OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "¡Abajo la hipérbole!"

Carlos Alsina reflexiona en su monólogo sobre los violentos actos en Ferraz de apaleamiento a un muñeco que representaba a Pedro Sánchez y la utilización política de estos hechos por parte del PSOE para culpar y redireccionar el odio hacia Feijóo.

Carlos Alsina

Madrid | 03.01.2024 09:04

El mejor canto a la autoestima nacional lo ha hecho un caminante. Blanco, porque es madridista, y complutense, porque es de Alcalá de Henares.

Afortunados por haber nacido en este país

Afortunados por haber nacido en este país. Con todas nuestras averías, nuestras asignaturas pendientes y nuestras polémicas. Afortunados de haber nacido aquí y no en Irán, es lo que quiere decir Santiago Sánchez Cogedor, recién regresado ayer a Madrid tras la pesadilla de estar quince meses en una prisión y con la amenaza de ser condenado a muerte.

Acusado de espionaje por haber hecho una foto de la tumba de Mahsa Amini. Si a Mahsa la torturó la policía religiosa por no ponerse el velo, no iban a encarcelar a un extranjero que comete el delito de retratar el lugar donde descansa. No es una distopía, o el guión de una película islamófoba, es la ley que rige en Irán. Un país con régimen teocrático -éste sí que es teocrático, Ione-, y en el que Alá decide quién va a la cárcel para que Ali Jamanei se ocupe de que su voluntad sea cumplida.

No es una distopía, o el guión de una película islamófoba, es la ley que rige en Irán. Un país con régimen teocrático; éste sí que es teocrático, Ione

La historia de Santiago el caminante empezamos a contársela en octubre. No el pasado octubre sino el de 2022, cuando este aventurero que se había propuesto llegar andando hasta Catar para el mundial de fútbol vio su viaje interrumpido por el régimen iraní. Detenido, encarcelado -primero en aislamiento, después en régimen común-, sin acusación formal, sin posibilidad de alegar nada, sin otro consuelo que el de confiar en que la embajada consiguiera parar la pesadilla y sacarlo de allí para poder volver a España.

Quince meses después, el embajador Losada coronó ayer sus gestiones y Santiago pudo volar a casa. ‘No sabéis lo afortunados que somos de haber nacido en este país’. Lo dice alguien que ha estado preso en Irán y que antes se pateó el Kurdistán y convivió con refugiados sirios. Alguna idea tiene, en efecto, de cómo están en otros lugares y cómo estamos aquí.

Casi dos meses de la guerra en Ucrania

El mes que viene se cumplirán dos años ya de guerra en Ucrania. Dos años llevan viviendo aquí muchas de las familias que lograron salir de allí cuando Rusia consumó su agresión y que confiaban en que fuera cuestión de unas pocas semanas, o unos meses, poder regresar a sus casas.

Dos años ya de distancia, de ausencia y de amargura. Sin que nada hoy indique que esta guerra se vaya a terminar

Las mujeres que se vinieron aquí con sus hijos pequeños y dejaron en Ucrania a sus padres, sus hermanos, sus maridos. Dos años ya de distancia, de ausencia y de amargura. Sin que nada hoy indique que esta guerra se vaya a terminar y mucho menos que vaya a terminar con la derrota, y el juicio ante un Tribunal Internacional, de Vladimir Putin.

Tres meses del conflicto entre Israel y Hamás

El tiempo pasa. Tres meses se van a cumplir del conflicto entre el Estado de Israel y la organización terrorista Hamás (o de esta etapa del conflicto, que empezó con las matanzas en los kibutzis de octubre).

A la invasión terrestre del Ejército israelí en Gaza se añade esto que Israel ha llamado siempre ataques quirúrgicos (bueno, no sólo Israel, es lo que hizo Obama con Bin Laden): localizar dónde están los líderes de la organización y diseñar una operación específica para cargárselos. Ayer le tocó el número dos de Hamás, cobijado por sus colegas de Hezbolá en el Líbano, es decir, cobijado y apadrinado por Irán. Un dron israelí reventó el piso en el que estaba y adiós, Arouri. Otro vendrá que ocupe su lugar.

El gobierno estrena el año a golpe de decreto

¿Y la cosa doméstica cómo la tenemos?

Ha estrenado nuestro gobierno el nuevo año fiel a sus tradiciones más hondas del año pasado: la primera es gobernar a golpe de decreto. Será por decretos. No ha habido presidente que haya utilizado tanto este instrumento.

En Moncloa dicen: fue por la pandemia, que hubo que aprobarlo todo con urgencia. Para nada, ya era líder antes de que empezara lo del coronavirus. Y se ha convertido en vicio. Yo hago un decreto, le meto todo lo que me parezca, lo publico en el BOE, entra en vigor y luego ya el Congreso que me lo avale. Ahí seguimos.

Mira que le reclamó el PNV que se desenganchara de esta forma de ningunear al Parlamento, pero cuando uno coge vicio ya no lo suelta: lentejas, las tomas o las dejas.

Puigdemont ya sospecha que Sánchez ha empezado a engañarle, el año promete

Al decreto de ahora lo han llamado ómnibus porque lleva un poco de todo, especialidad de la casa, te sirvo un plato a base de medidas dispares y tú, querido socio parlamentario, me las apruebas todas so pena de ser tachado de derechista y enemigo de la convivencia. Los de Junts están moscas porque les han metido ahí el tema de las cuestiones prejudiciales ante Europa que carece de urgencia alguna y que ellos sospechan que es una coartada para poder desactivar la amnistía. Ay, Puigdemont, ya sospecha que Sánchez ha empezado a engañarle, el año promete.

No hay gobierno más virtuoso en el egotismo que el nuestro

Segunda tradición que el gobierno cumple religiosamente: cubrirse a sí mismo de flores (no hay gobierno más virtuoso que el nuestro, admítase de una vez, sobre todo en el egotismo, no confundir con el egoísmo aunque sea primos hermanos) y atizar todos los días a Feijóo, no vaya a parecer que se puede gobernar un solo día el país sin chapotear en el barro.

Después de todo, el presidente es secretario general de un partido en estado de movilización permanente (qué agotador), la nueva vicepresidenta uno (qué fulminante ascenso) es la vicesecretaria general de ese mismo partido, la ministra portavoz del gobierno es la portavoz del partido (aún no ha sido relevada por nadie) y el gabinete de comunicación de la Moncloa dedica sus mejores esfuerzos a distribuir entre comentaristas políticos munición contra el primer partido de la oposición.

Que a decir de las encuestas, va a seguir siendo el primer partido del país un año más, por más que carezca del gobierno de la nación. Los primeros sondeos del año son tan tercos como los últimos del año anterior: el PP tiene más apoyo social que el PSOE y la amnistía que concedió Sánchez para ser investido no cuenta con el respaldo de la mayoría, sesenta-treinta a pesar de la incansable campaña de evangelización -tres meses ya- del presidente, sus ministros-altavoz, los dirigentes disciplinados de su partido y los comentaristas y medios más apreciados en la Moncloa.

Las encuestas están en un sesenta-treinta en contra de la amnistía a pesar de la incansable campaña de evangelización del presidente y sus ministros-altavoz

Sesenta-treinta y un amplio porcentaje de votantes socialistas (entre el treinta y el cuarenta y cinco, según el sondeo que se ojee) que tampoco está con Sánchez en esto. No es sólo Javier Cercas, aunque a Cercas le quepa el honor de haber escrito en julio por qué iba a votar a Sánchez, de haber escrito en septiembre por qué estaba seguro de que no habría amnistía y de haber escrito ahora por qué se reconoce engañado y estafado; y por qué el PSC ha dejado tirados, en su opinión, a sus votantes y simpatizantes al hacer suyo el relato fake del procés que hasta septiembre era exclusiva del independentismo.

Vox suspirando porque se le haga caso

El año ha empezado con Vox suspirando porque se le haga caso y consiguiéndolo a golpe de monigote apaleado. Va a acabar Abascal trasladando su despacho a la calle Ferraz, pero en medio de la calle, vista la fijación de sus cachorros con la sede socialista.

Fabricar un muñeco cabezón, decir que es Sánchez, colgarlo del cuello y celebrar el año apaleándolo da la medida exacta de lo que esta tropa fanatizada entiende por hacer política. Y de lo que entiende por divertirse.

Va a acabar Abascal trasladando su despacho a la calle Ferraz, pero en medio de la calle, vista la fijación de sus cachorros con la sede socialista

La simulación de la violencia contra un dirigente, encarnado en un pelele cabezudo, dice más de quien la simula que del dirigente, naturalmente. Porque aquel que disfruta fingiendo que apalea a una persona está exteriorizando sus sueños, y sus deseos, más húmedos.

Ni activistas, ni patriotas comprometidos, ni putodefensores de la unidad de España. Odiadores

Odiar, sin más, no es delito. Y apalear a un monigote, como guillotinar un retrato, prenderle fuego a una foto o vocear contra los rojos (aquí cada cual con sus obsesiones) me temo que tampoco, el juzgado dirá. Pero retrata a los participantes como lo que son: odiadores. Ni activistas, ni patriotas comprometidos, ni putodefensores de la unidad de España. Odiadores. Gente que disfruta odiando. Haters nada virtuales. No hay retrato más preciso que el que están haciendo ellos de sí mismos.

La simulación de la violencia contra un dirigente, encarnado en un pelele cabezudo, dice más de quien la simula que del dirigente

El episodio sirvió, además, como ejemplo práctico del manual de aprovechamiento político. Cómo convertir un acto detestable a cargo de un grupo de fanáticos anti Sánchez en un pecado, falta o vileza, de alguien que ni estaba allí ni tenía noticia de lo que allí pasaba: Núñez Feijóo.

Ejemplo práctico del manual de aprovechamiento político

La nada sutil maniobra de imputación que, fiel a su tradición, perpetró el PSOE y sus ministros para dar la bienvenida al año: aunque los odiadores no tengan nada que ver contigo, es culpa tuya por que los alimentas. Debe de ser que Fijo reparte bolsas de avituallamiento en Ferraz, o algo.

El odio, como saben en el PSOE, se combate repudiando el odio, no tratando de sacar partido de él redireccionándolo, a ver si a quien hay que odiar ahora es a Feijóo por no haberse apresurado a publicar un tuit la noche de autos.

El que polariza siempre es el otro

Declara Patxi López que ya está bien de sobreactuar y tratar al adversario político como enemigo. Bien dicho está, ahora que empiece por aplicarse el cuento. Que esto de atribuir a los demás un comportamiento deplorable es la forma de presentarse uno mismo como virtuoso: el del ruido siempre es el otro, el que polariza siempre es el otro, el que deshumaniza siempre es el otro y el que exagera, por supuesto que es el otro.

No se recuerda que López haya dicho nada positivo del PP desde el día que lo hicieron portavoz parlamentario

No se recuerda que López haya dicho nada positivo del PP desde el día que lo hicieron portavoz parlamentario. Incluso desde el día en que el PP lo hizo lehendakari. Pero cabe tomárselo como un propósito de año nuevo. No deshumanizar. No subir a la tribuna del Congreso a hacer caricatura del adversario, o a carcajearse de él, sólo para que los tuyos te jaleen y te aplaudan el mitin.

Esto de la hipérbole parece de ‘Amanece que no es poco’, homenaje a José Luis Cuerda. El país cuya convivencia peligraba porque el personal abusaba de la hipérbole. ¡Abandonen ya la hipérbole y lean a Faulkner!