Opinión

Monólogo de Alsina: "Turismo vacunífero emiratí"

Carlos Alsina reflexiona en su monólogo de Más de Uno sobre la polémica vacunación de las infantas Elena y Cristina en Abu Dhabi gracias a la influencia del rey emérito don Juan Carlos.

Carlos Alsina

Madrid | 03.03.2021 09:00

Ya tenemos una nueva consecuencia que ha traído la pandemia. El turismo sanitario en su versión borbónica. Vente a Abu Dhabi, Félix. De la mano de don Juan Carlos, expatriado en proceso de regularización permanente, llega el turismo vacunífero. O cómo sus dos hijas, Elena y Cristina, y su buen amigo el ex director del CNI, Sanz Roldán, han podido vacunarse antes de lo que les hubiera correspondido en España recurriendo al método práctico de subirse a un avión y plantarse en los Emiratos Árabes Unidos. No porque en Abu Dhabi vacunen a todo el mundo nada más bajarse del avión, "bienvenidos a los Emiratos, tenga a mano su pasaporte y súbase la manga para la inyección de la primera dosis", sino porque don Juan Carlos tiene allí mano para que le vacunen a las visitas. Las hijas de nuestro hermano son nuestras hijas.

El rey Felipe sólo cuenta consigo mismo para asegurar la continuidad de la dinastía.

Salvo que las infantas Elena y Cristina se hayan vuelto marcianas (no por efecto de la vacuna sino antes) son perfectamente conscientes de que en España, país en el que residen, generó gran repulsa que unos alcaldes, o unos consejeros autonómicos, o un sindicalista, o un obispo, se vacunaran por el morro antes de tiempo. Luego eran perfectamente conscientes de cómo se iba a recibir la noticia de que han practicado el turismo vacunífero aprovechando la influencia emiratí de su padre. Y sabiéndolo, eligieron hacerlo. Eso da idea de hasta qué punto no se sienten ya concernidas por las consecuencias que sus actos puedan tener en la reputación de su hermano, que es el rey de ahora. No sólo han desconectado de eso que se llama el sentir de la sociedad, han desconectado del futuro de la corona. El rey Felipe sólo cuenta consigo mismo para asegurar la continuidad de la dinastía. Él repite a todas horas lo de la ejemplaridad, procura estar al tanto de cómo respira la sociedad y cómo se juzgan hoy determinadas cosas, pone cuidado en reflejarlo cada día en sus discursos... pero vienen el padre y las hermanas y le emborronan el folio. Un día son ocho millones de euros en vuelos por los que no se tributó, otro día son las vacunas en el extranjero.

Ni habiendo renunciado a la herencia consigue el rey Felipe deshacerse de la herencia recibida

La Zarzuela se ha resignado ya a tener que recordarnos cada día que la familia real la forman sólo los convivientes, que diría Illa. Es decir: rey Felipe, reina Letizia y las dos hijas. Todo lo demás, o todos los demás, son familiares pero no familia. Ni siquiera la reina madre, Sofía, que es la única con la que el hijo mantiene una relación fluida. Es verdad lo que dice la Zarzuela: esta familia, en realidad, son tres familias; la de Felipe y Letizia, la de Juan Carlos y sus hijas y la de la reina Sofía, que es como una familia puente ella sola, y el rey sólo responde por lo que hace su núcleo conviviente.

Son ellos los que le alegran la vida cada día a Echenique. Que cree estar tocando ya la República con la yema de los dedos. Ni habiendo renunciado a la herencia consigue el rey Felipe deshacerse de la herencia recibida.

Pero sus hermanas no dejan de ser sus hermanas, su cuñado no deja de ser su cuñado y su padre no deja de ser su padre. Son ellos los que le alegran la vida cada día a Echenique. Que cree estar tocando ya la República con la yema de los dedos. Ni habiendo renunciado a la herencia consigue el rey Felipe deshacerse de la herencia recibida.

Cuatro de cada diez españoles han muerto en residencias

Fue en abril de 2020, han pasado once meses, cuando el ministro Illa, hoy salvador del socialismo en Cataluña, prometió que en breve facilitaría a los medios datos oficiales sobre personas fallecidas en las residencias de mayores.

A la mayor brevedad posible ha acabado siendo marzo del año siguiente. Fue ayer cuando los ministerios de Sanidad, ya con Carolina Sarias y sin Illa, y de Asuntos Sociales, con Iglesias, ofreció el primer dato oficial sobrefallecidos en residencias por coronavirus en el último año: 29.408 personas. En este caso sí se suman no sólo quienes habían sido diagnosticadas sino aquellas que presentaban síntomas compatibles. El número de fallecidos por la epidemia en España supera los ochenta mil, es decir que de cada diez españoles que han muerto por esta enfermedad, cuatro eran mayores en residencias. Los peores días fueron los de marzo y abril, aquella primera arremetida de la epidemia que evidenció las carencias de personal y de recursos que sufrían estos centros, el tapón que se produjo en los traslados a los hospitales y también, en algunos casos, la negligencia de quienes tenían la responsabilidad de dirigirlos.

La parte positiva de los datos que ayer facilitó el gobierno es la caída de los casos desde que empezó la vacunación de los residentes. Más aún desde que recibieron la segunda dosis, que es la que completa la inmunización. En las últimas semanas, lo venimos contando, se ha producido una mejora de todos los indicadores (no sólo los de las residencias), pero el descenso en incidencia y en fallecidos es superior, entre los residentes, a la media de la población. Lo que confirma, pese a los casos desgraciados que aún se siguen produciendo, que la vacunación es el vehículo que nos va sacar a todos de esta pesadilla.

"Cinco millones de personas en disposición de trabajar que hoy no pueden hacerlo"

Que tiene, como ya contamos ayer, una vertiente también penosa en el mundo laboral. Los cuatro millones de parados que recogen los registros oficiales de desempleo, 750.000 más que hace un año, y el casi millón de trabajadores que están afectados por un erte, es decir, son su empleo suspendido y sin la seguridad de que vayan a poder retomarlo. Cinco millones de personas en disposición de trabajar que hoy no pueden hacerlo en España. El destrozo que la pandemia ha causado en la vida, los hábitos y los ingresos de dos de cada diez españoles.