Los derbis son partidos especiales, con su singularidad y connotaciones que hacen que lo que es lógica del deporte, no impere para nada en este tipo de duelos. La teórica diferencia o superioridad de un equipo sobre el otro queda contrarrestada con mayor fuerza por el sentimiento y el
Plus motivacional con el que se llega a jugar en algunos momentos. Y eso ocurrió el sábado en el Camp Nou. Cuando todos apostaban por una más que probable victoria y cómoda de los locales , el partido enloqueció tanto que en la recta final llegó a gemelo en superioridad numérica el once de Diego Martínez.
El tempranero gol de Marcos Alonso aventuraba otro partido, incluso los 30 primeros minutos de los locales, desbordando una y otra ve a su eterno rival. La película de la goleada parecía clara pero la decoración cambió a la media hora de juego de forma considerable.
El Barcelona marró las ocasiones que tuvo para sentenciar el partido y el Español creció.
Se juntaron ambas cosas . En el capítulo local decepcionante Lewandowski, quizás porque no esperaba jugar el choque, Ansu no acaba de despegar, mal Dembelé y de más a menos el resto. Intrascendente Pedri y expulsado Alba. Lo poco positivo lo puso Raphinha en la primera parte y Balde en la recta final. El canterano aprieta para ser titularísimo en el futuro.
En el Español los cambios tácticos ayudaron mucho y la fe del equipo. El esfuerzo de Joselu, Darder y la recta final de Álvaro Fernandez fueron claves para un empate que puede decirse que hizo justicia pese a las ocasiones locales. Paso atrás del Barcelona en la liga.
Se merece también un capítulo aparte el árbitro valenciano Antonio Mateu Lahoz. Un arbitraje en el que se muestran 14 tarjetas amarillas y dos rojas ya de por si dicen del descontrol y desgobierno que se produjo durante los 90 minutos. La recta final del encuentro fuera auténtica locura para el árbitro que no supo frenar las circunstancias que rodeaban la enorme tensión del choque.
No fue responsable del resultado ni creo que influyera en el mismo pero dio muestras de una capacidad de dirigir y de afán de protagonismo. Lamentable actuación .