El objeto de este decreto es el desarrollo de la Ley 5/2018, de 21 de diciembre, que tiene como fin garantizar plenamente el derecho de acceso al entorno no solo de las personas con discapacidad acompañadas de un perro de asistencia, sino también de aquellas otras que sin tener reconocida oficialmente discapacidad padecen crisis recurrentes con desconexión sensorial derivadas de una enfermedad como la diabetes o la epilepsia.
También se garantiza el derecho de acceso al transporte público de aquellas personas con discapacidad que han sido usuarias de un perro de asistencia y que, una vez han perdido esta condición, deciden quedarse con el animal hasta el final de su vida.
David García Valero, infanteño de nacimiento y residente en Ciudad Real, tiene una larga experiencia en este sentido. Él es ciego y desde hace años los perros guía han sido fieles compañeros, considera que la aprobación de este decreto sirve para definir ciertos aspectos prácticos de la ley y, sobre todo, amplia los colectivos que pueden beneficiarse, proporcionado a estas personas mayor seguridad y autonomía.
A pie de calle, señala García Valero, quienes tienen un perro de asistencia suelen apelar a la comprensión de los demás antes de exigir el cumplimiento de la ley, conscientes del desconocimiento de este tema a nivel general. Aunque, llegado el caso, la aprobación de este tipo de normas es de utilidad si tienes que reclamar tus derechos.