OPINIÓN

Llueve sobre mojado

El fichaje de Danilo Ortiz, de la mano de un grupo inversor argentino y no del director deportivo Nico Rodríguez, recupera errores del pasado y rodea de dudas el futuro del nuevo proyecto de Sepulcre

Monserrate Hernández

Elche | 02.09.2019 17:00

José Sepulcre, en una rueda de prensa durante su etapa como presidente del Elche.
José Sepulcre, en una rueda de prensa durante su etapa como presidente del Elche. | Elche CF

Llueve sobre mojado en el Elche. El cierre del mercado veraniego de fichajes ha servido para dejar atrás la esperanza con la que arrancaba la nueva temporada. José Sepulcre, expresidente y ahora nuevo dueño del Club, decidió destituir, a finales de abril, a Jorge Cordero para dar paso a la “profesionalización” en su nueva aventura. Sus dos grandes apuestas, con un proyecto a cuatro años, pasaban por fichar a un director deportivo de Champions, Nico Rodríguez; y a una directora general de Primera, Patricia Rodríguez.

Cuatro meses, y no cuatro años, han sido suficientes para demostrar que Sepulcre ha cambiado poco. Nadie duda de sus buenas intenciones, de su deseo de volver a ver un Elche grande, y de lograr que el equipo regrese, algún día, a Primera División. Para quitarse esa estaca que tiene clavada después de todo lo que pasó en 2015 y para hacer rentable su empresa.

Pero tampoco nadie pone en entredicho que Pepe es el de siempre.Destituyó a un profesional como Jorge Cordero que había cumplido ampliamente con sus objetivos (ascenso y permanencia sobrada en dos años) para apostar a lo grande. El Elche asaltó el mercado con tres fichajes sorprendentes: Fidel Chaves, Pere Milla y Ramón Folch. Tres jugadores por tres años y más de 300.000 euros por temporada. Los dos primeros, con la carta de libertad; y el tercero, tras salir por la puerta de atrás del Real Oviedo.

Nico planificaba un proyecto de 5,5 millones de euros. Pensaba, y fichaba, a lo grande, como le dijo Pepe. Por en medio surgió una apuesta, Nuke Mfulu, quien por cierto debutó como titular a la tercera jornada, ante el Real Zaragoza. ¿Y por qué? Porque Ramón Folch está lejos de lo esperado y porque Manolín, a quien se le dejó entreabierta la puerta de salida, ahora está lesionado.

Los dos últimos fichajes llegaron cedidos: Miguel San Román y Andoni López. Dos suplentes. No estuvieron en el primer partido por culpa del límite salarial, norma del manual franjiverde desde que Tebas instaló el control económico. José Sepulcre primero depositó tres millones de euros para inscribir a Fidel, Milla, Mfulu y Folch. Y después puso algo menos de 300.000 euros para permitir que los dos últimos pudieran estar en el segundo partido. Esa cifra iba a ser de medio millón de euros (3,5 millones en total), pero tras los ajustes de LaLiga se ajustó todo lo posible.

Con 18 profesionales en plantilla, el presupuesto se acercaba a los cinco millones de euros. Con medio más, Nico hubiese tenido para, al menos, un central y otro delantero, por expreso deseo de Pacheta. Esa cifra nunca llegó, mientras que el equipo destilaba malas sensaciones y acumula ya dos derrotas en los tres primeros partidos de Liga. Ante esta situación, el director deportivo y la directora general telefonearon el jueves por la noche a Sepulcre para saber si había margen de mejora. El accionista mayoritario respondió que no, que todo seguía parado.

Nico, que había pedido tiempo a diferentes jugadores, comunicó a sus respectivos agentes que no esperaran más, que tenían vía libre para marcharse a otro equipo. No se podía comprometer a que su fichaje por el Elche fuese posible. Por el camino se quedó Kecojevic, que del Cádiz se fue al Albacete días antes; Lorenzo González, delantero del segundo equipo del Manchester City; o el defensa argentino Nehuen Paz, del Bolonia.

El viernes llegó la derrota ante el Real Zaragoza, con un Elche que según dijo Pacheta “corrió como un animal y, por momentos, movió bien la pelota”, siempre lejos de las sensaciones esperadas: sin llegada al área rival (un remate a puerta en jugada en tres partidos) y con escasa solidez defensiva. Con un chaval del filial, Óscar Gil, en el lateral derecho; con Fidel afectado por sus paperas; y con Ramón Folch y Pere Milla en el banquillo. Ocho titulares se mantienen de la era Cordero, uno es un chico del B y solo dos, Mfulu y Andoni, fichajes del nuevo Elche.

Como tiempo atrás, ahora Sepulcre se ha abrazado a lo que ha tenido más a mano para traer un último fichaje. Los clavos que ardían en el pasado fueron Juan Carlos Ramírez, Juan Anguix, Romualdo Soriano… Lo peor no es que el Elche fiche a un jugador que sea bueno o malo, sino que el elegido para abrochar la plantilla es un futbolista al que trae un grupo inversor y no tu director deportivo.

O esto o nada, dijo Sepulcre. “Pues esto, qué le vamos a hacer…”, diría Nico Rodríguez. En enero ya se barajaron estas fórmulas para traer a otros argentinos y/o mexicanos, a lo que Cordero respondió que, de ser así, se marchaba. Como consecuencia llegaron Edgar Badía, Karim, Yacine, Olmo o Alfred Planas. Ganó ese pulso para perder el siguiente, el de su renovación. Quedó sentenciado.

Este no es el camino de un Elche profesional. No me vale que Sepulcre haya encontrado poco apoyo en el empresariado ilicitano. No lo tiene porque él mismo lo ha desperdiciado. Este camino no me convence. Y creo que a Pacheta y a Nico Rodríguez tampoco, lo digan o no lo digan. Después de un par de años de paz y de cierta tranquilidad, pensando en que todos hemos aprendido de los errores pasados, todo vuelve a ser igual. Y no sé si peor.