Nuestro sabio de Por fin, Ignacio Varela, reflexiona en Por fin no es lunes sobre las posibles consecuencias que puede tener para España a nivel nacional e internacional el cambio de postura del Sáhara Occidental.
Asegura que el Magreb es "crucial" para nuestro interés internacional, además de una zona muy "conflictiva y peligrosa" en la que se juegan muchas cuestiones decisivas para Europa como el suministro de energía, la inmigración, el terrorismo y los intercambios comerciales. Y hay dos países clave: España y Francia, porque son la frontera sur con Europa.
En relación a Marruecos y Argelia, España y Francia administran sus intereses propios, pero además representan el interés de la Unión Europea en esa zona, lo que además incrementa nuestra responsabilidad sobre las decisiones que tomamos respecto al tema.
Todos los países tienen unos fundamentos de su política exterior que deben ser "conocidos, estables y duraderos al margen de quién gobierne, lo que los hace fiables" y a la hora de hacer cualquier cambio respecto a ellos tiene que estar respaldado con un gran consenso interno y externo: "No imagino a ningún presidente de la República francesa cambiar uno de los fundamentos de su política exterior sin un gran consenso interno y sin consultar a los países afectados y a sus socios".
¿Qué pasa cuando no se actúa así? "Que te pierden el respeto y la confianza. Como no eres previsible, dejas de ser fiable y si eres una potencia mediana, dejas de ser relevante".
Todos los presidentes españoles de la democracia han mantenido prácticamente la misma política sobre el Magreb. Una política difícil, pero imprescindible de equilibrio y buena relación entre las partes enfrentadas: Marruecos, Argelia y los Saharauis. Todos ejercieron el consenso para asegurarse de que no habría bandazos al cambiar el partido en el Gobierno, no sólo porque es lo mejor para nuestro interés nacional, sino porque es lo que espera de España la comunidad internacional.
Cuando fallas en ese papel o cambias de criterio sin consultar a nadie, le haces un daño a tu país que no es reparable. El adanismo -creer que el mundo empezó el día en que tú llegaste a él, es una actitud muy mala en general, pero cuando se trata de la política exterior de un país, es una de las cosas más irresponsables que puede hacer un gobernante.