EL ÁRBITRO DE LA PAZ

Un árbitro malagueño implanta el "VAR de la afición y la honestidad" para eliminar las trampas en el fútbol

Ángel Andrés Jiménez es el apodado "Árbitro de la paz" que fomenta un futbol exento de violencia, tanto dentro como fuera del terreno de juego. Hablamos con él en 'Por fin no es lunes'.

ondacero.es

Madrid | 06.11.2021 13:05

Ángel Andrés Jiménez lleva pitando partidos desde 1994. Un día se cansó de luchar solo con su silbato e inició una cruzada para impulsar el juego limpio. Así fue como este profesor de lengua se ganó el apodo de "Árbitro de la paz". Desde hace un tiempo, promueve el VAR de la honestidad y el VAR de la afición. Una iniciativa que fomenta en los campos de fútbol y que trasmite a través de las redes sociales, donde sus mensajes se han vuelto virales.

0 violencia en 90 minutos

El 2021 ha sido un año de vuelta y bien lo sabe Ángel Andrés Jiménez, un árbitro que tras unas cuantas idas y venidas, ha regresado al arbitraje de la mano de la Plataforma 090 -O violencia en 90 minutos-. Se trata de un proyecto futbolístico cuyo objetivo fundamental consiste en erradicar cualquier tipo de violencia en los campos de juego para que Málaga se erija en un modelo de defensa del juego limpio.

Desde Benalmádena, Jiménez no ha dudado en implementar un juego limpio cuyo origen parte de la grada. Así, a lo largo de los cuatro partidos que ha arbitrado desde su regreso al arbitraje, este profesor de lengua ha emprendido la labor de divulgación previa al comienzo de los partidos.

"He percibido que charlar antes del partido e invitar a una reflexión previa hace que la gente entre en el partido con otra predisposición y veo que tiene un gran resultado", ha expuesto.

Durante esas charlas este árbitro benalmadense explica a la hinchada local e invitada conceptos como el "VAR de la afición", una propuesta que, respetando las siglas del VAR original, promueve Ver, Animar y Respetar. "Queremos que los aficionados se limiten a eso para no crispar el ambiente con órdenes excesivas y prescindibles porque para eso ya están los entrenadores", ha explicado.

No obstante, también existe otro VAR inscrito en el propio terreno de juego: el "VAR de la honestidad" que fomenta la sinceridad de los jugadores para con los árbitros. "Consiste en ayudar al árbitro. Por ejemplo, si ellos saben que me he equivocado al señalar un fuera de banda, queremos que sean honestos y reconozcan quién ha tocado último el balón", ha indicado.

Por todo ello, Ángel Andrés Jiménez concluía que aunque no sabe si es posible un fútbol sin insultos ni agresividad, lo cierto es que sí se puede intentar. "Llevo cuatro partidos recurriendo a este método y el ambiente es muy bueno", ha señalado.

La complejidad del arbitraje

El arbitraje nunca ha sido una tarea fácil; implica la toma constante de decisiones que en pocas ocasiones agradarán a todas las partes. Por ello, la grada no suele dudar en protestar o recriminar casi cualquier decisión, a veces, incluso recurriendo a la agresividad verbal o física.

A lo largo de su carrera, el de Benalmádena ha tenido que enfrentarse a situaciones muy complicadas, motivo por el que en el año 2002 decidió dejar el arbitraje durante un tiempo.

"Durante los ocho primeros años fui un árbitro al uso y sufrí muchísimo, como todos", ha declarado antes de apuntar que "viví situaciones durísimas de las que se te quedan grabadas".

"Muchos partidos se volvían violentos o complicados por lo que pasaba fuera del terreno de juego y eso es muy triste porque se supone que fuera están los encargados de educar y de dar ejemplo", apuntaba.

Así pues, cuando en el año 2006 regresó al arbitraje, Jiménez no estaba dispuesto a que se repitieran los errores del pasado, de modo que emprendió una lucha que todavía hoy continúa, a pesar de que en el 2013 dejó de nuevo su afición.

"No tiene sentido que hagamos vivir a los chavales en un ambiente que no le viene bien a nadie. Eso es insano y hay que corregirlo", ha manifestado.

De momento, su labor parece ir calando y creando conciencia y es que este árbitro lo tiene claro: "La actitud de los adultos tiene que ser inmaculada porque es imposible que los niños disfruten si no nos respetamos", ha concluido.