Cómo es esto de los prejuicios, de los clichés, de los tópicos, algunos son tan resistentes como ciertos virus. Además es el recurso de los que no quieren ver más allá de su nariz. Tirar de ellos evita hacer el esfuerzo de llegar a lo medular. También pasa con Andalucía.
Los andaluces empiezan a votar en unos minutos y para llegar a Moncloa es necesario convencer antes a los habitantes que viven antes en esta comunidad, la más poblada y decisiva.
La andaluza es una sociedad escasamente polarizada pese al empeño de algunos, demoscópicamente bastante centrada en su voto y que históricamente elige a presidentes sin un extraordinario carisma y sobrios en el uso de la palabra: Chaves, Griñán, Escuredo, Borbolla, Juanma Moreno. Susana Díaz era más locuaz.
Lo que voten hoy más de seis millones de andaluces puede liquidar el actual ciclo político nacional. Por cierto, la mayoría de andaluces viven en ciudades de más de 50.000 habitantes y el sector primario, el campo fundamentalmente, ocupa en torno al 10% de la población, un porcentaje que echa por tierra la idea de una sociedad subvencionada a la que se agarraban por ejemplo los independentistas catalanes y otros para señalar sus diferencias y problemas con otras comunidades.
Incluso hoy tampoco va a a valer aquello del calor andaluz porque las temperaturas bajan y no será una odisea acudir a votar. Así que desmontando mitos empezamos Por fin cruzando Despeñaperros.