Hoy venía pensando en… los renovados.
El Valencia anunció este verano la renovación de tres de sus futbolistas canteranos con mayor proyección: Javi Guerra, Diego López y César Tárrega. Todos nos felicitamos por ello porque el año anterior habían demostrado que se la habían ganado. Sin embargo ha sido renovar y desaparecer. Al menos en el caso de Javi Guerra y Diego López.
De los tres el que más me preocupa es el caso de Javi Guerra. Ahora mismo el centrocampista es un verdadero agujero negro en el centro del campo del Valencia. Ni defiende ni ataca y ni tan siquiera le pone la intensidad que debería. Él estaba llamado a ser el líder de este equipo al ponerlo, con esa renovación, solo un peldaño por debajo de Gayá. Pero ni está ni se le espera, al menos de momento.
Nadie puede dudar de la calidad de Javi Guerra. Lo ha demostrado ya en algunas ocasiones y por eso entiendo que Mestalla le exija más que al resto. Los pitos de su afición ante el Sevilla fueron el primer aviso. Uno de los principales problemas de este Valencia que apenas genera fútbol es la desaparición del canterano. Igual que entiendo su visible frustración en el banquillo al ser sustituido ante el Sevilla, entiendo la de los aficionados valencianistas que le despidieron con esos pitos.
Es labor de Corberán recuperar la mejor versión de Javi Guerra. Para ello va a tener que saber gestionar de la mejor forma posible su bajo rendimiento: o banquillo o seguir otorgándole la confianza. A favor de lo primero, lo de sentarlo, está que Ugrinic parece que poco a poco le ha ido ganando el sitio, a favor de lo segundo, lo de seguir confiando en él, el que al ser un futbolista sin el carácter suficiente lo puedas terminar de hundir.
Tres renovaciones que aplaudimos al igual que lo hicimos con los siete fichajes que llegaron. Pero ni lo uno, lo de las renovaciones, ni lo otro, lo de los siete fichajes nos han sacado de pobres pese a que nos las prometíamos felices con cambiar el objetivo de no descender por el de jugar en Europa…

