OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "Tú promete derogar y luego ya se verá"

Carlos Alsina reflexiona en su monólogo sobre las declaraciones de Feijóo ayer en este programa prometiendo derogar leyes del "sanchismo" como la Ley de Vivienda, la Ley Trans o la Ley de Memoria Democrática, y la eliminación de ministerios como el de Igualdad.

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Carlos Alsina

Madrid | 07.06.2023 08:27

Día menos cuarenta y seis para el juicio final. Los que quedan, si he hecho bien la cuenta, para que se abran las urnas. Y día menos dos para los casamientos electorales. El viernes suena la campana y aún no está claro si Sumar lleva dentro a Podemos, o sea, si Belarra y Montero amarran escaño para la legislatura siguiente, o se consuma la purga yolandista y Podemos, que por ahí no pasa, se queda fuera.

Derogaciones Feijóo

A cuarenta y seis días de las urnas, y descartado que vaya a haber un ‘tu cara a cara me suena’ cada lunes -nadie se ha tomado en serio al presidente como programador televisivo- lo que más revuelo ha generado en estas últimas horas es lo de Feijóo ayer en este programa. Que concrete, que concrete, decían sus adversarios, que concrete qué es eso de derogar el sanchismo. Y contra pronóstico, concretó.

Derogar el sanchismo es enterrar la forma de hacer política de Sánchez -hasta ahí lo ya conocido-. Es tumbar algunas de las leyes que con mayor orgullo ha sacado adelante la mayoría parlamentaria en esta legislatura. Ley de memoria democrática, fuera. Ley de Vivienda, fuera. Ley trans, también fuera.

La de eutanasia no aspira a tumbarla pero sí a revisarla. Como la de Educación. Como la reforma laboral. La reformas que se han hecho del Código Penal, se deshacen: la sedición y la malversación. Y suprimirá ministerios: el de Igualdad el primero, porque no le ve dimensión suficiente al asunto como para tener ministerio propio y prefiere cómo estaba cuando Aznar.

Feijóo no le ve dimensión suficiente a la Igualdad como para tener ministerio propio y prefiere cómo estaba cuando Aznar

Ni Igualdad ni Cultura tendrían ministerio propio. Y la Seguridad Social se uniría a Trabajo. Concretar, oiga, concretó. La eliminación de Igualdad ha indignado al actual gobierno de coalición, al PSOE que creó este ministerio en época Zapatero y a Irene Montero, que es quien le ha transmitido su personalidad, la de Irene, en estos últimos cuatro años (para desolación de los socialistas, que ahora la señalan como causante de todos sus males). Un saludo desde aquí a Alberto Garzón, y mis condolencias: que se elimine el ministerio de Consumo no ha soliviantado a nadie.

También Sánchez conjugó el verbo derogar cuando aspiraba a gobernar él

Concretar, digo, concretó. Luego ya lo que haga si tiene mayoría de gobierno es otra historia. No ha habido presidente que no prometiera derogar leyes impulsadas por sus antecesores y que luego se haya rajado.

Está el PSOE predicando ahora que esto de derogar y derogar más que un programa de gobierno es un plan de destrucción premeditada. Pero también Sánchez conjugó el verbo derogar cuando aspiraba a gobernar él. Prometió derogar la reforma laboral de Rajoy, la ley de Seguridad Ciudadana, la ley Wert de Educación, la prisión permanente revisable y las devoluciones en caliente. No dijo derogar el marianismo, pero a eso sonaba. Bien es verdad que luego derogó bien poco.

No ha habido presidente que no prometiera derogar leyes impulsadas por sus antecesores y que luego se haya rajado

La reforma laboral se limitó a corregirla -ahí siguen los 33 días por año trabajado-, la ley mordaza sigue vigente, de la prisión permanente revisable no volvió a decir ni media tras el caso de Ana Julia Quezada y las devoluciones en caliente se llaman ahora rechazos en frontera. Derogar, derogar. Tú promete derogar y luego ya veremos en qué queda.

Ah, y concretó Feijóo que habrá un debate. Al menos, uno. Cara a cara con Sánchez. Ayer parecía que esto de los debates era lo más relevante de la campaña y hoy ya no se acuerda casi nadie.

La izquierda ocupada en resolver sus disputas

Se planta en Doñana hoy la vicepresidenta segunda (antes segunda marca) Yolanda Díaz para hacer lo que ya hizo Sánchez: decir las mismas cosas que ya ha dicho en Madrid pero pisando el Parque Nacional, con su impagable paisaje al fondo, y tratando de exprimir el asunto de los regadíos como aliciente para su propia campaña electoral. Seguramente no hace falta aclararlo, pero Díaz viaja hasta Doñana -en transporte sostenible, seguro- no como vicepresidenta sino como aspirante a presidenta, es decir, líder de la nueva marca Sumar que aún no se sabe qué va a llevar dentro. Entiéndase, si Podemos va en el mismo pack que Yolanda o se presentan por separado en vista de que no se ponen de acuerdo con el reparto de los futuros sillones en el Congreso.

El espectáculo que está dando la izquierda para amarrar los sillones del futuro Parlamento debe de estar ilusionado muchísimo al votante desanimado

Como está abierta una negociación, a cara de perro, todo lo que se dice en torno debe ser interpretado como el intento de cada parte de salirse con la suya. Y está muy entretenida esta negociación (bien poco transparente, por otra parte). Los de Podemos se duelen de que les estén vetando a Belarra y a Irene Montero, los de Más País se lamentan de que Iglesias se empeñe en meter a dos ministras con tan baja valoración ciudadana, en Compromís alegan que ellos no están vetando a nadie, Pablo Iglesias, y en Cataluña, los de Ada Colau filtran que Podemos está jugando a dos bandas, porque a la vez que negocia con el yolandismo coquetea con Esquerra Republicana para presentarse en coalición con ellos. Un Belarra-Rufián, digamos, según los de Colau y según publicó ayer Público. Y en Esquerra dicen que no saben de qué les hablan. Que ellos van solos o en el frente independentista que con tan poco éxito planteó Pere Aragonés. Y añade Rufián que le piensan subir el precio a Sánchez por la investidura, seguro que sí, ya estoy viendo a Rufián haciendo presidente a Feijoo sólo porque Sánchez se hace el estrecho.

Está la izquierda del extremo izquierdo ocupadísima en resolver, como siempre, sus disputas. Como dure mucho más el plazo para formalizar las coaliciones, en lugar de reunida se presenta aún más atomizada. El espectáculo que está dando para amarrar los sillones del futuro Parlamento debe de estar ilusionado muchísimo al votante desanimado.

Sumar anuncia un primer acuerdo con Alberto Rodríguez

Pero bueno, Sumar anuncia un primer acuerdo para las listas, aleluya. No, con Iglesias, no. Con Rodríguez. Alberto Rodríguez. Que una vez fue secretario de organización de Podemos, creo recordar -lo fue un rato-, pero que salió tarifando del partido cuando el Supremo lo inhabilitó, el Congreso le retiró el escaño y él se dolió de que lo hubieran dejado tirado. Ahora hace política en Canarias, con la marca Drago Verdes: se ha estrenado en las autonómicas con veintisiete mil votos y cero escaños.

El acuerdo con Sumar ha sido rápido y sosegado. Sin apurar los plazos y sin filtraciones interesadas ni victimismos sobreactuados. En 2019 Podemos sacó en Canarias dos escaños. No hay mucho a repartir, pero al menos no se han acuchillado.

El gobierno de los listos menos votados

Y en Canarias, por cierto, se alumbró ayer el primer acuerdo entre partidos tras las elecciones de hace dos domingos. Sin sorpresas, Coalición Canaria, que quedó segunda, pacta con el PP, que fue tercero para presentar a Fernando Clavijo a la investidura.

No suman mayoría absoluta, les faltan dos diputados, pero con el amigo Curbelo, de La Gomera, siempre disponible para hacer presidentes lo mismo a los unos que a los otros, alcanzan lo que no alcanza el PSOE, que es mayoría de investidura por más que Ángel Víctor Torres haya sido el más votado. Esto es lo que Torres llama pacto de perdedores y lo que Feijóo imagino que llama gobierno de los listos menos votados. Que es la expresión que empleó ayer para describir, en general, a quienes gobiernan sin haber ganado.

La alianza, de listos, entre el PP y Coalición Canaria se certifica en el Parlamento autonómico y le permite a Feijóo contar con un escaño más, aparte de los que consiga él mismo, cara a una posible investidura en septiembre. Siempre que antes él gane las elecciones generales.