Como dice el anuncio de Campofrío, España es una familia disfuncional. Cuál no lo es. Cada familia tiene sus cosas. Las familias son plurales y diversas, como se dice ahora. Y con identidad. Con raíces históricas. Es posible, incluso, que cada familia tenga un idioma propio.
¿Qué es la familia, sino entenderse entre diferentes? O intentarlo. O, como poco, aguantarse. Claro que las familias son plurales. ¿O Feijóo no tendrá en la suya alguien que simpatice con Sumar? ¿Se sentará Yolanda alguna vez a cenar con un votante de Vox? Entre los amigos hombres de cuarenta años que tiene Sánchez, ¿habrá algún recalcitrante de derechas? ¿Tendrá el presidente algún amigo de derechas? Bueno sí, Puigdemont. No, amigo no es. Familia, sí.
Puigdemont, el cuñado apestao
Por eso hay que redoblar el llamamiento, que estamos ya en Navidad. Es Navidad, presidente. Ya está bien de tratar a Puigdemont como si le oliera el aliento; el cuñado apestao. Hay que aprovechar estas fechas, presidente. La suya es una familia numerosa, la gran familia progresista-separatista. O la familia y uno más, desde que han adoptado a Puigdemont (o Puigdemont les ha adoptado a ustedes, que uno ya no se sabe).
A estas alturas del proceso de blanqueo, rehabilitación y encumbramiento del prófugo carece de sentido que Sánchez le haga el vacío
Junts tiene razón. A estas alturas del proceso de blanqueo, rehabilitación y encumbramiento del prófugo carece de sentido que Sánchez le haga el vacío. Si su partido, el PSOE de la palabra dada, ha reconocido a Puigdemont como interlocutor deseable, encarnación viva (no se sabe por qué) de las esencias catalanas; si el PSOE no tiene inconveniente en verse con Puigdemont una vez al mes en Suiza, no sólo eso, predica que estas reuniones de trabajo con damo de compañía salvadoreño son un modelo de entendimiento entre diferentes (y bla bla bla); si a Puigdemont le tratan de president en el exilio y celebran que vuelva a la plena actividad como operador político, oiga, ¿por qué Sánchez le desprecia una reunión? ¿Qué altura de miras ésta que le hace ascos a un tan progre y tan necesario?
Dicen: es que Puigdemont le cae mal. ¿Y qué? Eso es recíproco. También le caía mal Pablo Iglesias y le puso una vicepresidencia. Que estamos hablando del bienestar, la convivencia y la prosperidad ¡de España! ¿No es eso?
Encuentro entre los dos presidentes, de igual a igual
Si es que Junts tiene razón. De líder de partido a líder de partido, ya está bien de enviarle subalternos tipo Cerdán. Y como además el PSOE le da trato de president, pues se lo pone en bandeja a Turull para exponer que este será el encuentro entre los dos presidentes, dígase así, de tú a tú, de igual a igual, de Estado a Estado.
Los dos presidentes. Se lo dijo Turull ayer a Gemma Nierga. Con la naturalidad de quien cree haber obtenido del PSOE el reconocimiento de la realidad puigdemónica. Ésta es la cosa: mano a mano, de tú a tú, el presidente del gobierno de España y el prófugo procesado en rebeldía por corrupto. Todo en orden. El progresismo era esto.
De tú a tú, el presidente del gobierno de España y el prófugo procesado en rebeldía por corrupto. Todo en orden. El progresismo era esto
Le preguntan ayer a Sánchez que, entonces, ¿cuándo? Y se va por peteneras.
Algún tenemos que hablar de la agenda de los presidentes de gobierno en España. Que de pública tiene sólo los actos oficiales fuera de la Moncloa. La agenda de con quién y para qué se reúne dentro es perfectamente opaca. Pero es verdad que el presidente mira su agenda y la reunión con Puigdemont no sale.
Ya es curioso que le pregunten por una reunión de partido y él salga con la agenda de presidente, ¿ve cómo Junts tiene razón? Él también interpreta que una reunión con Puigdemont sería actividad presidencial. De presidente a president. De bromisma a bromista. Dése tiempo, presidente, y siga mirando. Si cambia de opinión no va a cambiar de agenda. Lo de Junts no es una invitación, es un recordatorio. No invitan a Sánchez a una reunión, le recuerdan que la tiene pendiente. Este punto del acuerdo no aparece en el famoso documento que, según el PSOE, acredita la absoluta transparencia de lo que se pacta. Pero bueno, tampoco hay documento del pacto con Bildu y ahora todo el mundo sabe que estaba acordado entregar Pamplona. Y entregada está.
Para Putin lo que se está librando en Ucrania en la lucha entre el bien y el mal
Vladimir Putin se organizó a sí mismo ayer un show de televisión disfrazado de rueda de prensa en el que se definió a sí mismo como demócrata e hizo algunas otras bromas y respondió a preguntas filtradas de ciudadanos anónimos. Una señora se quejó del precio de los huevos y él respondió que le encantan los huevos fritos y de joven era capaz de comerse diez para desayunar. Luego hablan de empatía. Te preguntan por el precio de los huevos y tú presumes de comértelos de diez en diez.
El show incluyó conexión en directo con el Donbás, es decir, con territorio de Ucrania controlado por el ejército ruso, aperitivo perfecto para que Putin pudiera presumir de que la esperada contraofensiva ucraniana -esperada hace meses- nunca logró deshacer la invasión. Perdón, la operación especial de seguridad.
Es sabido que para Putin lo que se está librando en Ucrania en la lucha entre el bien y el mal. El bien es él, y el mal es todo lo demás: la extrema derecha que gobierna el país y que tiene a Zelenski el nazi como máximo exponente. Judío, sí, pero nazi, palabra de Putin. Un nazi del Tercer Reich ante el que Europa debería levantar un muro.
El mejor mensaje que podían enviar ayer los Veintisiete a Putin es la apertura del proceso para incorporar Ucrania a la Unión Europea
El caudillo no es tonto y sabe que Ucrania empieza a pagar el precio del desgaste. El de su ejército, el de su gobierno, el de su población y, también, el de sus aliados internacionales. A Biden le pide cuentas su oposición sobre el dineral invertido en una guerra que no acaba -y no se sabe cómo acabará- y en la Unión Europea llegan tiempos de ajuste económico con el riesgo consiguiente de que Ucrania deje de ser prioridad.
Por eso el mejor mensaje que podían enviar ayer los Veintisiete a Putin es la apertura del proceso para incorporar Ucrania a la Unión Europea. Que es la forma de decir que la alianza es sólida y no sujeta a coyunturas bélicas.
El señor "no" es el primer ministro húngaro, Orban
El señor 'no' en este asunto es el primer ministro húngaro, Orban, contrario a dar aliento a Ucrania, pero fue persuadido a abandonar ayer la reunión en que se votaba: con él ausente, sí hubo unanimidad. Previo pago. Porque la forma de evitar su veto fue reabrirle el grifo de los fondos europeos por cuestionada que esté en Hungría la independencia judicial.
La Unión bendice a Ucrania como casi uno de los nuestros
Abrir el proceso de adhesión no significa que la Unión vaya a ser ampliada hasta el Donbás pasado mañana. No es un secreto que hoy Ucrania no cumple los requisitos para ser estado europeo, entre otras cosas por el bajo grado de transparencia de su administración pública y alto grado de corrupción.
Mantener el compromiso dado a los ucranianos tiene un valor enorme en estos tiempos de relativismos y bandazos
Pero sí significa que la Unión bendice a Ucrania como uno, si no de los nuestros, sí casi de los nuestros. Y mantener la posición, la palabra y el compromiso dado a los ucranianos tiene un valor enorme en estos tiempos de relativismos y bandazos. Al gobierno de España, y al presidente Sánchez, hay que reconocerle en esto coherencia y convicción.