OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "Negociando el CGPJ en inglés"

Carlos Alsina reflexiona en su monólogo sobre la reunión entre el ministro Félix Bolaños y Esteban González Pons en Bruselas con el comisario Reynders para tratar de llegar a un acuerdo y renovar el Consejo General del Poder Judicial.

Carlos Alsina

Madrid | 01.02.2024 08:55

Esto son dos españoles y un belga que se sientan a hablar y dice el belga: Bueno, ¿qué? Y le dicen los españoles: ¿Qué de qué? Y responde el belga: ‘Que si vais a pactar esta vez’. Y dicen los españoles: ‘Pues tú verás, que para eso te hemos contratado a ti’. Al cabo de dos horas le dice el belga a los dos españoles: ‘Bueno, ¿habéis aprendido algo hoy?’ ‘Sí’, responden los dos, ‘que tendremos que volver’.

El comisario Reynders se estrena en su papel de casco azul

El famoso comisario Reynders, que no es policía sino político, esperanza blanca de la derecha española para cambiar la forma de elegir a los vocales del Poder Judicial, se ha estrenado en su papel de casco azul -o mediador en conflictos de pareja- logrando que el ministro Bolaños y Esteban González Pons se citen de nuevo para la antevíspera de San Valentín y seguir hablando de sus cosas.

Redoblen al unísono las campanas de toda España: Bolaños y Pons han acordado seguir intentando acordar algo. No sólo eso. El uno ha dicho: ‘Ésta tiene que ser la definitiva’. Y el otro ha dicho: ‘Soy pesimista’, que en el lenguaje de la política significa que ha ido bien.

Redoblen al unísono las campanas de toda España: Bolaños y Pons han acordado seguir intentando acordar algo

Oye, hay esperanza. No me diga que no inicia usted el día con otro ánimo. Hay esperanza para la cura del Consejo del Poder Judicial, asunto sensible y relevante de la vida española aunque en la encuesta del CIS preocupe a los españoles aún menos que la amnistía. Hay esperanza. Si Reynders consigue casar a Sánchez con Feijóo, y a Feijóo con Sánchez, merecerá el Nobel de la Paz o presentar First Dates, una de las dos cosas.

Si Reynders consigue casar a Sánchez con Feijóo, y a Feijóo con Sánchez, merecerá el Nobel de la Paz o presentar First Dates

Tampoco se den por relevados aún los vocales del Consejo actual porque ya estuvieron a punto, estos dos mismos señores, de dar a luz un CGPJ renovado hace año y pico y acabó aquello como el rosario de la aurora.

Lo que se ha consumado es la gigantesca avería de nuestra deteriorada vida política

Y ya se trajeron una vez a España al comisario Reynders a hacer de árbitro y se fue el hombre convencido de que la cosa estaba hecha. O le contaron un cuento o es que no entiende bien el español. Que éste es uno de los misterios que está por resolver de la kedada de ayer: ¿En qué idioma hablaron? El comisario, que se sepa, no se maneja en español -tal vez lo hable en la intimidad-, de modo que… ¿Bolaños y Pons están negociando el CGPJ en inglés? ¿Le llevaron al casco azul un pinganillo?

Dices: no haga usted bromas, que no está el horno-estropicio del poder judicial para chanzas. A ver, que la broma pesada es que la perversión del sistema de elección de los vocales haya llegado hasta aquí.

Dos políticos españoles necesitan de un tercer político, extranjero, para hablar entre ellos. Vamos mejorando

Llegue o no el acuerdo, lo que se ha consumado ya en Bruselas es la gigantesca avería de nuestra deteriorada vida política. Dos políticos españoles necesitan de un tercer político, extranjero, para hablar entre ellos. Vamos mejorando. Es verdad que el mediador es el afable comisario Reynders, no es un diplomático salvadoreño, pero sigue siendo revelador que haga falta su presencia para que Bolaños y Pons se fíen de las ofertas y contraofertas que se hagan el uno al otro.

La renovación del CGPJ debería pasar exclusivamente por el Parlamento

Y siendo eso desolador, ni siquiera es ésa la gran anomalía. Lo pasmosamente anómalo es que un asunto que compete a las dos cámaras de representación españolas, Congreso y Senado, se negocie (o se ventile) a mil seiscientos kilómetros en un despacho de la Comisión Europea.

Sé que es predicar en el desierto y que aquí hace tiempo que hemos naturalizado todos que el entre el presidente del gobierno y el líder de turno del PP se guisen y se coman las veinte poltronas del C-G-P-J, pero perdamos un minuto, una mañana más, en recordar a los afectados, comisario Reynders incluido, que el mero hecho de solemnizar que es el gobierno de España -ministro de Justicia- quien se sienta a sexar vocales con el delegado de Feijóo es desdeñar el procedimiento previsto para la renovación del Consejo. Que no pasa ni por el gobierno ni por el aparato de un partido. Pasa, o debería pasar, exclusivamente por el Parlamento.

No hay que tener la comprensión lectora de un estudiante de Singapur para entender lo que establece la norma. Y la perversión que de la norma vienen haciéndose desde hace cuarenta años.

Lo pasmosamente anómalo es que un asunto que compete a las dos cámaras de representación españolas, Congreso y Senado, se negocie a mil seiscientos kilómetros

Mal vamos cuandola tarea que corresponde a la presidenta Armengol y el presidente Rollán la asume el belga Reynders sin que ninguno de los dos primeros haya tenido ni arte ni parte en la iniciativa y sin que ninguno de los dos haya reclamado para los diputados y senadores la competencia que es suya y sólo suya.

Claro que nadie esperaba que un solo diputado o senador se doliera de la usurpación de funciones: ellos saben a lo que están; si los jefes supremos de los dos partidos principales dan a luz alguna vez una lista de nombres, la aplaudirán a coro sin molestarse ni siquiera en preguntar.

La última esperanza de que Sánchez y Feijóo pacten la encarna un señor belga

Pero es lo que hay. La última esperanza de que Sánchez y Feijóo pacten veinte nombres (y ya veremos si una ley nueva para elegir al Consejo en adelante) la encarna un señor belga que a fuerza de tener que ocuparse de España acabará pidiendo que lo hagamos cónsul honorario. Y con razón.

Tras el gatillazo inesperado de la amnistía, Sánchez guarda silencio

El gobierno da por garantizado que se aprobará la amnistía, pero no dice cómo. El gobierno garantiza que habrá legislatura de cuatro años, pero lo dice por decir, no porque tenga seguridad alguna ni de eso ni de nada.

Tras el gatillazo inesperado de la amnistía (primer intento), Sánchez guarda silencio y envía a sus apóstoles a predicar contra Junts per Cataluña pero sin pasarse, no vaya a encabritarse el socio necesario.

Presión, sí, para que sea Junts quien quede como veleidoso y poco sensible al sufrimiento de los potenciales amnistiados que aún saben qué será de ellos. Y para que sea Junts quien recule y acepte que no se abrirá más aún el paraguas. Bien es verdad que, a la vez, el gobierno se declara dispuesto a negociar, no se sabe bien el qué.

Sánchez guarda silencio y envía a sus apóstoles a predicar contra Junts per Cataluña pero sin pasarse, no vaya a encabritarse el socio necesario

Un nuevo remiendo, una fórmula distinta, una enésima revisión de lo que ya redactado y ya pactado. A Turull, secretario general de los puigdemones, lo entrevistó ayer Basté y dijo que será el PSOE quien se tenga que mover para mejorar el texto, entiéndase blindar aún más a Puigdemont.

Amnistía para todos y de aplicación inmediata

Amnistía para todos y de aplicación inmediata. O el PSOE pasa por ahí, o se acabó. En realidad, el PSOE ya pasó por ahí, o le dijo a Junts que pasaba. Lo que ocurrió es que dos jueces le vieron fisuras al blindaje y a Junts le empezaron a temblar las piernas. Con todo, dice Turull que hay quince días para encontrar una nueva redacción que satisfaga a ambas partes. Porque esto siempre ha sido cosa de dos: Sánchez y Puigdemont. Los dos beneficiados con esta operación, uno investido y el otro, amnistiado.

Esto siempre ha sido cosa de dos: Sánchez y Puigdemont. Los dos beneficiados con esta operación, uno investido y el otro, amnistiado

Que salgan los ministros a coro a repetir que el texto está perfecto como está y que cambiarlo sería introducir inseguridad jurídica carece de valor. Los ministros dicen cada día lo que les dicen que digan y si hay que defender al día siguiente lo contrario lo harán con la misma fe y con idéntica convicción.

Somos más los que no queremos que gobierne Feijóo

Sánchez proclamó en la noche electoral: ‘Somos más’. Somos más, ¿quiénes? Pues los del frankenstein de antes más los puigdemones. Donde comen seis, comen siete. Somos más los que no queremos que gobierne Feijóo.

Para buena parte del PSOE todo esto empieza a ser un poco pesadilla

Sobre esa base, igual no muy sólida, se construyó la investidura y se creyó afianzada la legislatura. ‘Somos más, pero sólo si fiamos nuestro futuro a la derecha independentista catalana, compañeros franskensteins, ¿quién no ha soñado alguna vez con depender del doctor Puigdemont?’ Soñar, soñar, no sé. Pero para buena parte del PSOE todo esto empieza a ser un poco pesadilla.