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La edición genética de animales es un sistema fiable y seguro que podría mejorar la salud del ganado y, por tanto, el rendimiento económico de las granjas

El Sr. Pere Puigdomènech, Doctor en Ciencias Biológicas y profesor de Investigación emérito del CSIC en el Centro de Investigación en Agrigenómica, y el Sr. Armand Sánchez, Catedrático de Genética Animal de la Universitat Autònoma de Barcelona y director de Vetgenomics, coinciden en señalar que las modificaciones genéticas en animales generan y van a generar interesantes discusiones y polémicas en torno a cuestiones bioéticas y de bienestar animal.

ondacero.es

Madrid | 01.02.2022 08:04

Los deseos y los intentos del ser humano por controlar los animales de su entorno para utilizarlos como fuerza de trabajo; para hacerlos más dóciles; para conseguir especímenes más fuertes, o para obtener mayor producción de alimentos en forma de carne o leche, pueden encontrarse desde hace al menos 10.000 años.

Sin saberlo, la especie humana ha jugado con la combinatoria genética de otras especies, cruzando animales cuyas características especiales deseaba que se transmitiesen a la descendencia.

No es hasta el Siglo XIX, con los experimentos realizados por Gregor Johan Mendel con diferentes variedades de guisantes y arvejas, que se formulan las llamadas Leyes de Mendel, que dieron origen a las teorías de la herencia genética. Sin embargo, en 1973 los científicos Herbert Boyer y Stanley Cohen fueron los pioneros en conseguir transferir ADN desde un organismo a otro, en este caso una bacteria. Fue ese mismo año cuando el científico polaco Rudolf Jaenísch consiguió crear un ratón transgénico, el primer animal de estas características de la historia.

Pero la modificación introducida no se transmitió a sus descendientes. No fue hasta 1981 que los investigadores Frank Ruddle, Frank Constantini y Elizabeth Lacy inyectaron ADN purificado en un embrión de ratón y consiguieron demostrar que la transmisión del material genético se producía a las generaciones siguientes. Desde entonces, las investigaciones en el ámbito de la ingeniería genética se han sucedido y han avanzado rápidamente.

Un caso claro y mediático fue el de la clonación, en 1996, de la oveja Dolly. Desde entonces y hasta la actualidad, han proliferado laboratorios alrededor del mundo que ofrecen sus servicios para clonar ganado, caballos de carreras e incluso animales domésticos, como perros y gatos.Una lucrativa industria emergente que asegura, por ejemplo, la obtención de un can idéntico a nuestra mascota por aproximadamente 20.000 euros.

Pero, sin duda, uno de los mayores avances en el ámbito científico de la ingeniería genética fue, en 2005, el que realizó el microbiólogo español Francisco Mojica, de la Universidad de Alicante. Este experto en bacterias, consiguió descubrir un mecanismo que bautizó como CRISPR, las siglas en inglés de “repeticiones palindrómicas cortas agrupadas y regularmente espaciadas”.

Como indica el Sr. Armand Sánchez, “en los últimos 20 años el desarrollo de la genética, en particular el desarrollo de la genética molecular aplicada a las especies animales, ha sido un avance continuo, progresivo, con grandes saltos, en paralelo a la genética en general. Las técnicas de secuenciación masiva, el descubrimiento de técnicas de reproducción nuevas, como fue en su día la clonación de Dolly, que significó la posibilidad de empezar a utilizar de forma práctica en animales de granja ese tipo de tecnologías, ha culminado en los últimos años con las técnicas de CRISPR de edición genética, que nos permiten modificar de manera selectiva determinadas regiones del genoma”.

El CRISPR es la técnica conocida como ‘tijeras genéticas’ y ‘corta-pega genético’. Se trata de una herramienta sencilla y barata que permite cortar un gen determinado y sustituirlo por otro diferente. La facilidad con la que el CRISPR permite la edición del ADN de los diferentes organismos permite desarrollar líneas de investigación basadas en la modificación genética de animales, por ejemplo, para adaptarlos a las necesidades de investigación en laboratorio para el desarrollo de fármacos y curas humanas, o la creación de animales con alteraciones en sus genes, que puedan ser candidatos a la donación de órganos para salvar vidas.

En este sentido, el Sr. Pere Puigdomènech explica que “modificar genéticamente cerdos u otras especies para utilizarlos en xenotrasplantes planteaba un problema de seguridad porque se pensaba que transferir un órgano de una especie a otra podría hacer que se despertasen ciertos virus latentes, pero la edición genómica se ha demostrado que puede evitar de forma completa este tipo de problemas; pero evidentemente podemos discutir las implicaciones de tener animales instrumentales para poder tener órganos y lo que significa.”

Como también comenta el Sr. Sánchez, es importante “buscar qué modificaciones nos interesan. Ahí se abren distintos tipos de posibles problemas, en el sentido ético, legal, regulador, etc. En el caso de los animales, en el sistema productivo hoy tenemos distintas posibilidades de modificar animales desde el punto de vista de resistencia a antibióticos, de erradicación de patologías, pero otras que son mucho más impactantes, como la utilización de un corazón de cerdo en humanos. Eso va a plantear determinados tipos de discusiones y polémicas que serán bienvenidas, pero que van a ir ocurriendo con más frecuencia”.

En estos momentos cabe destacar que también se están desarrollando proyectos de investigación para la modificación de animales vectores de patógenos infecciosos, haciéndolos inocuos a otras especies. Este es el caso, por ejemplo, de un experimento con mosquitos publicado en la revista Science', en el que, mediante el uso de herramientas de edición genética, se consiguió eliminar la capacidad de estos animales para transmitir enfermedades como el dengue. Sin embargo, es en el ámbito de la ganadería donde se abre uno de los mayores campos de desarrollo de herramientas como el CRISPR, que pueden conseguir ejemplares inmunes a determinadas bacterias, reduciendo de este modo la cantidad de antibióticos que se debe administrar a los animales, o bien obtener ejemplares que produzcan más leche, en el caso de las vacas, o con mayor capacidad de engorde y crecimiento.

Pero evidentemente el debate sobre la edición genética está abierto, ya que se plantea un cambio en los modelos de negocio y la productividad de las granjas puede verse multiplicada. Pero deben imponerse límites, que, como recuerda el Sr Puigdomènech, deben ir acompañados de serios debates, puesto que “en cuanto a la mejora [en el caso de animales de granja], las discusiones, no solamente la edición genómica, sino la mejora de animales en general, lo que plantea es qué caracteres son aquellos que seleccionamos.

Desde un punto de vista ético se pide que se tenga en cuenta aspectos de bienestar animal. Que no se hagan modificaciones que hagan que los animales tengan un tipo de vida muy distinto al que tienen y planteen problemas de bienestar animal”. Por tanto, ya sea en animales de granja, en fauna salvaje o en el caso de los seres vivos utilizados en laboratorio, el debate ético está encima de la mesa.