La pasión de un derbi se apoderó del Santiago Bernabéu. Afición tan acalorada en los noventa minutos como distante en el juicio en público que pidió Mourinho. Saltó al césped solo. Como un forajido en las películas del oeste para ser juzgado.
El rival era propicio para conseguir una buena dosis de ánimo. Por su grandeza. El Atlético de Madrid acudía al derbi con un nuevo rostro. El 'Cholo' Simeone lo ha convertido en ganador.
Se admiran y en el campo quedó demostrado que un pulso entre Mourinho y Simeone es táctica pura. Fue golpeado el Atlético por una baja de última hora. Filipe Luis se caía por una sobrecarga muscular. El 'Cata' Díaz debía jugar de lateral izquierdo. Di María tenía un punto que explotar pero no encontró el camino. El equipo rojiblanco fue equipo en bloque. Salió a por el Real Madrid.
En dos equipos que explotan como nadie el contragolpe la duda era saber quién quería el balón. Estaba obligado a salir por el rival el Real Madrid pero no pudo. "Queremos once Ramos", rezaba una pancarta. En entrega no había duda. Hasta Cristiano realizaba ayudas defensivas reconocidas por todos por la novedad.
Tensión. Intensidad. Ritmo diabólico. El duelo nació igualado, con un Atlético de Madrid mostrando su crecimiento. El juego tenía tanta velocidad como imprecisión en los últimos metros. Diego Costa tenía cuentas pendientes con Pepe y Ramos de la pasada temporada. El brasileño no paró de incordiar. A los trece minutos sentó a Ramos en el costado izquierdo y asistió a Falcao. El colombiano ganó la partido a Pepe y remató a placer. Casillas rescató su imagen de salvador. Inventó una parada repleta de reflejos.