CON ISABEL LOBO

Un atajo... bipendiado, mutántrico, adaptatórico, jonicusciente y corintintoso

Uno de esos que aluden al arte de convertirse en lo que te permita ser pilar de aguanta, ya sea de virus, de frisos o de crisis escalantes.

ondacero.es

Madrid | 20.03.2022 09:40

Un atajo... bipendiado, mutántrico, adaptatórico, jonicusciente y corintintoso

M-U-T-A-R. Mutar. Que muta. Cromosoma u organismo que resulta de una mutación. De momento esta generación tiene la del COVID, la de la guerra y un volcán. Y ojo que todo igual que lo que se retuerce podría mutar un poco más. Digámoslo bonito, bucólico, hidroalcohólico, metaetílico. La vida es cambio. Y en el cambio nos encontraremos.

Lo de mutar con T o con D para el caso es lo mismo aunque uno con cajas y el otro con toda la trastornancia que supone acondicionarse y llámenlo como quieran. Mutar de lobo a abuela poco mérito tiene, pero de caperucita a leñador, ya te digo que sí. El ser humano con el hacha de guardia todo el día arriba. Todos somos mutantes.

La inadaptación que trae sufrimiento, porque quien se niega a cambiar se frustra y se enfada porque la realidad no responde a sus deseos. Y qué decir de la heredabilidad. Ahora que muchos se están quedando sin herencia directa, resulta que va a ser cierto el dicho de que lo que se hereda no se compra. La capacidad de adaptación resulta ser la clave de nuestra especie y se aprende, se adquiere… se entrena. Adaptación es movimiento y, sobre todo, flexibilidad. El arte de adaptarnos a los cambios no tiene por qué ser traumático; es más, los beneficios que obtenemos de ese proceso pueden ser extraordinarios.

Bípedos, con dedo prensil, empáticos, metabducidos… Y lo esencial seguimos sin dominarlo. Las pasiones, el veneno del poder y la incredulidad de los tiempos de la calma.