JULIA EN LA ONDA

Territorio Negro: Nacho Vidal y el sapo bufo

Luis Rendueles y Manu Marlasca nos van a contar todo sobre este caso que implica al exactor y director de cine porno Nacho Vidal, acusado del homicidio imprudente del fotógrafo de moda José Luis Abad, quien se sometió al ritual 'el sapo bufo' y acabó muerto con parada cardiaca.

ondacero.es

| 16.06.2020 17:10

El exactor y director de cine porno Nacho Vidal está acusado del homicidio imprudente del fotógrafo de moda José Luis Abad. Los hechos se remontan al verano pasado, cuando Abad acudió a la finca que Nacho Vidal tiene en Enguera (Valencia) para someterse a un ritual que él pensaba que le ayudaría a superar sus adicciones: el ritual del sapo bufo, se llama. La cosa acabó de la peor manera posible, con Abad muerto de una parada cardiaca tras inhalar un potente tóxico, procedente de las glándulas de ese anfibio. Casi un año después, la Guardia Civil elaboró un atestado en el que consideraba a Nacho Vidal, a su prima Verónica y a un amigo responsables de los delitos de homicidios imprudente y contra la salud pública.

Se trata de una forma de consumir el potente alucinógeno que se extrae de las glándulas cutáneas del bufo alvarius, una variedad de sapo procedente del desierto de Sonora, entre México y Estados Unidos. Esas glándulas contienen uno de los más potentes alucinógenos que existen, la 5-MeO-DMT, es decir, 5-metoxi-dimetiltriptamina, conocida popularmente como la molécula de Dios. La droga se consume inhalada con una pipa de cristal, como el crack, por ejemplo. Mike Tyson, el ex campeón del mundo de los pesos pesados, ha confesado que lo consumió y es bastante popular entre chamanes y psiconautas mexicanos y norteamericanos.

Se trata de un alucinógeno poderosísimo, que a los pocos segundos de su consumo produce una sensación de disociación, es decir, uno se ve fuera de su propio cuerpo. Se emplea, en ocasiones, para tratar adicciones y este fue el caso de José Luis Abad, el fotógrafo que murió en la finca de Nacho Vidal. Recurrió al ex actor porno con la esperanza de que el ritual del sapo le librase de su esclavitud con las drogas. Vidal había contado, incluso en televisión, su experiencia con esta droga.

No se sabe exactamente si se conocían. A quien conocía el fotógrafo era a la prima de Nacho Vidal, Verónica Jordá –este es el verdadero primer apellido de Nacho Vidal–, que es quien juega el papel de intermediaria. De hecho, la Guardia Civil encontró en los teléfonos del fallecido y los investigados varios intercambios de mensajes, desde meses antes del suceso, en los que Verónica preparaba con Abad el ritual e incluso le daba instrucciones sobre lo que debe evitar comer, beber y consumir. Verónica le dice en estos mensajes que no beba alcohol, que coma sano y que no tome drogas. Unos días antes de la fecha prevista para la ceremonia, Abad le confesó a la prima de Nacho que había tomado algo de alcohol y se había metido cinco o seis rayas de coca. Verónica solo le dijo que el viaje sería más fuerte.

Y así nos plantamos en el 28 de julio del pasado año. Una llamada a emergencias anuncia que hay una persona que se encuentra mal en la finca que Nacho Vidal tiene en Enguera. Cuando llegan los servicios médicos solo pueden certificar la muerte de José Luis Abad. La Guardia Civil toma declaración a todos los presentes –Nacho Vidal, su prima y un amigo, Miguel Ángel Calatayud–, que cuentan que Abad había consumido el veneno del sapo bufo y que vieron cómo se desvanecía tras inhalarlo. Dicen también que intentaron reanimarlo, pero que no pudieron hacer nada por salvarle la vida. Los agentes hallaron en la finca de Enguera la bolsa que contenía la droga y la pipa de cristal que se usó para tomarla. La autopsia determinó que Abad había fallecido de una parada cardiaca. Y así quedaron las cosas, hasta el mes de febrero de este año.

El 14 de febrero se presentó en el cuartel de la Guardia Civil de Xátiva Francisca Abad, la hermana del fotógrafo muerto. Llevaba el teléfono móvil de su hermano y un pen drive en el que había volcado imágenes y conversaciones extraídas del aparato. Le dijo a los agentes que el contenido podría servir para aclarar las circunstancias de la muerte de José Luis.

En el teléfono se ve su propia agonía y muerte. José Luis debió pedir a alguno de los participantes, seguramente Verónica, que grabase su viaje alucinógeno. Y así fue. Es un vídeo de 22 minutos en el que quedó registrado todo lo que pasó y que ha servido de principal prueba para acusar a todos los asistentes en el ritual de homicidio imprudente.

En primer lugar, se dan cuenta de que Abad murió durante una ceremonia, un ritual. Y que el principal oficiante de esa celebración era Nacho Vidal. En julio nadie habló de ritual, sino que dijeron, sencillamente, que Abad había tomado esa droga, como si la trajese de casa y se la tomase, sin ceremonia. En el vídeo, además, queda constancia de que el escenario fue alterado por los presentes en julio, antes de la llegada de la Guardia Civil.

La Guardia Civil deja constancia en su atestado de que se eliminaron del lugar donde estaba el cuerpo de José Luis todos los utensilios que formaban el altar donde se celebró la ceremonia que acabó con la muerte del fotógrafo. Los agentes sí hallaron en el interior de la vivienda estos elementos –cuencos tibetanos, pandero, campanillas…–, pero en el vídeo se ve que formaron parte del rito del sapo bufo, que está dirigido en todo momento por Nacho Vidal.

Sobre por qué quisieron ocultar todo lo que indicaba que allí se había celebrado un ritual, entramos en el terreno de las interpretaciones, como también hace la Guardia Civil en su atestado. Los agentes escriben que dándole al acto una aureola mística, con la presencia de un chamán, en este caso Nacho Vidal, se aseguraba la sugestión de la voluntad de José Luis Abad, que se vio rodeado de un ambiente casi mágico y que, sin duda, acudió voluntariamente al rito, deseoso de acabar con sus adicciones. Si el vídeo no llega a aparecer, todo habría quedado en alguien que muere por consumir de forma voluntaria una droga.

Y en ese atestado, se describe con todo detalle el vídeo en el que quedó registrada la agonía y la muerte del fotógrafo. Describe como entre el primer segundo y el 23 del vídeo, Nacho Vidal sujeta la pipeta de cristal que contiene el veneno del sapo bufo y calienta con un mechero la parte donde está la droga. Abad tiene en la boca el extremo del tubo mientras el exactor efectúa esta maniobra y Miguel Ángel Calatayud está junto a ellos con un pandero que sirve de pantalla para aumentar la concentración del humo. En el vídeo se oye decir a Nacho Vidal: “así, así, más, más, muy bien, muy bien guerrero, más, más, muy bien, para dentro, para dentro, no lo tires fuera, estás tirando fuera, para dentro, bien”.

Es decir, Nacho Vidal anima a José Luis para que inhale con fuerza el humo que procede de la droga. Entre los segundos 24 y 30, Vidal retira la pipa de la boca del fotógrafo y éste cae desplomado. A partir de ese momento, y leemos textualmente el atestado, “empieza con convulsiones, apreciándose claramente un entumecimiento del pecho y la cabeza con un tono visiblemente morado/azulado, así como a la vez contorsiona las extremidades superiores e inferiores lentamente, contrayendo con movimientos arqueados los brazos y manos, todo ello acompañado de un sollozo continuo realmente estremecedor”.

El vídeo muestra como Nacho Vidal realiza unas breves maniobras de reanimación cardiopulmonar, que duran apenas un minuto. Le da un masaje cardíaco, le hace la respiración boca a boca, pero de manera muy rudimentaria. Después, del minuto dos al catorce, Nacho observa la agonía del fotógrafo y se limita a echarle agua en el rostro, pese a que es evidente que Abad no reacciona, sino que da síntomas de que empeora su estado: disminuyen los signos vitales, deja de mover las extremidades y no reacciona a estímulo alguno. La Guardia Civil escribe: “no se hubiera requerido más que del sentido común para para haber realizado una valoración de la situación que posiblemente no hubiera condenado sin remedio, cualquier esperanza de salvar la vida a la víctima. Entre otras muchas posibilidades, se decide la peor, descartar el auxilio sanitario inmediato”.

En esto se basa la Guardia Civil para sostener que ha habido un homicidio imprudente. Lo que sostienen es que en ningún momento, ni Nacho Vidal ni el resto de participantes tuvieron el control de la situación. Además, los acusa de no contar con un plan alternativo, como avisar a las asistencias sanitarias o trasladar a Abad ellos mismo a un centro hospitalario. La Guardia Civil es tajante en este punto. Afirma que “queda acreditada una conducta grave de los investigados por su imprudencia, temeridad y desprecio a la salud e integridad física de las personas, que no olvidemos, se pusieron en sus manos y ofrecieron toda su confianza a quienes se vendían como practicantes y guías de la ceremonia para tratar de poner remedio a algún tipo de dolencia”.

Pese a todo esto sí queda claro que Abad acudió allí y se sometió al ritual de forma voluntaria. Una de las principales dudas es si pagó por ello. La Guardia Civil afirma que hubo una relación contractual, un evento pactado y remunerado, dicen. Pero lo cierto es que no hay pruebas concluyentes de ello, más allá de que algunas personas del entorno del fotógrafo fallecido dicen que pagó unos 150 euros. Pero, insistimos, no hay una evidencia de este pago, aunque sí es cierto que todo parece indicar que el instrumental necesario para la ceremonia lo puso Nacho Vidal, incluida la droga del sapo bufo.

Además del delito de homicidio imprudente, los tres presentes en el ritual están acusados de un delito contra la salud pública por suministrar una sustancia que es nociva o peligrosa, como el tóxico que se obtiene del sapo bufo. El mero hecho de regalar o incitar al consumo de una droga es un delito, aunque la regales y no haya un intercambio comercial. Además, la Guardia Civil sostiene que la droga que consumió Abad carecía de cualquier garantía o control sanitario, se desconocían sus componentes y no se tuvo en cuenta los antecedentes de la víctima para valorar el riesgo: era diabético y consumía habitualmente cocaína.

Este atestado sirvió para que hace un par de semanas, la Guardia Civil detuviese y pusiese a disposición del juez a Nacho Vidal, su prima y Miguel Ángel Calatayud. El juez escuchó a los tres, que sostuvieron que Abad consumió voluntariamente el veneno del sapo bufo y que ellos intentaron reanimarlo cuando vieron lo que estaba pasando, básicamente lo mismo que dijeron a la Guardia Civil en julio del año pasado. El instructor dejó a todos en libertad y, esto es importante, sin adoptar ninguna medida cautelar contra ellos: no fijó presentaciones ni les retiró el pasaporte. Desde entonces, Nacho Vidal se ha limitado a emitir un comunicado en el que lamenta la muerte del fotógrafo y solo su abogado, Daniel Salvador, ha hablado para los medios, para reafirmar que su cliente no tuvo participación, ni siquiera por omisión, en el fallecimiento de José Luis Abad.

La familia no se ha quedado conforme, de hecho está personada como acusación particular en el procedimiento por la muerte de José Luis Abad, a través del abogado Javier Villarrubí, que, evidentemente, sí piensa que algo más se hubiera podido haber hecho por salvar la vida del fotógrafo, aunque reconoce que él fue voluntariamente a someterse a ese rito. Si nos preguntas a nosotros, la impresión que uno saca de la lectura de los autos es que Nacho Vidal pecó de inexperiencia y de temeridad al hacer de chamán en una ceremonia en la que se consume una sustancia que –ha habido muestras en el mundo– tiene una peligrosidad acreditada.