FÚTBOL

El Sporting, un bucle sin final

El Consejo de Administración rojiblanco, el primero 'profesional' en toda su Historia, mantiene su política de inacción absoluta aunque todo se desmorone delante de sus ojos. Javier Fernández, aliviado por el dinero del Fondo CVC, se resiste a dar un golpe de timón

Juan Gancedo

Gijón | 04.01.2022 11:30

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Consejo | RSG

El Sporting tiene muy difícil solución. Al menos este Sporting y con estos dirigentes al frente; curiosamente los primeros que cobran (y muy bien) por tomar decisiones. Parecía que la llegada de Javier Fernández a la Presidencia, después de los estrepitosos fracasos de su padre Don José, iba a suponer un soplo de aire fresco tras los rancios y dudosos dirigentes que se habían instalado en los despachos de Mareo por delegación del propietario. Nada más lejos de la realidad. Aquellos fueron años muy duros, con la persiana a punto de bajar varias veces, y con los que tomaban decisiones alegando que no podrían hacer nada porque no eran los dueños. Así le fue al Sporting. Con el primer ascenso con Preciado y De Dios confeccionando la plantilla a coste cero (2008), y con el segundo de los guajes de Abelardo, sin cobrar durante varios meses (2015), se obró el milagro de la supervivencia. Pero precisamente esa 'supervivencia' es la que ahora lastra el camino de Fernández hijo, rodeado de una pléyade de asesores interesados que antes o después buscan sacar tajada. Se trata de vivir de ello, y lo están consiguiendo aún a costa de desangrar a un Sporting que interesa a mucha gente, pero que cada día que pasa le duele a menos.

Esos asesores y empleados que, de una u otra manera viven del Sporting, son los primeros en decir que sí a todo, en pasarle la mano por encima del hombro a Fernández, en loar sus múltiples virtudes... Luego, cuando se van (que suele ser casi nunca), también son los primeros en rajar por despecho. Salen del Sporting y no encuentran destino profesional alguno, evidentemente porque sólo el Sporting 'ha picado' con ellos. De ahí que el lema principal de Mareo (debe estar colgado en un cuadro en alguna pared de algún pasillo) sea "SIMPLEMENTE SOBREVIVE, LA MEDIOCRIDAD ASOCIADA SE DISCULPA".

Y así está el club. No sólo el primer equipo, sino el CLUB en su totalidad. De camino al SEXTO año en Segunda (sólo un tercer milagro permitiría volver a la élite algún año de estos porque no hay un duro y el dueño tampoco piensa en ponerlo; por supuesto vender...muchísimo menos, ¡ya pasó 2019!), con el filial en quinta categoría 'formando' semana tras semana a las futuras estrellas unos técnicos sin trayectoria reconocida alguna (salvo la de las relaciones sociales en el chigre) y con unas categorías inferiores en manos de aquellos a los que o se les debe algo o son colegas, decisión tomada por el enésimo amigo (hasta que se vaya un día) de Fernández. El Presidente, de todos modos, está tranquilo: ha llegado el dinero del CVC y puede tirar unos años más sin comprometerse demasiado. El fantasma del descenso al fútbol no profesional está ahí pero, aunque le ha pasado a varios grandes, no se dan por aludidos. Ojalá nunca lo tengan que lamentar...por el bien del Sporting claro, no por el de ellos.

Ni hay filosofía de club, ni están los mejores formadores (curiosamente sí fichan a los niños que destacan, estancados y amargados después por esa falta de calidad formativa), ni (lo que es más preocupante) ambición alguna por mejorar. Año tras año los mismos hacen exactamente lo mismo cuando se va acercando el verano, de modo que LOS RESULTADOS VUELVEN A SER LOS MISMOS. Y no oses criticar nada, porque te tildarán de 'capitán a posteriori': da igual llevar años denunciándolo, como da igual decir lo que no te gusta antes de empezar la Liga. Ellos alegarán que "todo el Mundo estaba encantado con el equipo", como si hubieran realizado una encuesta entre los aficionados a los que sólo quieren para ingresar. Es clamar en el desierto, un bucle sin final que jamás acabará. La afición, cada día más desencantada, asiste al esperpento sin alzar la voz porque no merece la pena. ¿Para qué?.

Aseguran los dirigentes rojiblancos que el Sporting es como cualquier empresa, y que las críticas que se les hacen son muy injustas. "¿Por qué no se habla igual de los que están al frente de una compañía siderúrgica, de una empresa de comunicación o de un gabinete de abogados?" suelen espetar sacando pecho a quien se sale un poco de la línea oficial. Pero es fácil replicarles: ninguna de todas esas empresas están instaladas en un terreno público, ni desarrollan su actividad en un gran espacio municipal (ambas cosas a cambio de una contraprestación económica irrisoria) y ninguna de ellas consigue los ingresos que consigue el club (televisión, publicidad, abonados) gracias al tratamiento mediático diario que tienen. El Sporting no es una empresa más.

Empezaba el artículo diciendo que el Sporting tenía muy difícil solución. ¿La tiene en realidad? Sí, claro que la tiene, pero hay que querer dársela: Oxigenen el club, abran las ventanas, que corra el aire. Den cabida a profesionales que destaquen por su talento, y no por su talante; que sean ellos los que tomen las decisiones futbolísticas. Apuesten por la cantera por convencimiento y en toda su extensión, pongan el talento futbolístico en manos de formadores también con talento, no en manos de cualquiera. Apuesten de verdad por el talento, para mejorar, para ser ambicioso, para buscar sólo el bien del Sporting como club de fútbol.

Lo contrario a eso es seguir igual. Y así un año, y otro, y otro más....con la más absoluta mediocridad por bandera.