OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "Un cupo más barato para Euskadi a cambio del apoyo a los Presupuestos del PP"

Ni en Vitoria van a levantar un peñón ni Isabel II compartirá el trono de Guernica con Felipe VI, pero la bilateralidad sí que la han conseguido. No habrá lendakari gibraltareño ni cosoberanía de los tres territorios vascos, pero Ortúzar, el presidente del PNV, sabía lo que quería.

Se metió en un jardín —de luz y de color— el señor Ortúzar, es verdad, llevado del ambiente de exaltación festiva del Aberri Eguna, la fiesta del orgullo peneuvista, y mezclando las churras de la cosoberanía con las merinas de la bilateralidad. Pero sabía lo que quería.

Lo que quería el PNV es lo que el PNV, fruto de la endeblez parlamentaria de Rajoy, ha conseguido: un cupo más chico. Menos dinero que habrá de aportar la administración vasca a la administración central a cambio de que los cinco diputados peneuvistas —sólo cinco, pero los cinco necesarios— hagan piña con el PP para tumbar hoy las enmiendas a la totalidad que presentan casi todos los grupos del Congreso a los Presupuestos del Estado.

El casamiento de Rajoy y Urkullu. Tantas veces negó el PNV que fuera a terminar de escudero de Rajoy y, como tantas otras veces, al final se consumó. El postureo del portavoz peneuvista en el Congreso, Aitor Esteban, hace una semana. Sosteniendo que tenían preparada su propia enmienda a la totalidad porque no se vislumbraba un acuerdo. No le sorprenderá que nadie le tomara en serio.

Aquí en Madrid, decía el portavoz peneuvista, como si hacer política en Madrid fuera como hacerla en Marte. De tener lista la enmienda a la totalidad de los Presupuestos a proclamar ayer el portavoz de su gobierno, Erkoreka, que estamos en vísperas de un hito, oiga. El erkohito, haciendo historia.

Presumiendo el gobierno vasco de tener a Rajoy donde quería: rebajando el cupo.

En Euskadi, como usted sabe, son las diputaciones (los gobiernos provinciales) quienes recaudan todos los impuestos. Luego el Estado calcula cuánto se debe por los servicios que éste presta en el País Vasco y pasa la factura correspondiente.

Planteado así, debería haber poco margen para subir o bajar la factura. El cálculo de lo que cuestan al Estado los servicios en el País Vasco son, en esencia, matemáticas. Ah, pero son matemáticas de Montoro. De Rajoy y Montoro. Es decir, matemáticas elásticas al albur de la conveniencia política de turno.

Hace hoy un año se disolvieron las Cortes en vista de que sus señorías eran incapaces, o incompetentes, a la hora de investir a un presidente de gobierno. Un año después, Rajoy certificará hoy que tiene cuerda al menos para un año: con los puntales que ha ido asegurándose en estos meses, el aliado a palos Rivera, el pragmático lendakari Iñigo Ur-cupo y la avispada diputada canaria Oramas tiene para seguir tramitando sus presupuestos. Los de 2017, porque estos que hoy pasan su primera criba son los presupuestos de este año. Por la mínima y a la espera de reclutar otro diputado canario para la aprobación definitiva de las cuentas.

Para otoño llegarán los siguientes, y el PNV, que nunca ha sido gibraltareño, sabe que le conviene exprimir todo lo que pueda sus cinco diputados ahora porque a la vuelta del verano, y dependiendo de lo que haya pasado en el PSOE, tal vez hayan adelgazado tanto sus cinco señorías que ya no tengan el menor peso.

Con el PSOE en vísperas de cantar el resultado del primer tanteo entre los candidatos —cuál de los tres presenta más avales y qué significa eso, si Pedro tiene las de perder o es, por el contrario, Susana la que flaqueaPodemos le sigue robando, por ahora, el foco mediático. La moción de censura virtual, que de momento sólo existe como previsión o pronóstico, le sirve a Pablo Iglesias para reverdecer aquello del "no nos representan". Atentos al mensaje del camarada Iglesias: una cosa es la sociedad, otra es el Parlamento.

Si usted pensaba que el Parlamento representaba al conjunto de la sociedad, no se equivoque. El Parlamento sólo se representa a sí mismo porque a la sociedad la representa Podemos. Aquí llega el otro Pablo, Echenique, a predicar su buenanueva: ésta que dice que la mayoría social está en la calle porque la mayoría social quiere que Rajoy deje de ser presidente.

El discurso de Echenique tiene más trampas que una película de Jackie Chan. ¿La mayoría social quiere echar a Rajoy? ¿Está usted seguro? No fue eso lo que se vio en la última sesión de investidura. Y si así fuera, ¿está la mayoría social por la labor de hacer presidente a Pablo Iglesias? ¿En serio, Echenique? ¿La mayoría de los españoles se muere de ganas de coronar a Pablo? Hombre, cinco millones de votos son muchos. Pero no dan para proclamarse mayoría social de nada.

En 2019 tendrá Podemos la siguiente oportunidad para demostrar cuánto vale en las urnas. A esa próxima meta electoral se va supeditando toda la actividad pública del partido morado. Eso incluye estirar el chicle de la moción desmesura y eso incluye subirse al escenario a interpretar el guión de ya no somos pareja pero podemos seguir siendo amigos.

Iñigo y Pablo. Echando mano Errejón de su imagen favorita, la sonrisa, la ilusión, la ilusión sonriente, la sonrisa ilusionada, la gente que sonríe.

No es que la gente sonría, es que la gente se sonríe viendo determinadas cosas, que es distinto. Iñigo en modo sonrisas y Pablo en modo mitinero habitual. El líder supremo agradecidísimo al antiguo amigo.

Para 2019 quedan dos años. Tiempo de sobra para que Pablo termine de neutralizar a Iñigo y éste sonría muchísimo.

Venezuela

La última encuesta difundida por la compañía Hercon Consultores en Venezuela señala que el 78 % de los ciudadanos de ese país considera necesario un cambio de gobierno. Los principales problemas que preocupan a la sociedad son el desabastecimiento de productos básicos, la inseguridad y los precios. Nicolás Maduro registra un grado de rechazo cercano al ochenta por ciento y el líder político más popular resulta ser el que está encarcelado, Leopoldo López.

Consejo fiscal. Movidito. O no, veremos.