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El monólogo de Alsina: "Derrapan la vice Calvo y la vice Lastra en su empeño infantil por convencernos de que el plagio presunto sólo le interesa a la derecha para no hablar de Franco"

Acierta el diestro, que es Sánchez. Y se equivoca su cuadrilla. Ahora sí está en su sitio el presidente. Y disparatan sus segundas.

ondacero.es

Madrid | 14.09.2018 07:46

Hace bien Sánchez en afrontar de cara la tormenta de su tesis doctoral levantándole el candado. Derrapan la vice Calvo y la vice Lastra en su empeño infantil por convencernos a todos de que esto del plagio presunto sólo le interesa a la derecha para no hablar de Franco.

Un poco más de altura, y de fondo, en las intervenciones públicas de las dos principales colaboradoras del presidente, en la Moncloa y en el partido, no le haría daño al gobierno y al crédito que está buscando.

Problemas, el país tiene muchos. Y lo peor que le puede pasar a un gobierno es ser visto por los gobernados como uno más de sus muchos problemas.

Sacar a Franco del Valle de los Caídos es un acto de reparación y de justicia. Es una medida que goza, según muchas encuestas, del apoyo mayoritario de la población. Bienvenida sea la exhumación del dictador y la entrega de los restos a la familia para que se ocupe ella de lo que sólo a ella debe importarle. Pero no se lo ponga la vicepresidenta tan difícil a sí misma porque no hay encuesta que diga que el primer problema del país, y el más urgente, es el cadáver del represor. No hay encuesta que diga que la mayor de nuestras averías es que Rivera y Casado se abstienen en la votación sobre el desahucio. Y no hay coherencia en desdeñar como irrelevante la sospecha de plagio sobre el presidente cuando esta misma semana se ha hecho dimitir a una ministra justo por ese motivo.

El presidente Sánchez ha hecho lo que tenía que hacer. Desde hoy todo el que quiera podrá tener en su ordenador, en su tablet, en su teléfono inteligente, la tesis doctoral que le mereció el cum laude. Nunca en la historia de España se había percibido un interés tan notable, tan intenso, casi casi de ansia, por un trabajo académico. Más meritorio si cabe titulándose el trabajo “Innovaciones en la diplomacia económica española”, que es una materia por la que nunca jamás se le ha preguntado a Sánchez ni en el Parlamento ni en las entrevistas y que, a decir verdad, nadie sabe muy bien en qué consiste. ¿Diplomacia económica, dice? Salvo que se refiera usted a la forma en que justifica el gobierno la venta de bombas a Arabia Saudí no caigo.

Esto es diplomacia económica: anteponer el compromiso con la empresa pública, Navantia, y el empleo de los trabajadores al compromiso con la población civil en Yemen. Garantizar que la inversión saudí se mantenga.

Pero no va de eso la tesis doctoral de Sánchez. Él la hizo en 2012. Y con razón dijo ayer el presidente que él tiene derecho a sentirse orgulloso del trabajo que hizo y que no va a permitir que nadie se lo emponzoñe. Justo por eso acierta Sánchez. Porque si no hay mancha alguna en su investigación universitaria, no hay reproche alguno que quien lea la tesis pueda hacerle. Se le podrá criticar la enjundia (o la falta de enjundia), se le podrá criticar el estilo (o su ausencia), se le podrá criticar al tribunal examinador su grado de exigencia (o su bajo grado) pero aquí lo que está en discusión —lo que Rivera puso en circulación parlamentaria el miércoles— es la estafa. El corta y pega. El plagio. Y ahora que todo el que quiera le va a poder pasar a la tesis el detector de fraudes, cabe pensar que quedará resuelto el enigma de si hubo no hubo apropiación indebida por parte del doctorando.

Sánchez acierta al abrir el candado (ya lo dijimos aquí el miércoles) porque Sánchez se equivocó al ponérselo. Y es una pena, para él, que desaprovechara el miércoles la ocasión de diluir la insinuación de Rivera anunciando en ese mismo instante que difundiría su tesis a los cuatro vientos. Qué distinto habría resultado todo si cuando el de Ciudadanos le soltó el misil…

…el presidente hubiera estado rápido y hubiera respondido que esa misma mañana le hacía llegar su tesis en un pen al líder de Ciudadanos. Siempre es mejor tomar tú la iniciativa que llegar un poco a rastras, pero bienvenida sea la rectificación de Sánchez que va a contribuir a despejar dudas y medir adecuadamente la dimensión del supuesto escándalo.

Resolviendo, que es gerundio. El gobierno da por resuelto el asunto Navantia. Ya hemos escuchado lo que expuso ayer el ministro de Exteriores en este programa: que las bombas españolas que compra Arabia Saudí no causarán tragedias en la población civil de Yemen porque son de alta precisión: se ajustan a los objetivos militares legítimos, digamos. Fuerza la justificación el ejecutivo, aparca las críticas de otros tiempos al negocio de las armas, deja insatisfechas a las ongs que le venían pidiendo que renunciara a vender esas bombas y se asegura la paz social en los astilleros de San Fernando. Y en San Telmo, que es donde hace la guerra Susana Díaz.

Después de escuchar aquí al ministro Borrell ya podemos dar por hecho que ha habido pulso entre él y Margarita Robles y que lo ha acabado perdiendo ella. A comienzos de semana les contábamos que en Defensa atribuían a fuego amigo la filtración de que Arabia Saudí se planteaba anular el pedido de las cinco corbetas. ¿Por qué lo dice con tanta precaución y tanto respeto la ministra?, nos preguntábamos.

Exteriores contra Defensa y Defensa contra Exteriores. Ganó la diplomacia económica. Como dice Ábalos, en política se está para resolver problemas y no para crearlos. La descoordinación entre ministros, la generación de confusión, es responsabilidad directa de quien tiene como tarea organizar la labor gubernamental y anticiparse a las consecuencias, y los efectos secundarios, que pueden tener decisiones polémicas.

De la vicepresidencia del gobierno se espera más eficacia en su tarea.