Cuando Pepe Alvarez alcanzó en marzo de 2016 la Secretaría General de la UGT, todo hacía indicar que el rumbo del sindicato iba a cambiar y así está siendo. Aunque mantiene su nexo con CCOO, UGT quiere caminar sólo y con una filosofía más guerrera que la de su sindicato "hermano".
Desde hace meses, UGT lleva insistiendo en la idea de que hay que forzar las negociaciones con patronal y Gobierno con movilizaciones en la calle. Las primeras se produjeron en diciembre después de una reunión con Mariano Rajoy en la Moncloa en la que los sindicatos salieron con cierta decepción por las líneas rojas que les había impuesto el presidente del Gobierno. Unas protestas que no tuvieron un gran seguimiento ciudadano, al menos el que esparaban.
Este miércoles lo ha reconocido Gonzalo Pino, el secretario de Acción Sindical en unas jornadas que el sindicato organizaba en Madrid. "No tenemos las condiciones para convocar una gran movilizacion general".
Para Pino, hay que ver dónde tiene más músculo sindical UGT y trabajar por ahí. "Si seguimos manifestándonos por los salarios, los resultados serán los mismos que hasta ahora" aseguraba. "Pero si hacemos conciencia, por ejemplo, con la violencia de género, podremos arrancar el apoyo ciudadano a una huelga general que, si se dan las condiciones, podría ser en agosto".
También ha afirmado que "si convocamos ahora una huelga general, los más perjudicados por la crisis, es decir, la mayoría, no entenderán por qué lo hacemos y no acudirán".