Ayer 3 de mayo de 2023, celebramos el 30 aniversario del Día Mundial de la Libertad de Prensa. Al menos a mí, como profesional comunicador independiente, pluralista y diverso, debiera otorgárseme esa «fuerza impulsora de todos los derechos humanos» ¿Estamos de acuerdo?
Lo que parece incuestionable es que lo contrario de la libertad de expresión se llama censura. Aunque sea autoimpuesta, previa o posteriormente aplicada. Ya sea influyendo o modificando el contenido (o la forma) de la obra "a cuestionar", atendiendo a razones ideológicas, morales o políticas. Incluso considerándose, por el censor designado, como ofensivo, dañino, inconveniente o innecesario para el gobierno (o el medio de comunicación) de turno.
La glorificación de una idea o persona non grata, tratar el sexo, cierta violencia, el abuso de drogas legales o el consumo de las ilegales, el ocultismo, un lenguaje blasfemo, inoportuno, obsceno o soez se está normalizando que sea objeto de la pérdida de esa libertad.
Recordemos que la privación de la misma, tal como sostienen ciertas leyes, y en último extremo el asesinato, es una reacción contraria al art. 11 de Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea: «Toda persona tiene derecho a la libertad de expresión. Este derecho comprende la libertad de opinión y la libertad de recibir o comunicar informaciones o ideas sin que pueda haber injerencia de autoridades públicas y sin consideración de fronteras».
Texto: Miguel Tébar, periodista musical
