OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "El que quiera gobernar tendrá que pasar por caja de Abascal e Iglesias"

Si en lugar de la fama Bruno Martelli, Doris, Coco, Leroy y Danny Amatullo hubieran buscado el poder, la cabecera de la serie habría dicho: "Buscáis el poder, pero el poder cuesta. Y aquí es donde vais a empezar a pagar, con sudor".

Carlos Alsina

Madrid | (Publicado 09.07.2019 07:56 )

Y entonces habríamos visto a Sánchez, a Rivera, a Casado, bailando en la escuela de Nueva York mientras Iglesias y Abascal los ponen firmes para que suden.

Fama es un referencia viejuna, lo admito. Hay otra que también podría servir y que es un poco menos antigua. Es de hace sólo dieciséis años. Carod Rovira, un señor que lideró Esquerra Republicana, exhibiéndose como el dueño de la llave del gobierno catalán. 'Tengo la llave y le pongo precio'. 2003. Sin disimulos. El precio que le puso Esquerra a aquella llave de investir presidents fue que los socialistas levantaran un cordón sanitario al PP. Maragall lo pagó (Zapatero lo bendijo) y el PSC gobernó Cataluña. Aquello se llamó el pacto del Tinell.

El que tiene la llave le pone precio. No deberían sorprenderse tanto los aspirantes mandar. Vienen poniendo precio a su apoyo los nacionalistas en el Congreso de los Diputados desde hace treinta años, cuarenta. Presume de hacerlo el PNV, que cerró con Rajoy un acuerdo basado en el cálculo del cupo. Presumía de hacerlo Coalición Canaria, a quien le daba igual lo que hiciera el gobierno de turno con tal de que atendiera las reclamaciones canarias económicas del archipiélago.

La diferencia con todos los cerrajeros anteriores es que estos de ahora han puesto como precio compartir el poder. Ser tratados no como costaleros discretos y secundarios sino como coprotagonistas, de igual a igual, reconocidos en su condición de socios necesarios y, a ser posible, sintiéndose incluso un poco queridos. Los cerrajeros de este verano de 2019 se llaman Pablo Iglesias y Santiago Abascal. Líder supremo, el primero, de Podemos y líder menguante, el segundo, de Vox. Números son números. A Podemos lo necesita Sánchez para seguir siendo presidente (42 votos como 42 soles en la investidura) y a Vox lo necesita la pareja conservadora que forman Casado y Rivera para gobernar Madrid y para gobernar Murcia. 'El poder cuesta y aquí es donde vais a empezar a sufrir'.

El que quiera gobernar tendrá que pasar por caja. O, como poco, tendrá que sentarse a negociar con el dueño de la llave a ver si consigue que le abarate el precio. En síntesis, esto es lo que hay dos meses y pico después de las elecciones generales, un mes y pico después de las elecciones autonómicas. Podemos hace saber lo disgustado que está porque el PSOE no se lo toma en serio…

…y Vox hace saber lo disgustado que está con Ciudadanos por someterle a lo que Abascal, en un alarde de frivolidad (o de ignorancia) llama aparheid.

Para el presidente de Vox, Rivera es un chantajista y Casado un equidistante. A pesar de lo cual está loco por hacerse una foto con los dos a la vez como condición previa para negociar el reparto del poder en Madrid y Murcia. La foto a tres es la forma de decirle a Ciudadanos 'si quieres mis votos empieza por tratarme como un socio'. Y es la forma de que Rivera tenga que tomar postura: o acepta a Vox como socio o lo repudia renunciando a que prospere su gobierno de coalición con el PP. Es lo que hay. Con Vox o sin gobierno. Cuando tú única alianza posible es con el PP (porque así lo has querido) y el PP anda corto de diputados para hacer la suma suficiente, o aceptas a Vox o renuncias a gobernar.

Al PSOE en Navarra le sucederá lo mismo si Bildu cumple con lo que anunció en su día y exige que la señora Chivite se siente a negociar el precio de la investidura. Bildu también es socio necesario por más que el PSOE diga lo que Rivera de Abacal, que él con ese señor no se sienta porque no tiene nada de qué hablar. Chivite puede martillear cada día que con Bildu no ha hablado que la aritmética es testaruda. Sin el concurso del independentismo vasco no hay gobierno socialista de Navarra.

Y sin Podemos, claro, no hay gobierno de Pedro Sánchez. Lo sabe el ganador de las elecciones desde la misma noche del escrutinio. Sus 123 diputados son una mejora notable de la cosecha socialista pero se quedan cortos para darte ya por investido. Lo ha recordado Pablo Iglesias y es verdad: Sánchez no tiene mayoría absoluta, no puede actuar como si la tuviera. E Iglesias sólo tiene la llave más gorda del llavero que necesita Pedro para seguir durmiendo en el colchón de la Moncloa. Con la dificultad añadida de que esta vez ya no está Rajoy como caza mayor para aglutinar en torno a Pedro 176 escaños gratuitos.

Dos meses y pico después, dos rondas y pico de contactos después, los dos actores de este serial siguen donde estaban la noche de las votaciones. En la batalla de la imagen y en el intento de convencer a la opinión pública de que el obsesionado con los sillones es el otro. Aquí, el diálogo de sordos que ambos partidos mantienen cada día a base de decir cosas en los medios. Encarnado ayer en Pablo Iglesias y la socialista Cristina Narbona.

Que de ministerios nada pero aquí te presentamos nuestro programa electoral para que negociemos sobre eso. E Iglesias reclamando carteras porque dice que el PSOE ya le tangó una vez, cuando la negociación de los Presupuestos. Y porque hay carteras para Podemos en los gobiernos autonómicos, de coalición, que se han constituido en la Comunidad Valenciana, en Baleares y en Canarias. Es encomiable, como ven, el alto grado de sintonía y confianza mutua que exhiben los dos, ¿cómo se dice ahora?, socios naturales. ¿Qué diablos será un socio natural?

Esta mañana, otra reunión de ésas que sirve para que tengamos tema de conversación en las tertulias. El PSOE quiere convencernos de que se está dejando los cuernos para que haya un gobierno cuanto antes. Estamos a nueve de julio y el debate de investidura lo ha dejado Sánchez, con la bendición de Batet, para el día 22. ¿Votos amarrados por el candidato? Siete. Los seis del PNV y el del diputado regionalista cántabro.