Los Estados no tienen amigos o enemigos permanentes, solo tienen intereses. La frase tiene muchos padres y, sobre todo, muchos ejemplos de la verdad que encierra. Acabamos de comprobarlo con el cambio de posición del gobierno respecto al Sáhara.
A eso le llaman Realpolitik, que es ir un poco más allá del pragmatismo. ¿Qué es la realpolitik? Pues no atender a principios, ni a consideraciones éticas ni mucho menos a las ideológicas, si las circunstancias o el contexto mandan un cambio de rumbo.
¿Qué ha cambiado para que el gobierno español haya claudicado ante Marruecos y acepte, sin preguntar a nadie, que la solución para el Sahara es establecer un régimen de autonomía sin contemplar siquiera el referéndum que ampara la ONU?
Marruecos es un estado poco fiable que tiene una fórmula de chantaje fácil, barata y eficaz: deja salir cada madrugada 100 pateras llenas de migrantes hacia nuestras costas y en tres días nos ha ganado sin despeinarse. Pero eso es así desde hace ya muchos años ¿Qué tiene que ver este cambio de rumbo inesperado con la guerra de Ucrania el contexto global? ¿Está Estados Unidos detrás? ¿El mismo Estados Unidos que envió delegación a negociar con Nicolás Maduro ahora que nos hace falta su petróleo?
