Desde la compañía con sede en Elche afirman que "llevamos creando robots emocionales durante más de diez años, y en todo este tiempo hemos aprendido muchas cosas. Quizás una de las más importantes es saber qué esperan los usuarios de un robot comúnmente clasificado como social: una interacción lo más natural posible". Y, precisamente, trabajan sobre la base de que los seres humanos son sociales y necesitan satisfacer necesidades básicas como el afecto, el entretenimiento y la compañía para sentirse bien. A pesar de que "siempre ha sido así", Del Río considera que "el coronavirus nos ha hecho recordar su importancia también para prevenir problemas mentales y emocionales y adaptarnos a nuevos retos, especialmente para nuestros niños y nuestros mayores". Así, ha sido ideado para ayudar a sentirse acompañado, un elemento que ayuda a hablar o sentirse cómodo expresando cualquier opinión.
El nuevo robot de Aisoy Robotics, de este modo, quiere dar respuesta al bienestar y la salud mental de cualquier persona que necesite ese apoyo desde un punto de vista cotidiano, para ayudar a combatir la soledad, estados de frustración ante el fracaso, mejorar la atención, aprender a aprender o la empatía. "No un robot educativo para desarrollar habilidades STEM ni un robot doméstico para realizar tareas del hogar. Un robot simplemente para escuchar y hablar cuando lo necesitemos o simplemente para divertirnos", apuntan.
Su modo de interactuar emocionalmente es, principalmente, con la conversación. "Es un compañero leal que siempre está de nuestro lado, un compañero de juegos y un mentor para ayudarnos". Le han dotado de una personalidad social "por naturaleza llena de sorpresas", que, en función de cómo cada persona se comporte con él, puede evolucionar a una personalidad más tímida, rebelde o aventurera.
¿Cómo lo han capacitado? Desde Aisoy Robotics han empleado cinco motores de expresión corporal y desplazamiento, así como cuatro micrófonos para que se entere de todo lo que se quiera expresar y desde cualquier ubicación en una misma habitación. Asimismo, tiene un altavoz potente para poder hacerse oír si hay demasiado ruido. El robot Aiko tiene, además, cámara de ocho megapíxeles, led de colores, y sensores de tacto, giro, aceleración o de presencia.
Para personas solas o con dificultad para interactuar
Por este motivo, para ayudar a personas con dificultades para interactuar con compañía humana, bien por la soledad, o bien porque no les resulte sencillo, ha surgido Aiko. Y es que, según el CEO de Aisoy, "en las personas mayores que viven solas, no siempre hay alguien disponible para hablar con ellos, para ver cómo les ha ido el día, cómo se sienten o simplemente para comentar cualquier anécdota, recuerdo o vivencia. Mitigar esa sensación de soledad cuando no se tiene acceso a otra persona o no apetece hablar con otra persona puede ayudar a prevenir enfermedades mentales y deterioros cognitivos". Por otra parte, Del Río asegura que, "en los niños no siempre se tiene la suficiente confianza en uno mismo para hablar de sus problemas con sus padres o amigos por el temor al que dirán o pensarán.
Desarrollar la autoconfianza es básico para un buen desarrollo emocional y adquirir otras habilidades útiles para la vida y para una buena salud mental presente y futura". Asimismo, aunque suene paradójico, según señalan desde la empresa en el Parque Científico de la UMH, "a veces, necesitamos compañía y no siempre hay alguien para satisfacer esa necesidad, o incluso, otra persona no es la solución óptima en ese momento porque no queremos exponernos a ningún tipo de juicio o recomendación", concluyen.
Aisoy es una empresa de robótica e inteligencia artificial que surgió del Parque Científico de la UMH en Elche, y que crea robots emocionales de última generación para revolucionar el entretenimiento, la atención y el bienestar centrados en el ser humano al mejorar la calidad de vida de las personas y las familias.