La carta de Ónega a los hermanos que han vendido Idealista. "Todo el mundo les saluda como genios"
Buenas noches a los hermanos Encinar, Jesús y Fernando. Permítanme presentarles, porque todo el mundo conoce la empresa que han fundado, que se llama Idealista, pero pocos les conoce a ustedes.
Si la radio permitiera emitir fotografías, a don Fernando le reconocerían porque es un rostro habitual en la televisión. A él acudimos los periodistas cuando necesitamos una limosna de orientación sobre el mercado inmobiliario. Y usted, don Fernando, saca tiempo para ir a los platós, contar lo que sabe, que es casi todo, y ser la estrella polar que guía a los marineros en el océano borrascoso del negocio que llamamos del ladrillo.
Pero esto solo lo digo para la identificación de su rostro. Lo que quiero decirles de verdad es que son ustedes –no me importa cuál de los dos en mayor medida—los autores de uno de los mayores éxitos empresariales en este país del siglo XXI. Los que consiguieron dar lo que el diario El País llamaba esta mañana “la campanada del Internet español”: Idealista. Un día tuvieron la genial idea de crear ese portal; se abrieron camino poco a poco; se hicieron imprescindibles en España, Portugal e Italia; batieron récords de visitas; creo que arruinaron a los periódicos que vieron volar los anuncios por palabras.
La última crisis cerró inmobiliarias, constructoras y dejó en la calle a cientos de miles de personas del sector, pero a ustedes ni les tocó y se convirtieron en reyes del mercado. Hoy quizá no exista un solo ciudadano que no haya buscado algo en Idealista. Hace cinco años vendieron por 235 millones el 82 por ciento de la empresa.
Ahora los compradores de entonces acaban de vender ese porcentaje por 1.321 millones de euros. En cinco años, un incremento del valor de la empresa de más de mil millones. Y todo, por lo que ustedes crearon, Jesús y Fernando Encinar. Dos ciudadanos de Ávila, dos hermanos que ganaron las primeras monedas acarreando maletas en el hotel de sus padres y hoy todo el mundo les saluda como genios. Yo también lo hago, don Jesús, querido Fernando. Cuando tantas cosas se tuercen, cuando tanto pesimismo nos inunda, que me dejen saludar el ingenio. Que me dejen rendir homenaje al éxito. Que me dejen vitorear al triunfador.