“Este señor ha difundido la historia de que yo he cobrado sobresueldos en negro”, le dijo Cospedal al juez, “y como eso es delito de difamación, reclamo castigo”. En este juicio, a diferencia del sumario que instruye Ruz, era Cospedal quien acusaba y Bárcenas el acusado. De intromisión ilegítima en el derecho al honor. El juez lo que dice, en una sentencia que tiene poco misterio, es que no fue Bárcenas quien le entregó los famosos papeles a El País -la fuente no era Bárcenas, sino su amigo Trías-, y que no siendo el acusado el difusor de la presunta difamación, sólo cabe absolverle de ese delito. Por si acaso dice el juez que hombre, atribuir a alguien el cobro de sobresueldos en negro es, en efecto, una cosa muy censurable siempre que sea mentira que los cobrara, y que el hecho de que el autor de las anotaciones contables sea el ex tesorero no basta para probar que lo que allí está apuntado sea cierto.
Ésta, en realidad, es la parte más interesante de la sentencia, en la medida en que cabe acogerla como el primer pronunciamiento que hace un juez no sobre la autoría de los papeles (que ahí no hay dudas, los hizo Bárcenas) sino sobre la certeza de lo que en esos papeles está apuntado. El juez se pone un poco de perfil -no dice ni que los sobresueldos existieran ni que sean un invento- pero expresa su duda sobre la veracidad de los mismos y pasapalabra a la Audiencia Nacional, que es quien lleva el asunto. A él sólo le tocaba decidir si Bárcenas difamó a Cospedal y decide que no, por eso este set se lo anota Bárcenas. En la práctica le sirve de poco (le sirve para no apuntarse la primera condena), porque en nada afecta esta sentencia de hoy a las imputaciones que pesan sobre él y que son el motivo de que esté en la cárcel.
Ésta es otra forma de verlo: Bárcenas sigue en prisión provisional, mientras que Cospedal sigue de secretaria general del PP y presidenta de Castilla La Mancha, díme tú, visto así, quién va ganando. El futuro previsible de él es el procesamiento por corrupción y delito fiscal mientras que el previsible destino para ella es seguir mandando en el PP y en su gobierno regional, lo primero mientras quiera Rajoy, lo segundo mientras los castellano manchegos quieran. Eso sí, el tiempo ha demostrado que aquella salida en tromba del PP el día que aparecieron publicadas las fotocopias de los papeles -”todo es falso”, “querellas contra todos”- fue un formidable patinazo. Siempre fue extraño pregonar la falsedad de unos documentos que, a la vez, se afirmaba no saber ni quién los había hecho ni qué significaban. Luego vino el “todo es falso menos alguna cosa” y terminó de rematarse la autodefensa errática, atribulada y espasmódica.
Repasando el listado de casos de corrupción que tenemos abiertos, y ojeando las dos sentencias que hoy mismo se han conocido y que afectan a Del Nido y Jaume Matas, es altamente posible que España sea líder de la Unión Europea al menos en un concepto: las facturas falsas. Aquí el camuflaje del dinero público desviado a bolsillos privados responde siempre a la misma táctica: te inventas un servicio que no has prestado para justificar un cobro que sí percibes. El caso minutasque hoy ha rematado el Tribunal Supremo consiste en un abogado, llamado Del Nido, que factura al ayuntamiento de Marbella servicios que no ha prestado. El segundo caso Matas, del que hoy ha emitido veredicto un jurado popular en Palma, viene a ser algo parecido, pero un poco peor, porque quien cobra es el político y quien figura como prestadora del servicio es su señora.
El empresario hotelero contrata a la mujer de Matas sabiendo que no va a aparecer por el hotel (bueno, igual como clienta), para justificar así que dinero de esa empresa acabe en la caja del matrimonio. ¿Qué interés podía tener el empresario en pagar a Matas por un trabajo que nadie realizaba? Ah, ahí el fiscal (que es el mismo que el del caso de la infanta) sugirió que podría ser una comisión a cambio de algo, pero en sus conclusiones señaló que, como poco, era un cohecho impropio, es decir, un regalo que el cargo público no debe aceptar, sobre todo si ha sido él mismo quien ha provocado el obsequio, es decir, si fue él quien le pidió al empresario que fingiera tener colocada a la señora. “Colócamela, colócamela”. “Pero, ¿qué sabe hacer?” “¿Y eso qué más da?, si se trata de que parezca que trabaja ahí, no que de verdad lo haga”. Corruptela que no alcanza la dimensión de una Gürtel pero que revela la idea que tienen algunos del desempeño de los cargos públicos: Pónle un sueldo a mi señora, hoy por ti, mañana por mí.
Jesús Gil -uno de los mayores expertos que ha dado España en estos enjuagues, choriceos y chanchullos- buscaba abogado para que le defendiera en el caso Camisetas allá por el 2000, había conocido a Del Nido a través del fútbol y le “fichó”, oficialmente para que representara al ayuntamiento de Marbella y, en la práctica, para que le sacara a él las castañas del fuego. Fue un fichaje no en el mercado de invierno sino en el mercado del cuento, porque ni el ayuntamiento, los vecinos, fueron defendidos ni el trabajo por el que Del Nido se hinchó a pasar minutas era, en realidad, un trabajo cierto.
Desaparecido Jesús Gil, la impostura la heredó, y la mantuvo, Julián Muñoz, ese hombre.Ese hombre que se encargó de mantener funcionando el modus operandi de siempre, porque esto, al final, siempre consiste en lo mismo: ordeñar el presupuesto municipal en beneficio propio y de los colegas. Hasta dos millones ochocientos mil euros recibió Del Nido por tareas que, o no existieron no hacían ninguna falta. Confirmada hoy su condena a siete años de prisión por el Supremo, le está esperando la cárcel. Obligación de dimitir como presidente del Sevilla no tiene. De hecho, si no dimite, se convertirá en presidente-carcelario-de-club-de-fútbol, una figura atípica que, en España, sólo tiene un precedente: adivinen quién, Jesús Gil. Antecesor y figura inspiradora también en esto.