticos que presumen de estar cambiándolo todo reaccionar de la misma manera que los partidos de siempre, decir las mismas cosas y tirar del mismo argumentario cuando, ¡vaya por dios!, les imputan a ellos. Todos somos Carlos y Celia, no podrán con nosotros, el enemigo político nos persigue, si ladran es porque cabalgamos. Nos morimos de ganas de declarar cuanto antes en el juzgado.

Deseando ir a declarar. Imputado no es condenado. Usan los jugados para hacer política. Aún no hemos podido leer el auto judicial. Enorme pereza. Lo diga Rita Maestre, lo diga Magdalena Álvarez o lo diga Cospedal. La nueva política en esto, como en tantas otras cosas, es hija de la vieja política de siempre. Sólo miran con lupa los autos judiciales cuando el afectado es de los propios.

Si el imputado es del partido de enfrente, hagamos llover sal gorda sobre la opinión pública española.

Pregunta: que te presenten una querella y el juez la admita, ¿es razón suficiente para tener que dejar tu cargo? En rigor, no. El procedimiento aún está empezando. Hoy te imputan y mañana te pueden levantar la imputación. Eso vale para un concejal de Madrid y para un presidente de Murcia.

Pero…si tú mismo has asumido el compromiso de abandonar el cargo en el caso de que te imputen, pues chico (chica), a cumplir lo prometido. Seas concejal en Madrid o seas presidente en Murcia.

Son los partidos políticos, en su competición por ver cuál es más puro, los que han establecido que un imputado es tóxico. Se inventaron esto del código ético para mostrarse más pulcros que nadie ante la sociedad desconfiada. Y ahora viene Podemos y dice: “Tengo un código ético que es como las chaquetas modernas, mire señora, reversible. Si por este lado hoy no me pega, le doy la vuelta y asunto arreglado”.

Con las risas que hizo Podemos cuando Ciudadanos explicó aquello de que el alcalde de Granada era imputado por mala gestión pero no por corrupción política. Tanta guasa para acabar diciendo exactamente lo mismo. Y para no dimitir, que es un verbo que Podemos conjuga menos que cualquier otro partido.