OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "Ha tardado el presidente"

Carlos Alsina reflexiona en su monólogo de 'Más de uno' sobre la guerra en Ucrania a la espera de que Pedro Sánchez hable en el Congreso de los Diputados. Por otro lado, analiza la despedida de Casado del Partido Popular.

Carlos Alsina

Madrid | 02.03.2022 08:30

Carlos Alsina reflexiona sobre la postura de Sánchez ante la guerra en Ucrania

Con la capital de Ucrania de nuevo bajo las bombas rusas, la población en los sótanos y los refugios, la economía rusa sufriendo las consecuencias del repudio de Occidente, el presidente del Gobierno de España acude finalmente al Parlamento esta mañana a explicar a la sociedad española dónde estamos. Dónde está la Unión Europea, dónde la OTAN, dónde España como parte que somos de ambas.

El presidente Sánchez se dirige, al fin, a los diputados

Desde que el 20 de enero, hace cuarenta días, la ministra Robles anunció la disposición española a enviar aviones a Bulgaria para contribuir al refuerzo de las operaciones de la OTAN ---aún eran muchos, entonces, quienes sostenían que Putin nunca haría lo que ya está haciendo---, desde hace cuarenta días se le venía reclamando al presidente Sánchez que ofreciera una exposición completa y argumentada de las decisiones que toma su Gobierno. Ha habido que esperar hasta hoy. Hoy, con la guerra ya en su séptimo día, con medidas inéditas anunciadas por la Unión Europea, con el nuevo gobierno de Alemania instando al rearme de Europa; hoy, con seiscientos mil ucraniados desplazados de sus hogares e iniciando vida de refugiado en territorio de la Unión, el presidente Sánchez se dirige, al fin, a los diputados.

A las nueve empezará el discurso, relevante discurso en horas graves para Ucrania y para Europa. Habrá ocasión de analizarlo y de compararlo. Con el que hizo Borrell ayer en el Parlamento Europeo, del que fue presidente cuando aquí gobernaba Zapatero. Borrell convertido estos días en la voz más firme y más nítida de las instituciones europeas.

En inglés, en español y en francés proclamó el ministro de Exteriores europeo que asistimos al nacimiento de la Europa geopolítica que responde con inmediatez y contundencia a la agresión rusa con medidas que no son militares, porque la Unión no lo es, pero que tienen fuerza para obligar a Putin a revisar su estrategia. Sanciones comerciales, repudio de las empresas y los bancos rusos y envío de armas para reforzar la defensa ucraniana y su resistencia.

Sube Sánchez a la tribuna sabiendo que Podemos e IU no respaldaron ayer en el PE ni la provisión de armas a Ucrania ni el aumento de las sanciones a Rusia

Hoy sube Sánchez a la tribuna sabiendo que su socio de Gobierno, Podemos (o Podemos e Izquierda Unida) no respaldaron ayer en el Parlamento Europeo ni la provisión de armas a Ucrania ni el aumento de las sanciones a Rusia. Sostiene el compadre morado que enviar material militar al Ejército de Ucrania es contribuir a la escalada bélica y al ojo por ojo. Hoy asistiríamos, por ello, a un pleno parlamentario paradójico en el que la oposición conservadora apoyará al gobierno y le pedirá significarse más en la asistencia a Ucrania mientras sus socios de la izquierda (algunos) se desmarcan de la postura de Borrell e instan a Sánchez a seguir con la disuasión incluso ahora que Putin descarga sobre Kiev y Járkov no sólo sus bombas, sino la responsabilidad de que no haya víctimas civiles. Él ya ha dicho a la población que se ponga a cubierto. Si alguien cae, siempre podrá decir que estaban avisados.

Putin ha dicho a la población que se ponga a cubierto. Si alguien cae, siempre podrá decir que estaban avisados

Podremos comparar, en fin, el discurso de Sánchez con el que esta madrugada hizo en el Capitolio Joe Biden.

El discurso sobre el estado de la Unión, la cita parlamentaria más importante para los presidentes de Estados Unidos. Y sabiendo Biden que Europa, Ucrania y el presidente de Ucrania, Zelenski, le estaban escuchando. Y los multimillonarios rusos, que son ahora la esperanza para conseguir, atacando sus fortunas, que sean ellos quienes obliguen a Putin a parar la ofensiva.

Hacia Kiev avanza la columna de blindados que entró por Bielorrusia y cuya longitud, de hasta cincuenta kilómetros, hace pensar a los analistas militares que la estrategia rusa es rodear toda Kiev e ir cerrando el círculo hasta la toma final de los centros de poder. Con esta labor previa encomendada al fuego aéreo que es destruir las comunicaciones y el centro de inteligencia militar ucraniano.

Al comienzo de este nuevo día de guerra en Kiev, y como viene sucediendo desde el jueves, el presidente del país, Zelenski, símbolo nacional de la resistencia a la invasión rusa, teme terminar el día depuesto y apresado.

Poca sorpresa será cuando Núñez Feijóo anuncie su deseo de convertirse en el nuevo presidente del PP

Poca sorpresa será cuando esta tarde el todavía presidente de la Xunta de Galicia, Núñez Feijóo, anuncie su deseo de convertirse dentro de un mes en el nuevo presidente del Partido Popular.

Su decisión ya es conocida. El tren aquel que una vez pasó y que se dijo que no volvería a pasar ---el liderazgo nacional del partido--- se ha presentado en la puerta de Feijóo fruto de la inesperada crisis total que ha sacudido al PP y a descabalgado a Pablo Casado.

Casado continuó ayer con su despedida por entregas, o renuncia diferida. Dolido por la forma en que lo dejaron tirado aquellos a quienes él había aupado a los puestos preferentes que hoy desempeñan.

Las heridas aún supuran. Y el resultado de la batalla está a la vista. Feijoo, nuevo líder de facto, dio por probada ayer la honradez de Isabel Díaz Ayuso. Se acabó el serial de los negocios del hermano, al menos puertas adentro del PP. Y ella, lejos de olvidar, reclamó que quienes han tratado de arruinar su carrera sean ahora ajusticiados.

De aquí al 2 de abril, fecha del concilio sevillano, se irá viendo con quién cuenta Feijóo para presentar al país su nuevo proyecto. Se irá viendo si Mañueco mete o no mete a Vox en su nuevo Gobierno. Y se irá viendo, en fin, si salta la sorpresa y aparece algún espontáneo dispuesto a disputarle el sillón al gallego.