OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "Cuando la huelga general la organiza el propio Govern, no es huelga, es otra cosa"

La quiebra en Cataluña. Quiebra social. Quiebra institucional. Quiebra política.

Carlos Alsina | @carlos__alsina

Madrid | 03.10.2017 08:00

Quiebra de la confianza imprescindible entre los jueces y la policía judicial, jueces-fiscales y Mossos de esquadra, quiebra de la confianza entre cuerpos policiales. Los guardias y los mossos a gritos entre ellos. La inquietud avanza.

Y también la duda.

La duda sobre la aptitud de quienes hoy están en la primera línea de la política. Quienes deciden el camino y toman las decisiones. La duda sobre su aptitud para encontrar una salida.

De Puigdemont, máximo responsable de haber ejecutado el golpe a la legalidad democrática, nadie espera que reconsidere nada. Lo que hace dos semanas le parecía imposible al gobierno de España, una declaración de independencia por las bravas, es hoy el pronóstico más asumido: que habrá proclamación. Y a esta hora de la mañana del tres de octubre, ése es el plan que mantiene el presidente autonómico.

Primero la publicación oficial del escrutinio falso del tongo —ni él se cree que haya hecho un referéndum, pero eso ya importa poco— y dos días después el balcón de la independencia. Si es 6 de octubre, épica añadida por la efeméride de la bravata de Companys en el 34, aunque acabara como acabó.

Éste es ahora mismo el pronóstico. Pero todavía no es un hecho.

Y mientras no lo sea, Puigdemont seguirá manteniendo el cargo de presidente autonómico, el gobierno central podrá tener congelada la aplicación del 155 y los emisarios de uno y otro lado podrán seguir cruzándose llamadas en el empeño de que antes del balcón se pise el freno.

Si de la CUP y una parte de Esquerra hubiera dependido, la declaración de independencia la habríamos escuchado el domingo pasado. A las diez de la noche en el Palau de la Generalitat. Lo cuenta hoy el diario La Razón: declarar ya la independencia era lo que querían los cuperos, el líder de Omnium Cultural y la señora Rovira, de Esquerra. De Junqueras no hay noticias porque en la reunión, se dice, no abrió el pico. Frente a la urgencia declarativa, el PDeCAT prefería enfriar los ánimos, aguantar un par de días y esperar al Parlamento. Y Puigdemont acabó optando por lo que le escuchamos decir ayer: dar por celebrado el referéndum, dejar en manos del Parlament lo que haya que hacer ahora y…lanzar su llamamiento a la Unión Europea para que se involucre como mediadora entre dos partes en igualdad de condiciones: el gobierno de España y el gobierno de la futura república catalana.

El llamamiento, es verdad, no ha tenido respuesta. Pero también lo es que la comisión europea, y el presidente del Consejo Tusk, han empezado ya a poner matices en sus declararaciones, hasta ahora inequívocas, sobre Cataluña. El respaldo al gobierno de España no está en duda (si no lo hubiera sería inaudio y abriría una crisis europea), pero al respaldo se le añade la sugerencia de que no vuelva a haber cargas policiales contra ciudadanos concentrados en colegios.

Mientras no se consume la declaración de independencia, la aplicación del artículo 155 seguirá siendo una opción, pero no un hecho. Mientras no se consume la declaración (esto es lo que valora el PDeCAT) el gobierno catalán sigue controlando el calendario.

Hay reparto de papeles en el bloque constitucional. Rivera urge a aplicar el articulo y convocar autonómicas.

Sánchez se adjudica el papel de enfriador. A su delegado Patxi López le incomoda que le pregunten por el 155.

Y añade López, como ayer dijo aquí Ábalos, que antes del 155 hay otras opciones. Por ejemplo, que el TC suspenda en sus funciones a algunos altos cargos.

La vida da muchas vueltas y en política, ya sabemos, todas las piruetas son posibles. Pero que el PSOE apele ahora a la facultad del Constitucional de suspender altos cargos, cuando expresamente se opuso a esa reforma legal y cuando viene acusando a Rajoy de esconderse tras los fiscales y los jueces es ligeramente incoherente. Tal vez inteligente, como dice Patxi, pero manifiestamente incoherente.

Y sí, hoy hay un paro general en Cataluña.Se le llama huelga general pero es otra cosa.

La huelga general acostumbran a hacerla los trabajadores contra el gobierno de turno. Y consiste, como saben, en que los sindicatos hacen lo posible para que trabaje el menor número de personas posible o, en su defecto, para que parezca que está el país parado. El gobierno hace lo que está en su mano para que eso no ocurra o, en su defecto, para que no lo parezca.

Cuando la huelga general la organiza el propio gobierno (autonómico, en este caso, pero gobierno, administración pública) en alianza con los sindicatos y con algunas patronales, entonces, aunque lo llamemos huelga general, es otra cosa. Y es fácil que tenga un enorme seguimiento.

• Primero, porque es la propia administración la que se ocupa de poner todos los recursos públicos para parar la actividad.

• Segundo, porque estando todo el sector público (y eso incluye a los sindicatos y asociaciones gubernamentales) remando para que no se trabaje, lo difícil es hacer vida normal sabiendo que, de inmediato, vas a quedar señalado.

Esta huelga general empezó a fraguarse la semana pasada. En este programa lo contó Toni Bolaño. Y dio cuenta de ello el diario La Razón. La CUP estaba en ello. Las asociaciones independentistas afines al govern estaban en ello. Los sindicatos estaban advertidos de ello.

La decisión de montar un paro general que siguiera al referéndum y antecediera a la declaración de independencia es, por tanto, anterior y ajena a las cargas policiales del domingo. Pero es verdad que esas cargas han eliminado las reservas que algunos colectivos tenían para sumarse a ella. Muchos de los que hoy harán huelga en Cataluña sostienen que es su forma de protestar por la actuación de los antidisturbios. Y eso, guste poco o nada admitirlo al gobierno central, es un hecho.

Lo que no se ha visto en tres años en Cataluña, una protesta organizada contra el gobierno autonómico por las políticas que ha ido impulsando, se va a ver hoy porque el destinatario de la protesta no es el gobierno catalán sino el gobierno central, el de España.

Y sí, va a ser un éxito de los convocantes.

Lo que no significa que sea un éxito para la consecución de una salida a esta crisis.