TERRITORIO NEGRO

La mafia del fútbol y el gol de Iniesta

Casi nadie habrá olvidado aquel gol de Andrés Iniesta una noche de julio de 2010, hace casi cinco años, en Sudáfrica. España celebró entonces que era campeona del mundo de fútbol. Muy cerca del estadio, 135 hinchas españoles no habían podido entrar a ver el partido, a pesar de que habían pagado por su viaje y sus entradas.

Luis Rendueles y Manu Marlasca

Madrid | 29.06.2015 17:13

Durante todo este tiempo, el sumario abierto en la Audiencia Nacional ha definido todo como si esa estafa fuera culpa de la chapuza o la avaricia de un directivo de una agencia de viajes madrileña, pero la investigación del FBI ha desvelado toda una trama clandestina de venta de entradas y dinero negro en la que están implicados directivos de la FIFA, la máxima organización del fútbol mundial. Luis Rendueles y Manu Marlasca nos explican hoy qué tienen que ver las mafias internacionales del fútbol con aquella noche en Johannesburgo.

No es el primer territorio negro que dedicamos al mundo del fútbol: amaños de partidos, corrupción, dinero negro...Parece que se va cayendo el tabú y que se pueden investigar, por fin, los territorios negros de lo que antes se llamaba el deporte nacional.

La primera gran investigación del mundo sobre la Federación Internacional de Fútbol (la FIFA) la lleva el FBI, la policía federal de Estados Unidos. Nos explicaba un investigador que es más fácil, no solo por sus medios, sino porque trabajan en un país donde el 'soccer' no importa demasiado, no tiene demasiado poder ni influencia. Quizá por eso, y porque Estados Unidos perdió la concesión del mundial de fútbol del año 2022, el FBI ha decidido entrar a en la corrupción de los dirigentes del fútbol mundial.

Volviendo a lo que ocurrió en el verano del 2010, un grupo de españoles contrata un viaje a Sudáfrica para ver la final del mundial de fútbol, que jugaron España y Holanda. Todos pagan un paquete de avión y entrada al partido a la agencia de Viajes Kangaroo, que estaba en la calle Princesa, en Madrid. Les cuesta 2.495 euros. Su avión, un 747, sale del aeropuerto de Barajas la noche del sábado 10 de julio. Y llegan a Sudáfrica la mañana del partido. Son unos 200 ciudadanos normales y corrientes, no hay nadie famoso, de Madrid, Tarrasa, Amurrio, Ceuta, Murcia, Puertollano…de casi todas las provincias de España.

Con ellos viaja también el director de la agencia, Pablo Casanova, y cuatro de sus colaboradores. Casanova ha fletado el avión y ha conseguido también las entradas para la final, aunque, y así lo contaría él luego, ante la Guardia Civil, la policía y varios jueces, tuvo que recurrir a un circuito digamos alternativo.

Casanova lleva cinco años explicando su versión, que es la que nos ha contado también en interviú. Insiste siempre en que llamó a la Federación Española de Fútbol y a la FIFA en busca de entradas. Le dijeron que no tenían, pero, eso sí, le recomendaron una empresa llamada Euroteam, con sede en Noruega, que, le dijeron que siempre tenía entradas, para la final de la Champions, para los Juegos Olímpicos o para la final del Mundial.

Casanova llama a Euroteam y le dicen que tienen las entradas que quiera, cuándo quiera. Paga el viaje a España de un directivo de la empresa y le hace una transferencia de 173.000 euros para comprarle casi 200 entradas, eso sí, casi al triple de su valor. Euroteam le explica que no hay problema para conseguir más si las necesita. Su proveedor, el que se las consigue, le cuentan, es un tal Jack Warner, vicepresidente de la FIFA y uno de los detenidos y acusados de corrupción ahora, cinco años después, por el FBI,o sea, un dirigente de FIFA daba entradas a una empresa para que las revendiera luego ganando mucho dinero.

Las cosas empiezan a torcerse cuando nuestros 200 españoles llegan, solo hay 46 entradas para ellos, y son mareados de un parking a otro. El dueño de la agencia de viajes lo intenta todo, pero el directivo norteamericano le llama hacia las cinco de la tarde y le dice que lo siente, que se va a Oslo y que no tiene más entradas. Pero, ¿qué es lo que había ocurrido?

Casanova se lanza a la desesperada a comprar entradas, incluso por encima de su valor. Consigue 50 más de otra agencia y acude al hotel donde están los directivos de la Federación Española de Fútbol. Allí explica su situación desesperada y consigue hablar con Ángel de Pedro, que es el directivo encargado del asunto de las entradas para esa noche.

Los dos hablan en el hotel y acuerdan que la Federación le vende 40 entradas al dueño de la agencia de viajes. El directivo español y el empresario firman un manuscrito donde se detallan las entradas que se venden, a las que se añade un 10 por ciento de gastos de gestión (un total de 53.130 dólares americanos) y se aclara que se pagarán al regreso a España mediante una transferencia a una cuenta corriente de la Federación.

Repasando,la Federación Española, unas horas antes del partido, le vende 40 entradas al dueño de una agencia de viajes con recargo y no se las cobra, firmando un papel manuscrito.

Es sorprendente que pudieran manejar esas entradas a última hora para un ciudadano anónimo. Desde la Federación Española nos han explicado que ocurrió así y que el 10 por ciento de recargo que iban a cobrar era el mismo que les cobra a ellos la FIFA por la venta de entradas. Pero la cosa iba a terminar mal o más bien no ha terminado todavía.

El empresario cuenta que a su regreso a España le llamaron de la Federación Española de Fútbol para recordarle su deuda. Que le explicaron entonces que mejor que por transferencia era que llevara el dinero en persona y que lo entregara allí.

Dice que lo hizo así a finales de julio de 2010, que llevó el dinero en un sobre grande y que se lo entregó en la sede de Las Rozas al directivo Ángel de Pedro.

La Federación, por su parte, asegura que este empresario nunca pagó aquellos 53.000 dólares, ni por transferencia ni por supuesto en un sobre con dinero negro. Afirman que los engañó. Aunque, no consta ninguna denuncia de la Federación Española contra el empresario por esos 53.000 dólares perdidos y han pasado cinco años. Hay un dato más que puede ser casual pero el señor Ángel de Pedro, el directivo implicado en este asunto, es el hermano de Dora, la secretaria personal de Ángel María Villar, presidente de la Federación Española y vicepresidente de la FIFA.

Hay dos versiones muy distintas del final de ese dinero. Pero volvemos a aquellos 200 españoles que están esperando para entrar en la final del mundial de Sudáfrica. El organizador de su viaje ha conseguido 96 entradas más, ya tiene 142 entradas.

Casanova vuelve a la zona del estadio y reparte las entradas. No hay para todos, por lo que empiezan los primeros incidentes y los hinchas se arremolinan a su alrededor. El asunto empeora cuando los aficionados más afortunados, los que han recibido su entrada, pasan el primer arco de seguridad y llegan a la zona donde se comprueban las entradas.

Las de la Federación Española son buenas y pasan, pero las de los noruegos, esa empresa tan bien conectada, son falsas. Los aficionados son expulsados, el escándalo es mayúsculo y Pablo Casanova es detenido allí mismo. Lo mantienen en una zona de seguridad dentro del estadio y ve incluso pasar a Iniesta celebrando el gol muy cerca de él.

Quedan fuera unos 135 españoles, que acabarán viendo el final del partido y la prórroga en el aeropuerto antes de volver, derrotados, a España y denunciar al empresario Casanova que, por motivos de seguridad y siguiendo la recomendación del Consulado español, vuelve en otro avión diferente de los seguidores.

Entonces llegan las denuncias en toda España. El señor Casanova devuelve el dinero a decenas de perjudicados, pero no a todos. La agencia de viajes cierra y la Audiencia Nacional empieza una investigación por la estafa.

Cinco años después, quedan 67 ciudadanos pendientes de recibir su dinero y la indemnización que les corresponda. La Audiencia Nacional acusa de estafa al señor Casanova y ha cerrado esta primavera una investigación bastante limitada. Por ejemplo, y así lo ha denunciado la abogada Virginia López-Negrete, conocida por ser el azote de la infanta Cristina, la mujer que la ha sentado en el banquillo, no se ha interrogado ni una vez al estafador de la empresa noruega en un episodio que habla de cómo funciona, a veces, la justicia española.

El juez Gómez Bermúdez dicta orden de detención a Noruega contra Aaron Michael Isley, el directivo de Euroteam que se llevó el dinero y colocó entradas falsas al empresario español. Lo hace con una falta de ortografía, de forma que llega la petición denegada. Se corrige esa falta, pero, como buen estafador, tiene dos nacionalidades y dos nombres. Se vuelve a enviar la orden de busca y captura a Noruega. Apenas dos semanas después, sin localizar al estafador y por supuesto sin escucharle, se cierra la instrucción del caso y se da carpetazo a todo. La abogada de Casanova ha recurrido esa decisión y pide que se anule y se siga investigando.

Por otro lado, la empresa noruega está acusada de estafa en un procedimiento abierto allí por asuntos millonarios. En esa empresa colaboraba un español llamado Jaume Marquet Cuna al que muchos oyentes recordarán por su nombre artístico, Jimmy Jump, el tipo que saltaba en partidos de fútbol y también en Eurovisión, casi siempre con su barretina catalana, y que por cierto, también saltó al campo en la final de Sudáfrica, o sea que sí tenía entrada.

Compañeros periodistas del diario Dagbladet de Noruega hicieron un trabajo formidable en el que demostraban que los directivos de Euroteam pagaban y recibían entradas para el mundial de Sudáfrica de directivos de la FIFA como Ricardo Teixeira, Nicolás Leoz y nuestro ínclito Jack Warner.

Teixeira es familiar de Joao Havelange, que fue presidente de la FIFA y recibió solo en ocho años, entre 1992 y 2000, más de 22 millones de dólares en cuentas personales por asuntos vinculados con sobornos y venta de derechos de televisión del fútbol.Y Jack Warner es el vicepresidente de la FIFA ahora detenido y acusado de corrupción por la investigación del FBI.

Las pesquisas del FBI y también de la fiscalía suiza, porque la FIFA tiene su sede y su domicilio, y sus cuentas corrientes, en Suiza, hablan directamente de “dos generaciones, más de veinte años de corrupción”. Se investiga ahora la concesión tan peculiar de los mundiales que se celebrarán en Qatar, donde se pretende jugar en Navidad por el calor, y de Rusia, donde se han encontrado ya 22 operaciones sospechosas de blanqueo de dinero.

La investigación del FBI cuenta con el testimonio de Chuck Blazer, ex directivo de la FIFA, que reconoció que el mismo aceptó sobornos por votar por conceder el mundial de 1998 a Francia y el de Sudáfrica 2010.

Jack Warner, el hombre implicado en nuestra historia, cobró por ejemplo 9 millones de dólares del gobierno de Sudáfrica a cambio de votar para conceder el mundial a ese país. Warner era presidente de la Concacaf (que agrupa a los países de América del Norte, Central y el Caribe) y garantiza un buen grupo de votos.

El negocio es enorme, venta ilegal de entradas al triple de su valor o sobornos por conceder campeonatos del mundo.

La FIFA cedió a Jack Warner por un dólar los derechos de televisión del mundial de Francia para la zona de América Central. Se revendieron por varios millones. Su país, Trinidad y Tobago, organizó el mundial de fútbol sub-17 en 2001.

La agencia de viajes que facturó el evento a precio de oro era del hijo de Warner, y quizá lo más duro de lo que se está investigando, es que el FBI sospecha que Warner se quedó con donaciones por valor de 750.000 dólares destinadas a ayudar a las víctimas del terremoto de 2010 en Haití.

Se iban a reconstruir y crear escuelas, campos de fútbol. No se ha hecho nada y el dinero se ha esfumado.